/ martes 31 de marzo de 2020

El caso (no tan) atípico de Suecia frente al Covid-19

Esta nación ha podido mantener un número controlado de casos positivos de coronavirus sin tener que cancelar la vida productiva ni recurrir a medidas extremas de precaución

Desde hace un par de semanas, el mundo ha puesto los ojos en Suecia, por tratarse de un caso aparentemente singular, en el que ha sido posible mantener un número controlado de casos positivos de coronavirus sin tener que cancelar la vida productiva ni recurrir a medidas extremas de precaución.

Decenas de medios han compartido historias en las que se destaca que los suecos siguen saliendo con normalidad a su bar preferido o a pasear, como si no pasara nada.

Si bien es cierto que la idiosincrasia, la economía del país y su ubicación geográfica –situado al norte de Europa, relativamente lejos del epicentro de la emergencia sanitaria que se localiza hacia el sur del mismo continente– le han permitido a Suecia mantener un número de contagios no tan escandaloso, también hay otros datos a considerar sobre su caso.

Foto: AFP

Incredulidad y prepotencia

Aunque en este momento las autoridades suecas ya están tomando con mucha seriedad la amenaza del cronavirus, sus ciudadanos recuerdan que no siempre fue así. A principios de marzo, las autoridades no se lo tomaban en serio e incluso llegaron a emitir mensajes de despreocupación.

Thomas Hesslow, un psicólogo de 35 años originario de Estocolmo, nos comenta –no sin sentido del humor– que el primer mensaje de las autoridades sobre este tema en el mes de febrero fue: “Esto nunca va a llegar a Suecia” y que incluso en la primera fase de contingencia se mostraban un poco incrédulas, casi prepotentes.

“Lo que pasó fue que los suecos ricos se fueron a Italia a esquiar, durante un periodo que aquí se llama de “vacaciones deportivas”, durante la primera semana de marzo… Y cuando ya venían de regreso y se sabía que en Italia estaban creciendo mucho los contagios, las autoridades suecas dijeron: Si no tienen síntomas de resfriado o de otra enfermedad, entonces pueden ir a trabajar y ese fue un error, porque por ahí comenzaron los contagios… Los primeros casos que se registraron, todos venían de allá”.

Foto: AFP

Mónica Hernández, una productora mexicana que reside en la capital sueca desde 2014, recuerda que fue hasta que se detectaron dos casos positivos de personas que no habían viajado a otro país, cuando las autoridades comenzaron a actuar con mayor seriedad.

“Fue hace como tres semanas, cuando se dieron cuenta de ese contagio comunitario, que sí se lo empezaron a tomar muy en serio y desde entonces ya dan conferencias de prensa con todas las autoridades que dan a conocer toda la información y todas las medidas que se están tomando”.

Sin embargo, aunque hubo un cambio de discurso, y la preocupación aumentó, las autoridades se enfocaron en sugerir y recomendar medidas de precaución, nunca en obligar, confiando en que voluntariamente la población podría respetar las normas y recomendaciones de quedarse en casa.

Estructura social de aislamiento

Mónica destaca que suele decirse que los suecos son muy buenas personas porque se quedan en casa voluntariamente, pero enfatiza que no es una cuestión de voluntad: “Hay una estructura que hace posible que se cuide a la gente… Una estructura social de aislamiento. Un estocolmense promedio no se sienta jamás junto a otra persona si puede no hacerlo”.

En Suecia los ancianos viven solos o tienen casas de retiro donde pueden aislarse, a diferencia de los países latinoamericanos, donde muchas familias viven juntas, en una misma casa y por lo tanto están más expuestos a un posible contagio.

Estocolmo es una de las ciudades con la mayor cantidad de departamentos para una sola persona y esa es la clave que le ha ayudado al país a no tener cifras tan escandalosas como las de otros países de Europa.

“La mayoría de los viejos viven encerrados, entonces aunque la gente esté aparentemente haciendo su vida normal allá afuera, la comunidad en riego está en cierta forma protegida… Aquí se ha hecho mucho énfasis en que los ancianos viven solos y en que así hay que dejarlos, para no ponerlos en riesgo”, agrega Thomas.

Problema de clase

Para Mónica, esa forma de ser de los suecos es también un problema de clase, ya que la mayoría de los muertos por Covid-19 en ese país son inmigrantes, sobre todo de origen somalí, que viven en los barrios marginales.

“Hay gente que tiene que salir a trabajar, a diferencia de quienes nos podemos quedar en casa porque tenemos seguro de enfermedad y seguro de trabajo, en un país que como está casi completamente digitalizado, puedes hacer cualquier cosa por internet”.

Thomas recuerda que las industrias de Suecia se mudaron a otros países y que mucho del trabajo que tienen en la capital sueca es intelectual o cognitivo; trabajo que se realiza en oficinas, y actualmente en modalidad de home office.

