/ sábado 27 de julio de 2019

Se hunde el barco de los camaroneros en Mazatlán

María del Refugió Sánchez, La Cachimba, conserva su fe en el mar pese a la crisis que pega a los pescadores

MAZATLÁN. Los últimos dos años han sido muy difíciles para el sector pesquero de Mazatlán y al igual que los trabajadores de mar, La Cachimba mantiene en pie su negocio de comida en espera de que la situación de los camaroneros mejore.

Trabajar en un sector dominado por hombres, como el de la pesca, le formó el carácter a María del Refugio Sánchez Lizárraga.

Toda su vida ha vivido de la pesca, su padre fue trabajador del mar y aunque se alejó casi 20 años de ese ambiente regresó al lugar donde guarda sus más bonitos recuerdos de la niñez.

Mary La Cachimba como la conocen en el muelle, recuerda que desde los 7 años su padre la llevaba al muelle, los subía al barco y les cocinaba. El hombre perteneció a la cooperativa Artículo 27 durante 34 años. En ese muelle atracan alrededor de 500 barcos camaroneros los cuales deberían estarse alistando para salir a pescar una vez que termine la veda, sin embargo, por la crisis en el sector sólo 40% de ellos puede costear reparaciones.

Sin embargo, La Cachimba, una de las 22 madres de familia de los puestos de comida del Parque Bonfil, manifestó que la pesca gratifica muy bien. “Cuando se tiene una buena temporada nos va bien a todos, es por eso que seguimos aquí con mucha fe al mar”.

Comentó que se han unido los armadores, pescadores, maquiladoras, los comedores para buscar un mejor precio en el Diésel marino, han hecho plantones, viajes a la Ciudad de México pero hasta el momento no se tiene ninguna respuesta.

“Existe una incertidumbre muy grande porque no sabemos qué va a pasar con la pesca, somos miles los que vivimos de esto, soldadores, carpinteros, comerciantes, secretarias, contadores, empacadoras y las que vendemos comida”, dijo.

Reconoció que sacar un barco a la pesca cuesta mucho dinero a los empresarios, ya que el principal gasto es el Diésel y si no trabajan los pescadores, no hay quien consuma en los puestos. Apuntó que la venta para los comedores empezaba en julio y lo fuerte era agosto y septiembre, fecha en que se intensifican las reparaciones y se preparan para zarpar.

Sin embargo, cada vez son más cortas las temporadas. La mayoría de la flota amarró de manera anticipada en diciembre, aunque tradicionalmente la veda inicia en marzo, y los trabajadores del mar buscaron otros empleos como albañiles, soldadores, repartidores o como agentes de seguridad.

“Tenemos dos temporadas que nos ha ido muy mal, estamos aferrados aquí viene gente de fuera, traileros, gente que ya nos conocen como cocineras y vienen a consumir. Ahorita no hay reparaciones, no hay nada y por lo tanto vendemos muy poca comida”.

SOBREVIVE EN LA VEDA

Las buenas temporadas cuando capturaban toneladas de camarón empezaron a quedar en el pasado y el trabajo para las personas que viven de la pesca cada vez es más corto. Señaló que de 22 puestos a lo largo del muelle pesquero más de la mitad está cerrado, porque no conviene tener abierto por una o dos comidas, cuando que en una buena temporada se venden hasta 100 al día.

“Hay puestos que están abriendo de pura comida fiada, prefiero no vender o vender poquito a arriesgarse, pero hay gente que no te paga en dinero, llega el pescador y te regala camarón, pescado y compensas una cosa con la otra”, dijo.

Doña Mary abundo que para sobrevivir en esta temporada de veda está ofreciendo comida y aguas frescas con servicio a domicilio a los negocios ubicados en el Parque Bonfil. “Nosotros no queremos que nos regalen nada, queremos trabajo para seguir dándole empleo a la gente que está aquí conmigo, ahorita tengo un trabajador y en temporada meto otras dos personas”.

La Cachimba cuenta sus anécdotas en el puerto. “Aquí he me ha tocado ver de todo, desde mujeres que vienen y les hacen escándalos a los maridos, hasta los pescadores que llegan llorando por el mal tiempo porque pensaron que no iban a regresar”.

Entre sus recuerdos está un relató de un muchacho de Nicaragua que iba a trabajar a las Islas Marías y pidió comida pero también le dijo no traía dinero que le pagaría cuándo regresará. “Le di un café, taquitos de frijoles y un pan. Se fue, y como a los siete meses regresó a pagarme”.

La dueña del comedor La Cachimba de Mary destacó que el trabajo del pescador es de los más pesados.”Cuando ellos se van lloro, cuando vienen también y en mis oraciones pido mucho a Dios por ellos”.

LA CACHIMBA DE MARY

Mary Sánchez comentó que por cuatro años trabajó en un comedor, pero renunció. “Con mucho temor pero animada por los muchachos decidí emprender mi propio negocio”.

Era el año 2012, con sus ahorros y los de su entonces pareja pusieron el negocio. Al año se separaron, ella se quedó con el puesto, y para no tener problemas, él se quedó con un carro que tenían.

Los clientes comenzaron a llegar al comedor de Mary y ésta empezó a molestar a la persona con quien trabajaba que se refería a su puesto como una cachimba, palabra que tiene tiene varios significados, desde una lámpara de petróleo hasta un refugio nocturno para tráilers.

