/ jueves 26 de noviembre de 2020

70 años de doctorado

El Doctorado no se adquiere para saber más sino para saber mejor. El acumulamiento de saberes es siempre perjudicial. Es imposible “saberlo” todo porque la información cotidiana -que contiene “saberes”- es abrumadora. Una vida entera no alcanzaría para leer los libros que a diario se publican, y menos en una especialidad que inevitablemente se halla vinculada de una manera u otra al conocimiento universal. Tal es el humanismo que en Derecho es punto menos que imprescindible.

El Doctorado, en realidad, impulsa el mejor saber, es decir, a fondo; lo que rara vez se ve, por ejemplo, en el litigio cotidiano. Hay que razonar sobre lo conocido, pensarlo y meditarlo en busca de nuevos senderos del conocimiento.

Ahora bien, pocos son los abogados que mejor saben lo que han estudiado. Olvidan o desconocen que saber es vincular lo especial con lo general, predominando la malsana tendencia de aislar tanto lo especial que pareciera una parte independiente del todo. Porque una especialidad, la que sea, es siempre una partícula de una unidad mayor. Pero en lo tocante a la Justicia, tan evanescente en la realidad, el compromiso moral y profesional del abogado es tender puentes de unión, muy finos, entre la ley, el Derecho, la Justicia y la sociedad.

Yo pienso al respecto que la primera defensa del abogado debe ser la de la sociedad; me refiero a lo que algunos llaman conciencia social, pero que en lo que propongo va mucho más allá. Si el abogado defiende auténticamente a un cliente determinado, defenderá a toda la sociedad. Saber esto y apreciarlo es entender una parte fundamental del Derecho.

En fin, en todo ello me ha hecho pensar el magnífico libro del Doctor Raúl Contreras Bustamante, El Derecho Humano a la Educación (Tirant lo blanch, UNAM, Facultad de Derecho de la UNAM), que está en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y que se presentará en línea o virtualmente el próximo lunes 30 a las once y media de la mañana. Se trata de la tesis con la cual el autor obtuvo el grado de Doctor en Derecho Magna Cum Laude en la Universidad de Salamanca, y que ha pulido con singular maestría.

El sustentante forjó su segundo Doctorado en la dorada Salamanca y en las aguas generosas del Tormes -cuna del Lazarillo-, ya que el primero es de la UNAM con los máximos honores y sin perder de vista que la Universidad de Salamanca fue madrina de la fundada por Justo Sierra en 1910. El Maestro de América clamó tanto por aplacar la sed de Justicia de nuestro pueblo como para saciar su sed de educación. Es de tener en cuenta que uno de los más grandes legados de la Revolución Mexicana, inspirado en los ideales de Don Justo, es educar en el entorno de los valores humanos.

Por cierto, acabamos de celebrar el 110 aniversario de la Revolución Mexicana, fecha en que por la delicada situación que atraviesa el país deberíamos tener presente el derecho humano a la educación como una garantía social de primer orden. Esa es la puerta que tenemos que abrir para entrar en la era del progreso educativo, único medio con que se cuenta para la consolidación de los proyectos revolucionarios. Primero la educación, que es el presupuesto indispensable para crecer y progresar. Eso nos enseña el gran libro de Raúl Contreras Bustamante, aportación de la Facultad de Derecho de la UNAM en estas horas que aunque serán pasajeras son el inicio de una nueva etapa en la historia de la humanidad. En suma, la UNAM piensa, razona y enfrenta la crisis con el coraje necesario para enaltecer el espíritu humano. Así habla la UNAM.

PROFESOR EMÉRITO DE LA UNAM

Sígueme en Twitter: @RaulCarranca

Y Facebook: www.facebook.com/despacho.raulcarranca

El Doctorado no se adquiere para saber más sino para saber mejor. El acumulamiento de saberes es siempre perjudicial. Es imposible “saberlo” todo porque la información cotidiana -que contiene “saberes”- es abrumadora. Una vida entera no alcanzaría para leer los libros que a diario se publican, y menos en una especialidad que inevitablemente se halla vinculada de una manera u otra al conocimiento universal. Tal es el humanismo que en Derecho es punto menos que imprescindible.

El Doctorado, en realidad, impulsa el mejor saber, es decir, a fondo; lo que rara vez se ve, por ejemplo, en el litigio cotidiano. Hay que razonar sobre lo conocido, pensarlo y meditarlo en busca de nuevos senderos del conocimiento.

Ahora bien, pocos son los abogados que mejor saben lo que han estudiado. Olvidan o desconocen que saber es vincular lo especial con lo general, predominando la malsana tendencia de aislar tanto lo especial que pareciera una parte independiente del todo. Porque una especialidad, la que sea, es siempre una partícula de una unidad mayor. Pero en lo tocante a la Justicia, tan evanescente en la realidad, el compromiso moral y profesional del abogado es tender puentes de unión, muy finos, entre la ley, el Derecho, la Justicia y la sociedad.

Yo pienso al respecto que la primera defensa del abogado debe ser la de la sociedad; me refiero a lo que algunos llaman conciencia social, pero que en lo que propongo va mucho más allá. Si el abogado defiende auténticamente a un cliente determinado, defenderá a toda la sociedad. Saber esto y apreciarlo es entender una parte fundamental del Derecho.

En fin, en todo ello me ha hecho pensar el magnífico libro del Doctor Raúl Contreras Bustamante, El Derecho Humano a la Educación (Tirant lo blanch, UNAM, Facultad de Derecho de la UNAM), que está en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y que se presentará en línea o virtualmente el próximo lunes 30 a las once y media de la mañana. Se trata de la tesis con la cual el autor obtuvo el grado de Doctor en Derecho Magna Cum Laude en la Universidad de Salamanca, y que ha pulido con singular maestría.

El sustentante forjó su segundo Doctorado en la dorada Salamanca y en las aguas generosas del Tormes -cuna del Lazarillo-, ya que el primero es de la UNAM con los máximos honores y sin perder de vista que la Universidad de Salamanca fue madrina de la fundada por Justo Sierra en 1910. El Maestro de América clamó tanto por aplacar la sed de Justicia de nuestro pueblo como para saciar su sed de educación. Es de tener en cuenta que uno de los más grandes legados de la Revolución Mexicana, inspirado en los ideales de Don Justo, es educar en el entorno de los valores humanos.

Por cierto, acabamos de celebrar el 110 aniversario de la Revolución Mexicana, fecha en que por la delicada situación que atraviesa el país deberíamos tener presente el derecho humano a la educación como una garantía social de primer orden. Esa es la puerta que tenemos que abrir para entrar en la era del progreso educativo, único medio con que se cuenta para la consolidación de los proyectos revolucionarios. Primero la educación, que es el presupuesto indispensable para crecer y progresar. Eso nos enseña el gran libro de Raúl Contreras Bustamante, aportación de la Facultad de Derecho de la UNAM en estas horas que aunque serán pasajeras son el inicio de una nueva etapa en la historia de la humanidad. En suma, la UNAM piensa, razona y enfrenta la crisis con el coraje necesario para enaltecer el espíritu humano. Así habla la UNAM.

PROFESOR EMÉRITO DE LA UNAM

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