Miedo a la gripe

A medida que avanzan los días y que Europa no ve todavía una disminución de sus contagios y decesos, Suecia se toma cada vez más en serio la situación.

Mónica asegura que otro factor que ayuda a que muchos se queden en casa es que suelen tomarse muy en serio enfermedades como la gripe.

“Los suecos tienen mucho miedo a la gripe. A diferencia de México, donde te dicen que te enfermaste porque no te pusiste suéter, aquí saben que te enfermaste porque alguien te tosió, escupió o besó… y te pasó el virus. Hay mucho cuidado con eso y hay una costumbre de tomarse en serio un resfriado. Aquí, si tienes fiebre y le dices a tu empleador que no vas a ir a trabajar no te discutirá nada, mientras que en México de todos modos tienes que ir, para que no te descuentan el día”.

Foto: AFP

“No es para nada una vida normal”

Poco a poco, las medidas de contención se van endureciendo, como en el resto de los países. Primero se prohibieron las reuniones y eventos de más de 500 personas y luego las de más de 50.

Mónica y Thomas concuerdan en que sí hay mucha gente que sigue haciendo su vida normal e incluso visitando ciertos lugares públicos, porque también hay una preocupación por la economía y una postura de no dejar morir a los restaurantes y de apoyar a los negocios locales.

Pero aseguran: “No es tanto como se dice en la prensa; sí hay negocios que están preocupados, y ya casi no hay cines abiertos… No es para nada una vida normal”.

Al final, los suecos no están felices y gozando la vida, como están sugiriendo muchos medios. El primer ministro salió a dar un mensaje en cadena nacional –lo cual es completamente inusual en ese país– para decir que la crisis se agravará y que tendrán que tomar medidas más severas.

Foto: AFP

Hernández puntualiza que aunque suele creerse que en Suecia tienen un sistema de salud muy bueno, la realidad es que cuentan con 500 camas de hospital para terapia intensiva, para un país que tiene más de 10 millones de habitantes.

Tanto ella como Thomas, que llevan más de dos semanas en aislamiento, tienen la sospecha de que pueden estar contagiados, aunque no pueden confirmarlo por la poca disponibilidad de pruebas que hay.

“Prácticamente todos mis conocidos y yo hemos tenido gripe en estas semanas, y no sabemos si solo es gripe, porque como no estamos en el grupo de riesgo, no podemos hacernos pruebas.

Al final, parece que más allá de las amplias diferencias socioeconómicas entre Suecia y México, también hay ciertas similitudes, al tratarse de dos países que en lugar de aplicar medidas duras desde el inicio, prefirieron administrarlas para la etapa más crítica.

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Desde hace un par de semanas, el mundo ha puesto los ojos en Suecia, por tratarse de un caso aparentemente singular, en el que ha sido posible mantener un número controlado de casos positivos de coronavirus sin tener que cancelar la vida productiva ni recurrir a medidas extremas de precaución.

Decenas de medios han compartido historias en las que se destaca que los suecos siguen saliendo con normalidad a su bar preferido o a pasear, como si no pasara nada.

Si bien es cierto que la idiosincrasia, la economía del país y su ubicación geográfica –situado al norte de Europa, relativamente lejos del epicentro de la emergencia sanitaria que se localiza hacia el sur del mismo continente– le han permitido a Suecia mantener un número de contagios no tan escandaloso, también hay otros datos a considerar sobre su caso.

Foto: AFP

Incredulidad y prepotencia

Aunque en este momento las autoridades suecas ya están tomando con mucha seriedad la amenaza del cronavirus, sus ciudadanos recuerdan que no siempre fue así. A principios de marzo, las autoridades no se lo tomaban en serio e incluso llegaron a emitir mensajes de despreocupación.

Thomas Hesslow, un psicólogo de 35 años originario de Estocolmo, nos comenta –no sin sentido del humor– que el primer mensaje de las autoridades sobre este tema en el mes de febrero fue: “Esto nunca va a llegar a Suecia” y que incluso en la primera fase de contingencia se mostraban un poco incrédulas, casi prepotentes.

“Lo que pasó fue que los suecos ricos se fueron a Italia a esquiar, durante un periodo que aquí se llama de “vacaciones deportivas”, durante la primera semana de marzo… Y cuando ya venían de regreso y se sabía que en Italia estaban creciendo mucho los contagios, las autoridades suecas dijeron: Si no tienen síntomas de resfriado o de otra enfermedad, entonces pueden ir a trabajar y ese fue un error, porque por ahí comenzaron los contagios… Los primeros casos que se registraron, todos venían de allá”.

Foto: AFP

Mónica Hernández, una productora mexicana que reside en la capital sueca desde 2014, recuerda que fue hasta que se detectaron dos casos positivos de personas que no habían viajado a otro país, cuando las autoridades comenzaron a actuar con mayor seriedad.

