/ domingo 18 de agosto de 2019

Turismo negro, el morbo de conocer lugares funestos

La tragedia humana hoy vende más que nunca con la promoción de tours a lugares con una historia mórbida, como la planta nuclear de Chernóbil, los campos de concentración nazi o los escenarios de las masacres de Ruanda y Camboya

Movidos por películas, series y noticiarios, cada vez son más quienes se deciden a pasar unos días de "vacaciones" en lugares donde se vivió o aún se vive la tragedia humana, por ejemplo la frontera entre México y EU o los sitios que frecuentó el narcotraficante colombiano Pablo Escobar.

Los viajeros de este denominado "turismo oscuro" llegan a lugares marcados para siempre por muertes, catástrofes o sucesos macabros como el desastre nuclear de Chernóbil (1986) o campos nazis de concentración, ansiosos de conocer 'in situ' qué ocurrió, las consecuencias y, en algunos casos, hacerse el selfi correspondiente.


Formar parte de un tour del drama migrante en la frontera de México y Estados Unidos; visitar la cueva Tham Luang, donde quedaron atrapados doce niños tailandeses, o los escenarios de los genocidios de Ruanda y Camboya son algunos de esos destinos.

Y la ruta "Helter Skelter" recorre en Beverly Hills (Los Ángeles, EEUU) los lugares de los crímenes de Charles Manson y sus seguidores o los "narcotours" de Medellín (Colombia) sobre Pablo Escobar se han convertido también en lugares de ocio y entretenimiento.

TURISMO Y MORBO

La palabra "tanatoturismo" es un 'oxímoron', una figura retórica que utiliza dos conceptos de significado opuesto en una misma expresión.

En este caso, mezcla el turismo entendido como una actividad placentera y "el dolor, el sufrimiento y la muerte", según explica Daniel Liviano, estudioso de este fenómeno y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (España).

Aunque parezca reciente, es algo "muy antiguo" porque al ser humano "siempre le ha atraído la muerte", pues ya en la Inglaterra del siglo XVII se preparaban viajes para ver ejecuciones públicas con gran éxito de espectadores. Y en Francia, las muertes por guillotina tenían innumerables seguidores.

El gran 'boom' experimentado por el turismo en el siglo XX ha llevado a algunos operadores turísticos a explotar y rentabilizar "el morbo" del ser humano por la muerte.

Lejos de espantar a los turistas, la miniserie "Chernobyl", el último éxito de HBO, ha incrementado el número de personas que visitan la ciudad fantasma de Prípiat (Ucrania) y la zona de exclusión, pese al mayor desastre nuclear de la Historia, la pésima gestión de la catástrofe y las consecuencias humanas (entre cien mil y doscientos mil muertos, según las fuentes) y medioambientales.

Las previsiones de este año apuntan a que unos 100.000 turistas visitarán Chernóbil, el doble que en 2017. En internet, se pueden encontrar anuncios de excursiones que animan a los viajeros a ver los "devastadores efectos que tuvo el accidente nuclear en los lugareños".

Y por unos 400 dólares por persona, otras ofertas proponen sumergirse en la zona con un guía experimentado y un traje contra la radiación.

Liviano asegura que el "tanoturismo" es un fenómeno "complejo y heterogéneo", en el que las motivaciones de los turistas son muy diferentes, así como los destinos y actividades.

Por su parte, Álvaro López López, investigador del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM señala que este tipo de atracciones se basan en experiencias ligadas a la muerte, al riesgo, al desastre o a lo macabro, y aunque no se sabe con precisión desde qué año se practican, lo cierto es que cada vez crece más el interés por conocer sitios con esas características.

El principal factor en este destino turístico se llama “morbo” o “curiosidad” debido a que “han sido espacios que la mercadotecnia convirtió en lugares atractivos, aunque bajo situaciones negativas”, afirma la Asociación Mexicana de Agencias de Viajes (AMAV).

MOTIVACIÓN MORAL

Este tipo de turismo es considerado "macabro" por muchos, pero puede tener una motivación moral o espiritual, cuando se busca visitar el escenario de una tragedia o un genocidio para mostrar empatía con las víctimas, recordarlas y honrarlas.