“Otro día viene el rotulista y le digo bórrame donde dice comedor de Mary, ponle comedor La cachimba de Mary. Ahora soy Mari Cachimbas, y me gusta,” concluyó.

MAZATLÁN. Los últimos dos años han sido muy difíciles para el sector pesquero de Mazatlán y al igual que los trabajadores de mar, La Cachimba mantiene en pie su negocio de comida en espera de que la situación de los camaroneros mejore.

Trabajar en un sector dominado por hombres, como el de la pesca, le formó el carácter a María del Refugio Sánchez Lizárraga.

Toda su vida ha vivido de la pesca, su padre fue trabajador del mar y aunque se alejó casi 20 años de ese ambiente regresó al lugar donde guarda sus más bonitos recuerdos de la niñez.

Mary La Cachimba como la conocen en el muelle, recuerda que desde los 7 años su padre la llevaba al muelle, los subía al barco y les cocinaba. El hombre perteneció a la cooperativa Artículo 27 durante 34 años. En ese muelle atracan alrededor de 500 barcos camaroneros los cuales deberían estarse alistando para salir a pescar una vez que termine la veda, sin embargo, por la crisis en el sector sólo 40% de ellos puede costear reparaciones.

Sin embargo, La Cachimba, una de las 22 madres de familia de los puestos de comida del Parque Bonfil, manifestó que la pesca gratifica muy bien. “Cuando se tiene una buena temporada nos va bien a todos, es por eso que seguimos aquí con mucha fe al mar”.

Comentó que se han unido los armadores, pescadores, maquiladoras, los comedores para buscar un mejor precio en el Diésel marino, han hecho plantones, viajes a la Ciudad de México pero hasta el momento no se tiene ninguna respuesta.

“Existe una incertidumbre muy grande porque no sabemos qué va a pasar con la pesca, somos miles los que vivimos de esto, soldadores, carpinteros, comerciantes, secretarias, contadores, empacadoras y las que vendemos comida”, dijo.

Reconoció que sacar un barco a la pesca cuesta mucho dinero a los empresarios, ya que el principal gasto es el Diésel y si no trabajan los pescadores, no hay quien consuma en los puestos. Apuntó que la venta para los comedores empezaba en julio y lo fuerte era agosto y septiembre, fecha en que se intensifican las reparaciones y se preparan para zarpar.

Sin embargo, cada vez son más cortas las temporadas. La mayoría de la flota amarró de manera anticipada en diciembre, aunque tradicionalmente la veda inicia en marzo, y los trabajadores del mar buscaron otros empleos como albañiles, soldadores, repartidores o como agentes de seguridad.

“Tenemos dos temporadas que nos ha ido muy mal, estamos aferrados aquí viene gente de fuera, traileros, gente que ya nos conocen como cocineras y vienen a consumir. Ahorita no hay reparaciones, no hay nada y por lo tanto vendemos muy poca comida”.

SOBREVIVE EN LA VEDA

Las buenas temporadas cuando capturaban toneladas de camarón empezaron a quedar en el pasado y el trabajo para las personas que viven de la pesca cada vez es más corto. Señaló que de 22 puestos a lo largo del muelle pesquero más de la mitad está cerrado, porque no conviene tener abierto por una o dos comidas, cuando que en una buena temporada se venden hasta 100 al día.

“Hay puestos que están abriendo de pura comida fiada, prefiero no vender o vender poquito a arriesgarse, pero hay gente que no te paga en dinero, llega el pescador y te regala camarón, pescado y compensas una cosa con la otra”, dijo.

Doña Mary abundo que para sobrevivir en esta temporada de veda está ofreciendo comida y aguas frescas con servicio a domicilio a los negocios ubicados en el Parque Bonfil. “Nosotros no queremos que nos regalen nada, queremos trabajo para seguir dándole empleo a la gente que está aquí conmigo, ahorita tengo un trabajador y en temporada meto otras dos personas”.

La Cachimba cuenta sus anécdotas en el puerto. “Aquí he me ha tocado ver de todo, desde mujeres que vienen y les hacen escándalos a los maridos, hasta los pescadores que llegan llorando por el mal tiempo porque pensaron que no iban a regresar”.

Entre sus recuerdos está un relató de un muchacho de Nicaragua que iba a trabajar a las Islas Marías y pidió comida pero también le dijo no traía dinero que le pagaría cuándo regresará. “Le di un café, taquitos de frijoles y un pan. Se fue, y como a los siete meses regresó a pagarme”.

La dueña del comedor La Cachimba de Mary destacó que el trabajo del pescador es de los más pesados.”Cuando ellos se van lloro, cuando vienen también y en mis oraciones pido mucho a Dios por ellos”.

LA CACHIMBA DE MARY

Mary Sánchez comentó que por cuatro años trabajó en un comedor, pero renunció. “Con mucho temor pero animada por los muchachos decidí emprender mi propio negocio”.

Era el año 2012, con sus ahorros y los de su entonces pareja pusieron el negocio. Al año se separaron, ella se quedó con el puesto, y para no tener problemas, él se quedó con un carro que tenían.

Los clientes comenzaron a llegar al comedor de Mary y ésta empezó a molestar a la persona con quien trabajaba que se refería a su puesto como una cachimba, palabra que tiene tiene varios significados, desde una lámpara de petróleo hasta un refugio nocturno para tráilers.

“Otro día viene el rotulista y le digo bórrame donde dice comedor de Mary, ponle comedor La cachimba de Mary. Ahora soy Mari Cachimbas, y me gusta,” concluyó.

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