/ viernes 22 de enero de 2021

Adiós Trump

La toma de protesta de Biden sin duda tiene una trascendencia especial llena de símbolos: como un mujer vicepresidente proveniente de una minoría en señal poderosa de unidad e igualdad, el final de un proceso electoral complicado y la esperanza del regreso de la racionalidad a la oficina más poderosa del mundo; muestra de ello es el anuncio de la cancelación del muro y la reiterada convocatoria a la unidad. La presencia del vicepresidente Pence y los líderes republicanos alimentan la institucionalidad. Trump se fue sin elegancia perdonando criminales y en una lluvia de autoelogios.

Este hecho pone fin a una pequeña edad obscura en los Estados Unidos: el liderazgo de un incompetente, ególatra, mitómano que deja una nación herida, con el número de muertos y contagiados de Covid más alto del mundo, una sociedad polarizada, crisis económica y una desconfianza en todo. Pero el mayor riesgo que vivió la nación fue que un autoritario, sin principios y torpe, pudo llegar al Despacho Oval. Cuestionar una elección desde el poder, sin argumentos como lo hizo Trump, es un intento de democraticidio.

El daño de Trump no ha sido medido; conforme pasen los días habrá información que el poder presidencial ya no podrá cubrir. Sin duda hablarán todos los funcionarios que renunciaron y tendremos una visión más amplia. Nuestro vecino del norte tiene una labor primordial: analizar cómo llego alguien así y con el aplauso de millones de norteamericanos, así como las responsabilidades que se le deben exigir. Pero sobre todo cómo canalizar las demandas legítimas de millones de excluidos.

No significa que la llegada de Biden se traduzca en algo bueno, ni si quiera un regreso a la normalidad. La epidemia no sabe de política; las alternativas y herramientas para salir de la crisis económica son limitadas y el proceso con los grupos radicales será lento, con fragilidad institucional y toda una agenda internacional que reconstituir. Hay más dudas que certidumbres.

Entre las muchas incógnitas una de las más importantes es: ¿Qué pasará con el Partido Republicano? Esto tiene dos escenarios en lo esencial: el primero es seguir en la radicalización y con las teorías de la conspiración, continuar siendo el carro de payasos que los convirtió Trump y pensar qué hacer en particular con los grupos de ultraderecha, fascistas y nefastos; o el regreso a una lógica de divergencia y ejercicio del gobierno en el marco de la constitución. Tendrán que elegir un modelo a seguir ya sea de Trump o de Lincoln; no hay opciones intermedias. Si los Republicanos mantienen la agenda institucional no hay cabida para Trump, lo que obligaría a un rompimiento y la creación de una tercera fuerza de derecha radical, cambiando así la lógica del poder en el mundo.

El poder tiene un efecto embriagador, pero este efecto es contagioso, es capaz de contaminar no solo a mentes brillantes, también a grandes colectivos, la borrachera de poder y prepotencia de Trump generó muchos daños y tardarán mucho en sanar. Sin duda la dupla Trump-Bannon, seguirá dando de qué hablar, el punto es si seguirán teniendo la convocatoria y potencia que mostraron en estos años. No creo que se retiren de la vida pública; nos encantaría decir que saldrá de la historia, pero hoy solo sale de la Casa Blanca, sin la dignidad que nunca tuvo. Pero por lo pronto, no podemos ocultar el gusto de decir: Adiós Trump.

@LuisH_Fernandez

La toma de protesta de Biden sin duda tiene una trascendencia especial llena de símbolos: como un mujer vicepresidente proveniente de una minoría en señal poderosa de unidad e igualdad, el final de un proceso electoral complicado y la esperanza del regreso de la racionalidad a la oficina más poderosa del mundo; muestra de ello es el anuncio de la cancelación del muro y la reiterada convocatoria a la unidad. La presencia del vicepresidente Pence y los líderes republicanos alimentan la institucionalidad. Trump se fue sin elegancia perdonando criminales y en una lluvia de autoelogios.

Este hecho pone fin a una pequeña edad obscura en los Estados Unidos: el liderazgo de un incompetente, ególatra, mitómano que deja una nación herida, con el número de muertos y contagiados de Covid más alto del mundo, una sociedad polarizada, crisis económica y una desconfianza en todo. Pero el mayor riesgo que vivió la nación fue que un autoritario, sin principios y torpe, pudo llegar al Despacho Oval. Cuestionar una elección desde el poder, sin argumentos como lo hizo Trump, es un intento de democraticidio.

El daño de Trump no ha sido medido; conforme pasen los días habrá información que el poder presidencial ya no podrá cubrir. Sin duda hablarán todos los funcionarios que renunciaron y tendremos una visión más amplia. Nuestro vecino del norte tiene una labor primordial: analizar cómo llego alguien así y con el aplauso de millones de norteamericanos, así como las responsabilidades que se le deben exigir. Pero sobre todo cómo canalizar las demandas legítimas de millones de excluidos.

No significa que la llegada de Biden se traduzca en algo bueno, ni si quiera un regreso a la normalidad. La epidemia no sabe de política; las alternativas y herramientas para salir de la crisis económica son limitadas y el proceso con los grupos radicales será lento, con fragilidad institucional y toda una agenda internacional que reconstituir. Hay más dudas que certidumbres.

Entre las muchas incógnitas una de las más importantes es: ¿Qué pasará con el Partido Republicano? Esto tiene dos escenarios en lo esencial: el primero es seguir en la radicalización y con las teorías de la conspiración, continuar siendo el carro de payasos que los convirtió Trump y pensar qué hacer en particular con los grupos de ultraderecha, fascistas y nefastos; o el regreso a una lógica de divergencia y ejercicio del gobierno en el marco de la constitución. Tendrán que elegir un modelo a seguir ya sea de Trump o de Lincoln; no hay opciones intermedias. Si los Republicanos mantienen la agenda institucional no hay cabida para Trump, lo que obligaría a un rompimiento y la creación de una tercera fuerza de derecha radical, cambiando así la lógica del poder en el mundo.

El poder tiene un efecto embriagador, pero este efecto es contagioso, es capaz de contaminar no solo a mentes brillantes, también a grandes colectivos, la borrachera de poder y prepotencia de Trump generó muchos daños y tardarán mucho en sanar. Sin duda la dupla Trump-Bannon, seguirá dando de qué hablar, el punto es si seguirán teniendo la convocatoria y potencia que mostraron en estos años. No creo que se retiren de la vida pública; nos encantaría decir que saldrá de la historia, pero hoy solo sale de la Casa Blanca, sin la dignidad que nunca tuvo. Pero por lo pronto, no podemos ocultar el gusto de decir: Adiós Trump.

@LuisH_Fernandez