Sería el caso de las visitas a los campos de concentración nazis, como el de Mauthausen (Austria), que también pueden tener un interés pedagógico para conocer y no repetir las atrocidades de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, aunque se dan casos de personas más "frívolas e irrespetuosas" que se hacen selfis en los crematorios.

La fascinación y la curiosidad morbosa es otra motivación que arrastra a los turistas a estos lugares, incluso la "alegría por el sufrimiento ajeno" o ir a un sitio para asegurarse de que la gente que sufrió allí recibió "su merecido".

La búsqueda de diversión relacionada con la muerte es un incentivo para algunos, mientras que otros visitan estos lugares sin una motivación concreta, solo porque está de moda o incluido en un paquete turístico, lo que lleva a mucha gente al monumento franquista del Valle de los Caídos, donde están enterrados miles de fallecidos de los dos bandos de la Guerra Civil española, añade el experto universitario.

Frontera mexicana, en el itinerario del morbo

Recrear el drama que viven miles de migrantes centroamericanos en un "tour experimental" con actores vestidos de policía mientras los turistas cruzan la frontera estadounidense por la noche desde México, es parte del atractivo del nuevo fenómeno mundial.

En internet, se pueden encontrar anuncios de excursiones que animan a los viajeros a ver y sentir lo que viven los migrantes al atravesar el desierto de Arizona por las noches, donde las temperaturas alcanzan los 10 grados bajo cero, perseguidos por actores vestidos de agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, y guiados por supuestos traficantes de personas, conocidos como polleros o coyotes, que, en muchos casos, abandonan a los migrantes indocumentados a su suerte.

Un ejemplo de ello, es un recorrido que organizan en Ixmiquilpan, Hidalgo, en una localidad llamada El Alberto, donde invitan a un “paseo” diseñado para turistas ávidos de nuevas experiencias a revivir o “imitar” la vivencia de los migrantes al cruzar la frontera con Estados Unidos.

Allí se oferta una “caminata nocturna”, donde los turistas simulan ser indocumentados y los locales representan a los polleros o a la migra. El terreno es rústico, el viaje incómodo, y a lo largo del recorrido los visitantes se encuentran con cholos que los quieren asaltar, narcotraficantes y la migra. El lenguaje y el trato son fuertes, y la situación puede durar dos horas, o toda la noche.

Movidos por películas, series y noticiarios, cada vez son más quienes se deciden a pasar unos días de "vacaciones" en lugares donde se vivió o aún se vive la tragedia humana, por ejemplo la frontera entre México y EU o los sitios que frecuentó el narcotraficante colombiano Pablo Escobar.

Los viajeros de este denominado "turismo oscuro" llegan a lugares marcados para siempre por muertes, catástrofes o sucesos macabros como el desastre nuclear de Chernóbil (1986) o campos nazis de concentración, ansiosos de conocer 'in situ' qué ocurrió, las consecuencias y, en algunos casos, hacerse el selfi correspondiente.


Formar parte de un tour del drama migrante en la frontera de México y Estados Unidos; visitar la cueva Tham Luang, donde quedaron atrapados doce niños tailandeses, o los escenarios de los genocidios de Ruanda y Camboya son algunos de esos destinos.

Y la ruta "Helter Skelter" recorre en Beverly Hills (Los Ángeles, EEUU) los lugares de los crímenes de Charles Manson y sus seguidores o los "narcotours" de Medellín (Colombia) sobre Pablo Escobar se han convertido también en lugares de ocio y entretenimiento.

TURISMO Y MORBO

La palabra "tanatoturismo" es un 'oxímoron', una figura retórica que utiliza dos conceptos de significado opuesto en una misma expresión.

En este caso, mezcla el turismo entendido como una actividad placentera y "el dolor, el sufrimiento y la muerte", según explica Daniel Liviano, estudioso de este fenómeno y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (España).

Aunque parezca reciente, es algo "muy antiguo" porque al ser humano "siempre le ha atraído la muerte", pues ya en la Inglaterra del siglo XVII se preparaban viajes para ver ejecuciones públicas con gran éxito de espectadores. Y en Francia, las muertes por guillotina tenían innumerables seguidores.

El gran 'boom' experimentado por el turismo en el siglo XX ha llevado a algunos operadores turísticos a explotar y rentabilizar "el morbo" del ser humano por la muerte.

