/ miércoles 11 de diciembre de 2019

Agoniza TLCAN, nace T-MEC

Con la firma de los anexos al Tratado México-Estados Unidos- Canadá, celebrada ayer en Palacio Nacional, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se anota un indiscutible triunfo político y diplomático que se consolidará con la aprobación de los congresos de los tres países para entrar en vigor a principios del año próximo. El éxito de la administración de López Obrador tiene, sin embargo, costos en lo económico y en lo social cuyo alcance se verá al analizar los puntos en los que los negociadores mexicanos hubieron de ceder ante las condiciones del gobierno del presidente Donald Trump y los representantes del Partido Demócrata, encabezados por la líder Nancy Pelosi en la cámara baja norteamericana.

El acuerdo no tiene tampoco la aprobación unánime del sector empresarial, una parte de la cual había señalado al gobierno el riesgo de una injerencia indebida en materia de política laboral y reciprocidad en varios temas económicos en detrimento de la autodeterminación y la equidad en las relaciones con los Estados Unidos.

Política y diplomacia obligan. Para el gobierno de López Obrador más vale un acuerdo producto de una serie de cesiones que la falta de un instrumento trilateral del que se espera genere una mayor certeza para las inversiones que mitiguen el estancamiento de la economía mexicana, cercano a la recesión en el primer año de la administración lopezobradorista. Con el acuerdo cuyos adenda fueron firmados en Palacio Nacional, todos ganan una parte en las negociaciones que se prolongaron después de haberse logrado en diciembre del año pasado la integración del documento al que ahora se agregan nuevos puntos que deberán ser sancionados por los legislativos de los tres países.

El presidente Donald Trump ve consumado su empeño de cancelar el antiguo TLCAN, al que califica como el peor tratado para los Estados Unidos en toda su historia. Al mismo tiempo, considera que la firma del nuevo acuerdo le ayudará a enfrentar el proceso electoral amenazado por el juicio de destitución emprendido ya en su contra por la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, que no obstante su mayoría en el Senado será un factor negativo en sus aspiraciones de reelección.

Gana Canadá que aprovechó la lucha política y diplomática entre México y Estados Unidos para obtener condiciones favorables para su economía. Gana México al lograr la firma del acuerdo en nuestro país antes de que comience formalmente el proceso electoral en Estados Unidos que presentaría serios obstáculos en esa relación. Ganan los demócratas de Nancy Pelosi con la negociación exitosa ante el poderoso sindicato, la AFL-CIO, que impuso condiciones laborales que México tendrá que cumplir puntualmente.

Los anexos que serán sometidos a la aprobación del Senado de México contienen acuerdos en materia de integración de partes norteamericanas en la industria automotriz, plazos más prolongados para la industria farmacéutica y mayores exportaciones agrícolas norteamericanas.

En la reunión celebrada en Palacio Nacional estuvieron lo mismo Jesús Seade, el principal negociador por parte de México que su jefe formal, el canciller Marcelo Ebrard. Fue un acto trascendental, con la presencia del secretario de Comercio norteamericano, Rober Lighthizer y el super asesor, yerno de Trump, Jared Kushner, así como la viceprimerministro de Canadá, Chrystia Freeland.

El presidente López Obrador pospuso su gira a Sonora para atender personalmente este acontecimiento que marca una nueva etapa en la relación y las perspectivas de la importante zona económica de América del Norte. La ocasión lo justifica. Pero no hay que olvidar que el mérito debe atribuirse tanto al actual como al gobierno de Enrique Peña Nieto que durante más de un año negoció con éxito la firma original del acuerdo.

Es un regalo de Navidad digno de ser festejado.

Con la firma de los anexos al Tratado México-Estados Unidos- Canadá, celebrada ayer en Palacio Nacional, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se anota un indiscutible triunfo político y diplomático que se consolidará con la aprobación de los congresos de los tres países para entrar en vigor a principios del año próximo. El éxito de la administración de López Obrador tiene, sin embargo, costos en lo económico y en lo social cuyo alcance se verá al analizar los puntos en los que los negociadores mexicanos hubieron de ceder ante las condiciones del gobierno del presidente Donald Trump y los representantes del Partido Demócrata, encabezados por la líder Nancy Pelosi en la cámara baja norteamericana.

El acuerdo no tiene tampoco la aprobación unánime del sector empresarial, una parte de la cual había señalado al gobierno el riesgo de una injerencia indebida en materia de política laboral y reciprocidad en varios temas económicos en detrimento de la autodeterminación y la equidad en las relaciones con los Estados Unidos.

Política y diplomacia obligan. Para el gobierno de López Obrador más vale un acuerdo producto de una serie de cesiones que la falta de un instrumento trilateral del que se espera genere una mayor certeza para las inversiones que mitiguen el estancamiento de la economía mexicana, cercano a la recesión en el primer año de la administración lopezobradorista. Con el acuerdo cuyos adenda fueron firmados en Palacio Nacional, todos ganan una parte en las negociaciones que se prolongaron después de haberse logrado en diciembre del año pasado la integración del documento al que ahora se agregan nuevos puntos que deberán ser sancionados por los legislativos de los tres países.

El presidente Donald Trump ve consumado su empeño de cancelar el antiguo TLCAN, al que califica como el peor tratado para los Estados Unidos en toda su historia. Al mismo tiempo, considera que la firma del nuevo acuerdo le ayudará a enfrentar el proceso electoral amenazado por el juicio de destitución emprendido ya en su contra por la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, que no obstante su mayoría en el Senado será un factor negativo en sus aspiraciones de reelección.

Gana Canadá que aprovechó la lucha política y diplomática entre México y Estados Unidos para obtener condiciones favorables para su economía. Gana México al lograr la firma del acuerdo en nuestro país antes de que comience formalmente el proceso electoral en Estados Unidos que presentaría serios obstáculos en esa relación. Ganan los demócratas de Nancy Pelosi con la negociación exitosa ante el poderoso sindicato, la AFL-CIO, que impuso condiciones laborales que México tendrá que cumplir puntualmente.

Los anexos que serán sometidos a la aprobación del Senado de México contienen acuerdos en materia de integración de partes norteamericanas en la industria automotriz, plazos más prolongados para la industria farmacéutica y mayores exportaciones agrícolas norteamericanas.

En la reunión celebrada en Palacio Nacional estuvieron lo mismo Jesús Seade, el principal negociador por parte de México que su jefe formal, el canciller Marcelo Ebrard. Fue un acto trascendental, con la presencia del secretario de Comercio norteamericano, Rober Lighthizer y el super asesor, yerno de Trump, Jared Kushner, así como la viceprimerministro de Canadá, Chrystia Freeland.

El presidente López Obrador pospuso su gira a Sonora para atender personalmente este acontecimiento que marca una nueva etapa en la relación y las perspectivas de la importante zona económica de América del Norte. La ocasión lo justifica. Pero no hay que olvidar que el mérito debe atribuirse tanto al actual como al gobierno de Enrique Peña Nieto que durante más de un año negoció con éxito la firma original del acuerdo.

Es un regalo de Navidad digno de ser festejado.