La semana pasada comenzó a circular la versión no oficial en las redacciones de negocios que decía que MAYRA GONZÁLEZ se iba de Nissan, que ya había sido contratada por la coreana Hyundai y que era cuestión de horas para que se diera a conocer oficialmente el movimiento que sacudiría a la industria automotriz mexicana. Los reporteros de negocios esperaban la respuesta del departamento de comunicación de la armadora japonesa, mientras los redactores de las secciones de automotriz de varios diarios se preocupaban por su invitación al show de Nueva York.
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Muchas, muchas horas después, el departamento de comunicación de la empresa salió con un comunicado a aclarar que son líderes en el mercado mexicano. Y agregaron una cita de Mayra al comunicado, para que quedara claro que sigue con los japoneses. Así su comunicación en México, como siempre, más preocupados por vender autos que por sus empleados y futuro en el país. Eso es lo que dan a entender… mientras que los redactores de los catálogos de autos de fin de semana respiraron aliviados al saber que sus privilegios siguen intactos.
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“Estos 10 años de liderazgo en México no serían posibles sin la confianza y preferencia del público por nuestros productos, servicios y tecnologías, así como el trabajo conjunto de un extraordinario equipo de más de 17 mil colaboradores que conforman Nissan Mexicana y una red de más de 230 distribuidores, todos trabajando estratégicamente alineados para llevar nuestros vehículos a millones de hogares en México”, comentó Mayra González, presidente y director general de Nissan Mexicana, en un boletín que logró sepultar tardíamente la revolución que se formaba con los anuncios de su salida. Los distribuidores no eran los más preocupados, son los trabajadores que viven una incertidumbre increíblemente agotadora.
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El encargado del área automotriz de Ford, Joseph R. Hinrichs, dejó ver en una reunión con analistas que los impuestos propuestos por Donald Trump y que al final se evitaron, le harían más daño a empresas como Nissan que a ellos. Sus competidores, recordó, producen más en México y exportan más de México a Estados Unidos. No se sentían tan expuestos como sus rivales, pero claro, un cinco por ciento de aranceles impactaría a la industria y a ellos también. Aclaró que no era un tema comercial, que era un tema de migrantes ilegales o migración en general, lo que hacía este asunto algo más complicado. Nunca sugirió salir del país en caso de que la presión aumentara.
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Dicen los que saben que Emiliano Salinas no lee periódicos, ni tampoco le interesa lo que dicen de él los medios masivos estadounidenses. ¿Se siente perseguido por la ley? Menos. El jueves tranquilamente bebía y comía con dos guapas jóvenes en Havre 77, en la Ciudad de México, en uno de los restaurantes más discretos y caros de este país. Estuvo ahí hasta tarde, sin guardaespaldas, sin ocultarse de nadie. Eso sí, muy bien acompañado. ¿Serán ellas parte de su secta?