Lejos de espantar a los turistas, la miniserie "Chernobyl", el último éxito de HBO, ha incrementado el número de personas que visitan la ciudad fantasma de Prípiat (Ucrania) y la zona de exclusión, pese al mayor desastre nuclear de la Historia, la pésima gestión de la catástrofe y las consecuencias humanas (entre cien mil y doscientos mil muertos, según las fuentes) y medioambientales.

Las previsiones de este año apuntan a que unos 100.000 turistas visitarán Chernóbil, el doble que en 2017. En internet, se pueden encontrar anuncios de excursiones que animan a los viajeros a ver los "devastadores efectos que tuvo el accidente nuclear en los lugareños".

Y por unos 400 dólares por persona, otras ofertas proponen sumergirse en la zona con un guía experimentado y un traje contra la radiación.

Liviano asegura que el "tanoturismo" es un fenómeno "complejo y heterogéneo", en el que las motivaciones de los turistas son muy diferentes, así como los destinos y actividades.

Por su parte, Álvaro López López, investigador del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM señala que este tipo de atracciones se basan en experiencias ligadas a la muerte, al riesgo, al desastre o a lo macabro, y aunque no se sabe con precisión desde qué año se practican, lo cierto es que cada vez crece más el interés por conocer sitios con esas características.

El principal factor en este destino turístico se llama “morbo” o “curiosidad” debido a que “han sido espacios que la mercadotecnia convirtió en lugares atractivos, aunque bajo situaciones negativas”, afirma la Asociación Mexicana de Agencias de Viajes (AMAV).

MOTIVACIÓN MORAL

Este tipo de turismo es considerado "macabro" por muchos, pero puede tener una motivación moral o espiritual, cuando se busca visitar el escenario de una tragedia o un genocidio para mostrar empatía con las víctimas, recordarlas y honrarlas.

Sería el caso de las visitas a los campos de concentración nazis, como el de Mauthausen (Austria), que también pueden tener un interés pedagógico para conocer y no repetir las atrocidades de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, aunque se dan casos de personas más "frívolas e irrespetuosas" que se hacen selfis en los crematorios.

La fascinación y la curiosidad morbosa es otra motivación que arrastra a los turistas a estos lugares, incluso la "alegría por el sufrimiento ajeno" o ir a un sitio para asegurarse de que la gente que sufrió allí recibió "su merecido".

La búsqueda de diversión relacionada con la muerte es un incentivo para algunos, mientras que otros visitan estos lugares sin una motivación concreta, solo porque está de moda o incluido en un paquete turístico, lo que lleva a mucha gente al monumento franquista del Valle de los Caídos, donde están enterrados miles de fallecidos de los dos bandos de la Guerra Civil española, añade el experto universitario.

Frontera mexicana, en el itinerario del morbo

Recrear el drama que viven miles de migrantes centroamericanos en un "tour experimental" con actores vestidos de policía mientras los turistas cruzan la frontera estadounidense por la noche desde México, es parte del atractivo del nuevo fenómeno mundial.

En internet, se pueden encontrar anuncios de excursiones que animan a los viajeros a ver y sentir lo que viven los migrantes al atravesar el desierto de Arizona por las noches, donde las temperaturas alcanzan los 10 grados bajo cero, perseguidos por actores vestidos de agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, y guiados por supuestos traficantes de personas, conocidos como polleros o coyotes, que, en muchos casos, abandonan a los migrantes indocumentados a su suerte.

Un ejemplo de ello, es un recorrido que organizan en Ixmiquilpan, Hidalgo, en una localidad llamada El Alberto, donde invitan a un “paseo” diseñado para turistas ávidos de nuevas experiencias a revivir o “imitar” la vivencia de los migrantes al cruzar la frontera con Estados Unidos.

Allí se oferta una “caminata nocturna”, donde los turistas simulan ser indocumentados y los locales representan a los polleros o a la migra. El terreno es rústico, el viaje incómodo, y a lo largo del recorrido los visitantes se encuentran con cholos que los quieren asaltar, narcotraficantes y la migra. El lenguaje y el trato son fuertes, y la situación puede durar dos horas, o toda la noche.

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