TAIPÉI. Taiwán cimentó su apuesta por el soberanismo, y los ciudadanos eligieron al candidato presidencial del gobernante Partido Democrático Progresista (PDP), Lai Ching-te, en un rechazo explícito a las advertencias de China de que no votaran por él en unas elecciones que Pekín planteó como la diferencia entre la guerra y la paz.
El resultado electoral que augura un recrudecimiento todavía mayor de las tensiones con China, que considera a este territorio una provincia rebelde.
El PDP del actual vicepresidente Lai, que defiende una identidad propia de Taiwán y rechaza las reivindicaciones territoriales de China, aspiraba a un tercer mandato, algo sin precedentes en el actual sistema electoral taiwanés.
“Hemos escrito una nueva página en la historia de la democracia de Taiwán”, dijo a la prensa Lai, favorito durante mucho tiempo en las encuestas, después de que sus dos rivales reconocieron su derrota.
En el período previo a las elecciones, China denunció a Lai como un peligroso separatista, diciendo que cualquier movimiento hacia la independencia formal de Taiwán significaba la guerra, y rechazó los llamamientos de Lai a las conversaciones. El aún vicepresidente ha dicho que se compromete a preservar la paz y el 'statu quo' en el estrecho de Taiwán y a reforzar las defensas de la isla.
Al mismo tiempo, subrayó la necesidad de cooperar y dialogar con Pekín en pie de igualdad para “sustituir la confron- tación”, aunque no ofreció detalles concretos. Pekín aún no comenta la victoria.
FUERA DE CHINA
Las elecciones no solo fueron sobre China, ya que los electores se mostraron preocupados por cuestiones tan distintas como el elevado costo de la vivienda, el bajo crecimiento salarial y la inestabilidad del suministro eléctrico.
Lai obtuvo el 40 por ciento de los votos en el sistema taiwanés de mayoría relativa, a diferencia de la actual presidenta, Tsai Ing-wen, que fue reelegida hace cuatro años con más del 50 por ciento de los votos. El PDP también perdió el control del Parlamento lo que podría obstaculizar su capacidad para aprobar leyes.
Sin embargo, ofreció una apertura a sus oponentes al decir que incluiría a talentos de sus partidos.
Lai afirmó que cooperaría con sus rivales electorales, Hou Yu-ih, del Kuomintang (KMT), el mayor partido de la oposición de Taiwán, y Ko Wen-je, exalcalde de Taipei, del Partido Popular de Taiwán, para resolver los problemas.
Durante los comicios, cientos de miles de jóvenes taiwaneses acudieron en masa a los mítines celebrados por Ko, que se ha erigido en una nueva fuerza en el panorama político de Taiwán con aproximadamente una cuarta parte de los votos a pesar de haber quedado en último lugar.
La Constitución prohíbe a Tsai volver a presentarse después de dos mandatos. En una comparecencia ante la prensa extranjera, Lai aseguró que estas elecciones demostraron a la comunidad internacional que, entre “democracia y autoritarismo”, los taiwaneses optaron por permanecer “al lado de la democracia”.
El presidente de EU felicitó a Lai por su victoria, al tiempo que reiteró que no apoya la independencia de la isla autónoma.
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Poco después, el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, felicitó al presidente electo así como “al pueblo taiwanés por haber demostrado una vez más la solidez de su sistema democrático y de su proceso electoral”.
La sociedad taiwanesa ha empezado a dar la espalda al continente: sólo un 30 por ciento de los ciudadanos insulares se identifica como taiwanés y chino, mientras que la proporción de los que se ven únicamente como taiwaneses asciende al 62.8 por ciento, según los últimos datos de la Universidad Nacional de Chengchi.