La Iglesia católica pierde adeptos en los países desarrollados en los que su posición era hegemónica. Cada vez más personas marcan la casilla “sin religión” en las encuestas de población. Las nuevas generaciones acaban abandonando los preceptos religiosos que heredan de la familia y cada vez más personas se definen como espirituales en lugar de religiosas.
Y en este mar, una corriente toma fuerza. La brujería y otras prácticas paganas han crecido significativamente en Estados Unidos en las últimas décadas. Los millennial y siguientes generaciones se alejan de las religiones abrahámicas dominantes y abrazan fuentes neopaganas.
El concepto de brujería al que hace referencia va más allá de escobas voladoras, de bolas de cristal, pócimas o sombreros picudos negros y se acerca más a prácticas paganas premonoteístas, al pensamiento libre y a la comunión con la naturaleza. Uno de los ejemplos más conocidos es la llamada Wicca.
El aumento comenzó a intensificarse en la década de los noventa. En 1990, la Trinity College de Connecticut estimó que había alrededor de 8 mil seguidores de la Wicca en Estados Unidos.
El número creció hasta los 340 mil en 2008 y, un estudio más reciente del Instituto Pew Research que data del año pasado, documentó que el número actual de “wiccanos” ronda el millón y medio.
Aunque el país sigue siendo de mayoría cristiana, se declara perteneciente a esta fe un 70% de la población, casi el 23% se dice no adscrito a ninguna religión y los “wiccanos” forman ya una comunidad más numerosa que la presbiteriana.
Por otro lado, no todos los seguidores de la brujería se adscriben a la Wicca, por lo que el número puede ser mucho mayor.
Son los adultos jóvenes, los millennial y la Generación Z, los que están revitalizando el paganismo y la brujería que, en ocasiones, son materializaciones de una consciencia y respuesta política y social.
“La brujería tiene raíces en costumbres del folclore tradicional que incluso se ven en la fe católica”, dijo la teóloga Tara Isabella Burton a BBC Mundo.
“Lo que es novedoso es cómo está surgiendo entre los millennial una suerte de manifestación pública espiritual asociada a la brujería y a la magia”, añadió.
El británico Gerald Gardner fundó el movimiento espiritual de la Wicca en los años cincuenta del pasado siglo. La intención del fundador era recuperar las prácticas paganas de origen celta.
Su nombre viene de la palabra inglesa que se utilizaba en la Edad Media para bruja, “wicche”, que derivó en la actual witch, que no tardó en ser utilizada con connotaciones misóginas y machistas.
Sus fieles veneran a un Gran Espíritu, sin sexo ni género, ligado a la naturaleza, y se rigen por ritmos lunares y solares. Para la opinión pública y los recovecos más conservadores de las religiones mayoritarias, estos cultos están ligados al satanismo.
Para los seguidores es importante desvincularse de estas asociaciones e intentan dejarlo claro en cada manifestación pública de su fe que llevan a cabo.
"La llamada religión tradicional ya no encaja en el paisaje actual. La “wicca” siempre ha estado por delante, siempre ha recibido a los marginados y creo que a la gente le atrae eso", dijo David Salisbury, autor de “Activismo de Brujería: Kit de herramientas para la resistencia mágica”.