/ miércoles 2 de octubre de 2019

Diario resucita a la "Anna Frank polaca"

Tras 88 años en una caja fuerte, sacan a la luz el relató de otra víctima de los nazis

VARSOVIA. Apenas un año después de su primer beso con un chico, la adolescente judía Renia Spiegel escribió en su diario una oración pidiendo a Dios que la dejara vivir.

Era junio de 1942. Iba a cumplir 18 años. Los nazis alemanes acababan de exterminar a todos los judíos de un barrio de su ciudad de Przemysl, en el sur de Polonia. Algunos se vieron forzados a cavar su propia tumba.

“Dondequiera que mire hay sangre. Qué pogromos tan terribles. Es una matanza, asesinato”, escribe el 7 de junio. “Dios todopoderoso, por enésima vez me inclino ante ti, ¡ayúdanos, sálvanos! ¡Oh Dios nuestro Señor, déjanos vivir, te lo suplico, quiero vivir!”.

Mes y medio más tarde, su novio, Zygmunt Schwarzer, un judío con un permiso de trabajo que le permitía moverse por la ciudad, la escondió con los padres de él en la buhardilla de una casa en el exterior del gueto. Pero un colaborador los traicionó.

Schwarzer, de 19 años, describe su muerte en una escalofriante nota añadida al diario: “¡Tres tiros! ¡Tres vidas perdidas! Fue ayer por la noche a las diez y media... Mi querida Renusia, el último capítulo de tu diario se ha acabado”.

Después de la guerra, el joven recuperó el diario y se lo dio a la madre de la adolescente asesinada. Pasó décadas en la caja fuerte de un banco y ahora, casi 80 años después, se publica en todo el mundo.

Renia Spiegel es conocida como la “Anna Frank polaca”, en referencia a la adolescente holandesa víctima del Holocausto y autora de un conocido diario que comenzó cuando tenía 13 años.

660 PÁGINAS

Renia comenzó a escribir el suyo en 1939, cuando tenía 14 años. Vivía en casa de sus abuelos. Su madre estaba en Varsovia para promover la carrera cinematográfica de su hermana pequeña Ariana.

La adolescente escribió unas 660 páginas en varios cuadernos. Cuenta lo mucho que echaba de menos a su madre y que le gustaba el joven Schwarzer de ojos verdes. También compone poemas e incluye párrafos sobre la ocupación soviética y nazi de su ciudad.

Cada añadido lo termina de la misma manera, pidiendo ayuda a su madre y a Dios, como si de un mantra se tratara. Su hermana Ariana se vio bloqueada al comienzo de la guerra en Przemysl, donde pasó el verano de 1939 en casa de sus abuelos. Se salvó gracias al padre de su mejor amiga que la llevó a Varsovia.

“Un buen cristiano me salvó la vida. Se arriesgó a la pena de muerte llevándome, como a su hija, a casa de mi madre”, declaró en Varsovia la anciana de 88 años que reside en Nueva York.

Entonces la bautizaron y pasó a llamarse Elizabeth. Un oficial alemán, enamorado de su madre, las envió a un lugar seguro en Austria. Después de la guerra ambas emigraron a Estados Unidos.

Schwarzer también sobrevivió pese a ser enviado al campo de extermino de Auschwitz. Cuenta que el infame médico y criminal de guerra Josef Mengele lo eligió para que le permitieran vivir.

Al comienzo de los años 1950 Schwarzer encontró a la madre de Renia en Nueva York y le entregó el diario.

“Estaba conmocionada. Nunca fue capaz de leerlo”, cuenta su hermana, llamada ahora Elizabeth Bellak. Y ella sólo logró leer algunos fragmentos porque es demasiado desgarrador. Finalmente fue su hija quien sacó el diario de la caja fuerte.

VARSOVIA. Apenas un año después de su primer beso con un chico, la adolescente judía Renia Spiegel escribió en su diario una oración pidiendo a Dios que la dejara vivir.

Era junio de 1942. Iba a cumplir 18 años. Los nazis alemanes acababan de exterminar a todos los judíos de un barrio de su ciudad de Przemysl, en el sur de Polonia. Algunos se vieron forzados a cavar su propia tumba.

“Dondequiera que mire hay sangre. Qué pogromos tan terribles. Es una matanza, asesinato”, escribe el 7 de junio. “Dios todopoderoso, por enésima vez me inclino ante ti, ¡ayúdanos, sálvanos! ¡Oh Dios nuestro Señor, déjanos vivir, te lo suplico, quiero vivir!”.

Mes y medio más tarde, su novio, Zygmunt Schwarzer, un judío con un permiso de trabajo que le permitía moverse por la ciudad, la escondió con los padres de él en la buhardilla de una casa en el exterior del gueto. Pero un colaborador los traicionó.

Schwarzer, de 19 años, describe su muerte en una escalofriante nota añadida al diario: “¡Tres tiros! ¡Tres vidas perdidas! Fue ayer por la noche a las diez y media... Mi querida Renusia, el último capítulo de tu diario se ha acabado”.

Después de la guerra, el joven recuperó el diario y se lo dio a la madre de la adolescente asesinada. Pasó décadas en la caja fuerte de un banco y ahora, casi 80 años después, se publica en todo el mundo.

Renia Spiegel es conocida como la “Anna Frank polaca”, en referencia a la adolescente holandesa víctima del Holocausto y autora de un conocido diario que comenzó cuando tenía 13 años.

660 PÁGINAS

Renia comenzó a escribir el suyo en 1939, cuando tenía 14 años. Vivía en casa de sus abuelos. Su madre estaba en Varsovia para promover la carrera cinematográfica de su hermana pequeña Ariana.

La adolescente escribió unas 660 páginas en varios cuadernos. Cuenta lo mucho que echaba de menos a su madre y que le gustaba el joven Schwarzer de ojos verdes. También compone poemas e incluye párrafos sobre la ocupación soviética y nazi de su ciudad.

Cada añadido lo termina de la misma manera, pidiendo ayuda a su madre y a Dios, como si de un mantra se tratara. Su hermana Ariana se vio bloqueada al comienzo de la guerra en Przemysl, donde pasó el verano de 1939 en casa de sus abuelos. Se salvó gracias al padre de su mejor amiga que la llevó a Varsovia.

“Un buen cristiano me salvó la vida. Se arriesgó a la pena de muerte llevándome, como a su hija, a casa de mi madre”, declaró en Varsovia la anciana de 88 años que reside en Nueva York.

Entonces la bautizaron y pasó a llamarse Elizabeth. Un oficial alemán, enamorado de su madre, las envió a un lugar seguro en Austria. Después de la guerra ambas emigraron a Estados Unidos.

Schwarzer también sobrevivió pese a ser enviado al campo de extermino de Auschwitz. Cuenta que el infame médico y criminal de guerra Josef Mengele lo eligió para que le permitieran vivir.

Al comienzo de los años 1950 Schwarzer encontró a la madre de Renia en Nueva York y le entregó el diario.

“Estaba conmocionada. Nunca fue capaz de leerlo”, cuenta su hermana, llamada ahora Elizabeth Bellak. Y ella sólo logró leer algunos fragmentos porque es demasiado desgarrador. Finalmente fue su hija quien sacó el diario de la caja fuerte.

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