/ sábado 13 de enero de 2018

Túnez celebra el séptimo aniversario de una revolución inacabada

La ciudad de Teburba, fue escenario de varias noches de disturbios esta semana entre jóvenes manifestantes y las fuerzas de seguridad

Siete años después de la revolución contra la dictadura y la corrupción, Túnez se encuentra en medio de una protesta social marcada por los mismos lemas de "trabajo, libertad, dignidad", con numerosos tunecinos desesperados porque un día sus condiciones de vida mejoren.

"Hace siete años que esperamos, sin que nada cambie. Obtuvimos la libertad, es verdad, pero estamos más hambrientos que antes", lamentó Walid, un desempleado de 38 años en Teburba, antes de que el país celebre el domingo el séptimo aniversario de su revuelta.

La ciudad de Teburba, cerca de Túnez, fue escenario de varias noches de disturbios esta semana entre jóvenes manifestantes y las fuerzas de seguridad, así como otras ciudades, donde unas 800 personas fueron detenidas.

Este movimiento de protesta estalló tras la adopción de un presupuesto para 2018 que aumenta los impuestos y crea tasas que merman un poder adquisitivo ya debilitado por una gran inflación.

Para la politóloga tunecina Olfa Lamlum, "estas movilizaciones sociales revelan la ira, impulsada por los mismos que se movilizaron en 2011 y no obtuvieron nada como derechos económicos y sociales".

El gobierno tunecino, acosado por las protestas, evocó más medidas sociales en una reunión ministerial este sábado.

"Trabajamos para sentar las bases de protección social, un salario mínimo, una cobertura sanitaria universal y un plan de viviendas" explicó una fuente oficial, bajo anonimato.

"El clima social y el clima político no son buenos en Túnez" reconoció el presidente, Beji Caid Essebsi, aunque a su juicio "podemos controlar los problemas.

Para Essebsi, la prensa extranjera ha "amplificado" los disturbios.

- Desempleo, desigualdades sociales -

La revolución tunecina, punto de partida de la Primavera árabe, comenzó el 17 de diciembre de 2010 en Sidi Buzid, una ciudad del interior, cuando Mohamed Buazizi, un vendedor ambulante, se prendió fuego.

Un movimiento de protesta contra el desempleo y la vida encarecida le siguió, marcado por sangrientos disturbios que se extendieron rápidamente a todo el país.

Bajo la presión popular, el presidente Zine El Abidine Ben Alí, en el poder desde hacía 23 años, huyó a Arabia Saudita el 14 de enero de 2011.

Aunque Túnez, único país que sobrevivió a la Primavera árabe, logró hasta ahora avanzar en su transición democrática, sigue atrapado en un marasmo económico y social.

"Los años han pasado y los ciudadanos siguen privados de los derechos por los que se movilizaron", considera una oenegé tunecina, el Foro Tunecino por los Derechos Económicos y Sociales (FTDES), en un reciente informe.

El país conservó "el mismo modelo económico, con los mismos problemas" que antes de la revolución, lamenta el presidente del FTDES, Messaud Romdhani.

Pese a los avances democráticos, "el desempleo, la miseria y las desigualdades sociales y regionales se agravaron", advirtió el FTDES.

La economía tunecina se vio duramente afectada por la inestabilidad que siguió a la revolución, y el turismo, un sector clave, fue el blanco de los atentados yihadistas perpetrados en el país en 2015.

El Estado, en dificultades financieras, acudió al Fondo Monetario Internacional (FMI), que le concedió en 2016 créditos de 2.400 millones de euros para cuatro años, con la condición de que redujera sus déficits presupuestarios y comerciales.

Los índices de crecimiento deberían superar el 2% en 2017, pero el desempleo de los jóvenes sigue siendo muy alto, más del 35% según la Organización Internacional del Trabajo.

La tasa de escolarización se redujo un 96%. Cada año, desde 2011, 10.000 niños abandonan la escuela primaria y 100.000 jóvenes dejan el instituto sin diplomarse, señala FTDES.

- 'Tomará tiempo' -

Prueba del creciente desencanto, la emigración clandestina registró en otoño su máximo desde 2011.

Del lunes al jueves, los manifestantes, en su mayoría muy jóvenes, lanzaron piedras y cócteles Molotov a las fuerzas de seguridad que respondieron con gases lacrimógenos. Un protestante murió en Teburba.

El viernes, cientos de personas se manifestaron en calma en Túnez y en Sfax (centro), contra las medidas de austeridad, alzando "tarjetas amarillas" como una advertencia al gobierno, a petición del movimiento "Fech Nestannew" ("¿A qué estamos esperando?"), iniciador de la protesta contra la subida de los precios.

Pero Túnez sigue luchando por construir su democracia.

Las primeras elecciones municipales tras la revolución, aplazadas varias veces y muy esperadas para consolidar la transición democrática, están previstas en mayo.

Las elecciones legislativas y presidenciales se celebrarán en 2019.

