/ miércoles 2 de agosto de 2017

Invalidez de la diplomacia del twitt

Oportuno, pero también necesario, el desmentido del gobierno de México a lo dicho por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre una supuesta llamada telefónica de su homólogo Enrique Peña Nieto para felicitarlo por su política migratoria y por el nombramiento del general John Kelly como su jefe de Gabinete. Fue un cumplido, afirmó Donald Trump en una más de sus mentiras al frente del cada vez más desorganizado y errático gobierno de su país.

La aclaración de la cancillería se imponía, no tanto para salir al paso de una más de las falsedades del presidente de la Unión Americana, sino para contrarrestar los efectos que esa versión tendría en la opinión pública, respecto de nuestra política exterior y de los principios de no intervención en asuntos internos de otra nación. El desmentido se produce en los momentos en los que algunas voces cuestionan si México ha traspuesto las líneas de su política exterior con la postura adoptada frente al gobierno de Venezuela. La intención del gobierno de México de participar en las sanciones que el de Washington pretende imponer a funcionarios de Venezuela, comenzando por el presidente Nicolás Maduro, puede ser interpretada como una forma de injerencia en un país con el que mantenemos relaciones diplomáticas e históricamente amistosas. La vigilancia de posibles operaciones ilícitas en los mercados financieros debe obedecer al cumplimiento de las obligaciones establecidas en convenios internacionales en la materia. Esa obligación debe ser general y no circunscrita a personas o instituciones específicas de un país ni aplicadas como una sanción que tendría tintes y características de índole política.

Hasta ahora, la posición de México frente a Venezuela se ha limitado a señalamientos, en forma de recomendaciones al gobierno de ese país respecto a ciertas decisiones consideradas lesivas a la vida democrática. Lo ha hecho, junto con otros países, en el marco de instancias internacionales como la Organización de Estados Americanos. No debe ir más allá. La política exterior de México, entre otros principios, contiene la abstención de calificar a otros gobiernos en defensa de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. México ha sido objeto de esas formas de presión, como lo fue en los años posteriores a la Revolución y a la promulgación de una nueva Constitución en 1917.

El presidente de México, aclara en un comunicado de la Secretaría de Relaciones Exteriores, que no ha tenido recientemente contacto personal ni telefónico con su homólogo norteamericano. El último encuentro entre ambos se dio el 7 de julio en la ciudad de Hamburgo, en el marco de la Cumbre del Grupo de los 20. Ahí, el presidente Enrique Peña Nieto se refirió a la disminución que se ha observado en el número de deportaciones de connacionales de Estados Unidos a México, así como en el ingreso de migrantes a la Unión Americana. El presidente Peña Nieto mencionó algunos datos de los flujos migratorios, no como un cumplido al presidente Trump, sino como una realidad objetiva en la relación entre los dos países.

Con la puntualización de la cancillería mexicana queda demostrado el valor de la comunicación entre dos países por las vías de la diplomacia. El empleo de otros medios de comunicación, como el uso de mensajes por medio de twitts a los que cada vez con mayor frecuencia acude elpresidente Trump, debe ser desechado por su invalidez como documento oficial. La declaración del gobierno de México deja a salvo, sin lugar a dudas ni interpretaciones, la política exterior del país y constituye una ratificación de nuestra voluntad de llevar adelante una relación con Estados Unidos, y con todos los países del mundo, por el camino y las formas de la civilización y la convivencia internacional.

Srio28@prodigy.ne

Oportuno, pero también necesario, el desmentido del gobierno de México a lo dicho por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre una supuesta llamada telefónica de su homólogo Enrique Peña Nieto para felicitarlo por su política migratoria y por el nombramiento del general John Kelly como su jefe de Gabinete. Fue un cumplido, afirmó Donald Trump en una más de sus mentiras al frente del cada vez más desorganizado y errático gobierno de su país.

La aclaración de la cancillería se imponía, no tanto para salir al paso de una más de las falsedades del presidente de la Unión Americana, sino para contrarrestar los efectos que esa versión tendría en la opinión pública, respecto de nuestra política exterior y de los principios de no intervención en asuntos internos de otra nación. El desmentido se produce en los momentos en los que algunas voces cuestionan si México ha traspuesto las líneas de su política exterior con la postura adoptada frente al gobierno de Venezuela. La intención del gobierno de México de participar en las sanciones que el de Washington pretende imponer a funcionarios de Venezuela, comenzando por el presidente Nicolás Maduro, puede ser interpretada como una forma de injerencia en un país con el que mantenemos relaciones diplomáticas e históricamente amistosas. La vigilancia de posibles operaciones ilícitas en los mercados financieros debe obedecer al cumplimiento de las obligaciones establecidas en convenios internacionales en la materia. Esa obligación debe ser general y no circunscrita a personas o instituciones específicas de un país ni aplicadas como una sanción que tendría tintes y características de índole política.

Hasta ahora, la posición de México frente a Venezuela se ha limitado a señalamientos, en forma de recomendaciones al gobierno de ese país respecto a ciertas decisiones consideradas lesivas a la vida democrática. Lo ha hecho, junto con otros países, en el marco de instancias internacionales como la Organización de Estados Americanos. No debe ir más allá. La política exterior de México, entre otros principios, contiene la abstención de calificar a otros gobiernos en defensa de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. México ha sido objeto de esas formas de presión, como lo fue en los años posteriores a la Revolución y a la promulgación de una nueva Constitución en 1917.

El presidente de México, aclara en un comunicado de la Secretaría de Relaciones Exteriores, que no ha tenido recientemente contacto personal ni telefónico con su homólogo norteamericano. El último encuentro entre ambos se dio el 7 de julio en la ciudad de Hamburgo, en el marco de la Cumbre del Grupo de los 20. Ahí, el presidente Enrique Peña Nieto se refirió a la disminución que se ha observado en el número de deportaciones de connacionales de Estados Unidos a México, así como en el ingreso de migrantes a la Unión Americana. El presidente Peña Nieto mencionó algunos datos de los flujos migratorios, no como un cumplido al presidente Trump, sino como una realidad objetiva en la relación entre los dos países.

Con la puntualización de la cancillería mexicana queda demostrado el valor de la comunicación entre dos países por las vías de la diplomacia. El empleo de otros medios de comunicación, como el uso de mensajes por medio de twitts a los que cada vez con mayor frecuencia acude elpresidente Trump, debe ser desechado por su invalidez como documento oficial. La declaración del gobierno de México deja a salvo, sin lugar a dudas ni interpretaciones, la política exterior del país y constituye una ratificación de nuestra voluntad de llevar adelante una relación con Estados Unidos, y con todos los países del mundo, por el camino y las formas de la civilización y la convivencia internacional.

Srio28@prodigy.ne