“Fue hace como tres semanas, cuando se dieron cuenta de ese contagio comunitario, que sí se lo empezaron a tomar muy en serio y desde entonces ya dan conferencias de prensa con todas las autoridades que dan a conocer toda la información y todas las medidas que se están tomando”.

Sin embargo, aunque hubo un cambio de discurso, y la preocupación aumentó, las autoridades se enfocaron en sugerir y recomendar medidas de precaución, nunca en obligar, confiando en que voluntariamente la población podría respetar las normas y recomendaciones de quedarse en casa.

Estructura social de aislamiento

Mónica destaca que suele decirse que los suecos son muy buenas personas porque se quedan en casa voluntariamente, pero enfatiza que no es una cuestión de voluntad: “Hay una estructura que hace posible que se cuide a la gente… Una estructura social de aislamiento. Un estocolmense promedio no se sienta jamás junto a otra persona si puede no hacerlo”.

En Suecia los ancianos viven solos o tienen casas de retiro donde pueden aislarse, a diferencia de los países latinoamericanos, donde muchas familias viven juntas, en una misma casa y por lo tanto están más expuestos a un posible contagio.

Estocolmo es una de las ciudades con la mayor cantidad de departamentos para una sola persona y esa es la clave que le ha ayudado al país a no tener cifras tan escandalosas como las de otros países de Europa.

“La mayoría de los viejos viven encerrados, entonces aunque la gente esté aparentemente haciendo su vida normal allá afuera, la comunidad en riego está en cierta forma protegida… Aquí se ha hecho mucho énfasis en que los ancianos viven solos y en que así hay que dejarlos, para no ponerlos en riesgo”, agrega Thomas.

Problema de clase

Para Mónica, esa forma de ser de los suecos es también un problema de clase, ya que la mayoría de los muertos por Covid-19 en ese país son inmigrantes, sobre todo de origen somalí, que viven en los barrios marginales.

“Hay gente que tiene que salir a trabajar, a diferencia de quienes nos podemos quedar en casa porque tenemos seguro de enfermedad y seguro de trabajo, en un país que como está casi completamente digitalizado, puedes hacer cualquier cosa por internet”.

Thomas recuerda que las industrias de Suecia se mudaron a otros países y que mucho del trabajo que tienen en la capital sueca es intelectual o cognitivo; trabajo que se realiza en oficinas, y actualmente en modalidad de home office.

Miedo a la gripe

A medida que avanzan los días y que Europa no ve todavía una disminución de sus contagios y decesos, Suecia se toma cada vez más en serio la situación.

Mónica asegura que otro factor que ayuda a que muchos se queden en casa es que suelen tomarse muy en serio enfermedades como la gripe.

“Los suecos tienen mucho miedo a la gripe. A diferencia de México, donde te dicen que te enfermaste porque no te pusiste suéter, aquí saben que te enfermaste porque alguien te tosió, escupió o besó… y te pasó el virus. Hay mucho cuidado con eso y hay una costumbre de tomarse en serio un resfriado. Aquí, si tienes fiebre y le dices a tu empleador que no vas a ir a trabajar no te discutirá nada, mientras que en México de todos modos tienes que ir, para que no te descuentan el día”.

Foto: AFP

“No es para nada una vida normal”

Poco a poco, las medidas de contención se van endureciendo, como en el resto de los países. Primero se prohibieron las reuniones y eventos de más de 500 personas y luego las de más de 50.

Mónica y Thomas concuerdan en que sí hay mucha gente que sigue haciendo su vida normal e incluso visitando ciertos lugares públicos, porque también hay una preocupación por la economía y una postura de no dejar morir a los restaurantes y de apoyar a los negocios locales.

Pero aseguran: “No es tanto como se dice en la prensa; sí hay negocios que están preocupados, y ya casi no hay cines abiertos… No es para nada una vida normal”.

Al final, los suecos no están felices y gozando la vida, como están sugiriendo muchos medios. El primer ministro salió a dar un mensaje en cadena nacional –lo cual es completamente inusual en ese país– para decir que la crisis se agravará y que tendrán que tomar medidas más severas.

Foto: AFP

Hernández puntualiza que aunque suele creerse que en Suecia tienen un sistema de salud muy bueno, la realidad es que cuentan con 500 camas de hospital para terapia intensiva, para un país que tiene más de 10 millones de habitantes.

Tanto ella como Thomas, que llevan más de dos semanas en aislamiento, tienen la sospecha de que pueden estar contagiados, aunque no pueden confirmarlo por la poca disponibilidad de pruebas que hay.

“Prácticamente todos mis conocidos y yo hemos tenido gripe en estas semanas, y no sabemos si solo es gripe, porque como no estamos en el grupo de riesgo, no podemos hacernos pruebas.

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