Para Lamlum, "el potencial de resistencia sigue ahí, el Túnez con el que soñábamos sigue siendo impulsado por jóvenes activos, aunque tomará tiempo".

Siete años después de la revolución contra la dictadura y la corrupción, Túnez se encuentra en medio de una protesta social marcada por los mismos lemas de "trabajo, libertad, dignidad", con numerosos tunecinos desesperados porque un día sus condiciones de vida mejoren.

"Hace siete años que esperamos, sin que nada cambie. Obtuvimos la libertad, es verdad, pero estamos más hambrientos que antes", lamentó Walid, un desempleado de 38 años en Teburba, antes de que el país celebre el domingo el séptimo aniversario de su revuelta.

La ciudad de Teburba, cerca de Túnez, fue escenario de varias noches de disturbios esta semana entre jóvenes manifestantes y las fuerzas de seguridad, así como otras ciudades, donde unas 800 personas fueron detenidas.

Este movimiento de protesta estalló tras la adopción de un presupuesto para 2018 que aumenta los impuestos y crea tasas que merman un poder adquisitivo ya debilitado por una gran inflación.

Para la politóloga tunecina Olfa Lamlum, "estas movilizaciones sociales revelan la ira, impulsada por los mismos que se movilizaron en 2011 y no obtuvieron nada como derechos económicos y sociales".

El gobierno tunecino, acosado por las protestas, evocó más medidas sociales en una reunión ministerial este sábado.

"Trabajamos para sentar las bases de protección social, un salario mínimo, una cobertura sanitaria universal y un plan de viviendas" explicó una fuente oficial, bajo anonimato.

"El clima social y el clima político no son buenos en Túnez" reconoció el presidente, Beji Caid Essebsi, aunque a su juicio "podemos controlar los problemas.

Para Essebsi, la prensa extranjera ha "amplificado" los disturbios.

- Desempleo, desigualdades sociales -

La revolución tunecina, punto de partida de la Primavera árabe, comenzó el 17 de diciembre de 2010 en Sidi Buzid, una ciudad del interior, cuando Mohamed Buazizi, un vendedor ambulante, se prendió fuego.

Un movimiento de protesta contra el desempleo y la vida encarecida le siguió, marcado por sangrientos disturbios que se extendieron rápidamente a todo el país.

Bajo la presión popular, el presidente Zine El Abidine Ben Alí, en el poder desde hacía 23 años, huyó a Arabia Saudita el 14 de enero de 2011.

Aunque Túnez, único país que sobrevivió a la Primavera árabe, logró hasta ahora avanzar en su transición democrática, sigue atrapado en un marasmo económico y social.

"Los años han pasado y los ciudadanos siguen privados de los derechos por los que se movilizaron", considera una oenegé tunecina, el Foro Tunecino por los Derechos Económicos y Sociales (FTDES), en un reciente informe.

El país conservó "el mismo modelo económico, con los mismos problemas" que antes de la revolución, lamenta el presidente del FTDES, Messaud Romdhani.

Pese a los avances democráticos, "el desempleo, la miseria y las desigualdades sociales y regionales se agravaron", advirtió el FTDES.

La economía tunecina se vio duramente afectada por la inestabilidad que siguió a la revolución, y el turismo, un sector clave, fue el blanco de los atentados yihadistas perpetrados en el país en 2015.

El Estado, en dificultades financieras, acudió al Fondo Monetario Internacional (FMI), que le concedió en 2016 créditos de 2.400 millones de euros para cuatro años, con la condición de que redujera sus déficits presupuestarios y comerciales.

Los índices de crecimiento deberían superar el 2% en 2017, pero el desempleo de los jóvenes sigue siendo muy alto, más del 35% según la Organización Internacional del Trabajo.

La tasa de escolarización se redujo un 96%. Cada año, desde 2011, 10.000 niños abandonan la escuela primaria y 100.000 jóvenes dejan el instituto sin diplomarse, señala FTDES.

- 'Tomará tiempo' -

Prueba del creciente desencanto, la emigración clandestina registró en otoño su máximo desde 2011.

Del lunes al jueves, los manifestantes, en su mayoría muy jóvenes, lanzaron piedras y cócteles Molotov a las fuerzas de seguridad que respondieron con gases lacrimógenos. Un protestante murió en Teburba.

El viernes, cientos de personas se manifestaron en calma en Túnez y en Sfax (centro), contra las medidas de austeridad, alzando "tarjetas amarillas" como una advertencia al gobierno, a petición del movimiento "Fech Nestannew" ("¿A qué estamos esperando?"), iniciador de la protesta contra la subida de los precios.

Pero Túnez sigue luchando por construir su democracia.

Las primeras elecciones municipales tras la revolución, aplazadas varias veces y muy esperadas para consolidar la transición democrática, están previstas en mayo.

Las elecciones legislativas y presidenciales se celebrarán en 2019.

Para Lamlum, "el potencial de resistencia sigue ahí, el Túnez con el que soñábamos sigue siendo impulsado por jóvenes activos, aunque tomará tiempo".

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