/ sábado 26 de junio de 2021

Alto poder | Don Eloy camina el país en busca de su hijo 

En noviembre de 2014, Jorge Luis Espinoza Rodríguez, de 18 años, estaba por concluir sus estudios de preparatoria en Villahermosa, Tabasco, cuando se enteró que había una oportunidad de ganarse una beca para continuar preparándose en la Universidad de Harvard.

Para conseguir una beca, Jorge Luis tuvo que viajar a Tijuana, Baja California, donde tomaría un curso de capacitación en el Club Leones. Emprendió el viaje acompañado por un par de maestros y un grupo de jóvenes, quienes también aspiraban a una mejor vida. En total, viajaban 15 personas.

Con el mayor de los esfuerzos y el mejor de los apoyos, el padre del estudiante, José Eloy Espinoza González juntó dinero suficiente para cubrir los gastos de su hijo durante su estadía en Tijuana. Jamás pensó que el día que despidió a su hijo en Villahermosa, sería el último que lo vería.

El 19 de noviembre de aquel 2014, Jorge Luis y sus otros 14 acompañantes, llegaron a la caseta de Esperanza, en Ciudad Obregón, Sonora, poco después, en Guachochi, se les perdió el rastro, o al menos ese es el último punto que registra el GPS del celular del joven.

De inmediato, don José Eloy acudió ante las autoridades de Sonora a levantar el acta, a denunciar la desaparición del autobús en el que viajaba su único hijo. Han pasado siete años y ninguna respuesta ha recibido de la Fiscalía estatal. Lo más extraño es que las familias de los demás desaparecidos, han guardado silencio, quizá por cansancio, quizá por temor o por amenazas.

Don José sólo quiere saber dónde está su hijo, qué pasó con él y, sobre todo, evitar que le ocurra lo mismo a otros jóvenes que aspiran ser mejores personas y ciudadanos. Ese deseo, lo impulsó a iniciar una caminata que partió de Baja California Sur, el pasado 20 de mayo, y su intención es llegar a Palacio Nacional, en la Ciudad de México.

En estos días, avanza por Sonora y, en una llamada telefónica con este reportero, me comentó que ha sido difícil su andar, no sólo por el temor a también desaparecer, ser asaltado o secuestrado. También se enfrenta a la indiferencia de la gente, que en ocasiones le han echado el auto encima, lo han agredido física y verbalmente, son incapaces de comprender su dolor.

Don José Eloy también ha recolectado el dolor de miles de personas por lo que, cuando llegue a Palacio Nacional y si logra ser recibido por el presidente López Obrador, le entregará un documento exigiéndole el esclarecimiento de lo ocurrido con su hijo y también le demandará apoyo para las familias de otras víctimas y que cumpla con el abasto de medicamentos para niños enfermos de cáncer, que parece nunca llegar.

Con los pies visiblemente lastimados, la mirada triste y una deshidratación que ya comienza a causar estragos en su salud, el papá de Jorge Luis es un claro ejemplo del esfuerzo que realizan los ciudadanos ante la incapacidad de las autoridades que cobran un salario, como si realmente lo desquitaran.


REYNOSA, TIERRA DE LA DELINCUENCIA

Ese no es el único hecho de violencia contra inocentes.

El sábado pasado, a las 12:35 de la tarde un convoy de tres camionetas sembraron el pánico y de muertos, las calles de Reynosa Tamaulipas, al asesinar a un total de 15 inocentes, desde adultos mayores, albañiles, hasta jóvenes y mujeres. Además, quedaron tendidos cuatro presuntos delincuentes.

Lo que resulta preocupante, es la lentitud con que las autoridades (de todos los niveles) responden ante el llamado desesperado de la ciudadanía vulnerable, porque ese día se recibieron alertas desde las 12:38 de la tarde, empero los primeros en llegar al sitio de las agresiones fueron los policías municipales, casi 40 minutos después.

Esa tardanza, permitió que los asesinos recorrieran cinco colonias de Reynosa, incluso se dirigieron a las inmediaciones del puente Pharr, uno de los cruces internacionales más importantes a nivel mundial y que, por su relevancia, debe estar súper resguardado, lo cual no ocurrió.

La duda que los tamaulipecos se hicieron fue ¿dónde está el gobernador, Francisco García Cabeza de Vaca? Nadie lo vio sino hasta el miércoles cuando reapareció a través de una videoconferencia organizada por la Secretaría de Marina, y solo para repetir que llegará “hasta las últimas consecuencias”.

Por todos es sabido que la intención de ese tipo de ataques es sembrar el pánico entre la ciudadanía indefensa o mandar mensajes a sus adversarios, pero siempre a través de baño de sangre.


GUANAJUATO, ESTANCADA EN LA IMPUNIDAD

Apenas habían transcurrido 48 horas, cuando en Salvatierra, Guanajuato, hombres armados perseguían a dos personas para matarlas por lo que trataron de ocultarse en un taller de motocicletas, donde un grupo de jóvenes (entre ellos dos menores de edad) estaban reunidos. El saldo de la agresión fue de siete personas muertas y dos heridas.

Pero ahí no termina el sanguinario conteo, porque la madrugada del miércoles de esta semana en Fresnillo, Zacatecas, un comando ingresó a una casa para matar a cuatro mujeres y tres hombres. Al interior se encontraban cinco niñas, que fueron encerradas en otra habitación lo que les permitió salir ilesas.

Ya por la mañana, Zacatecas seguía sumando muertes, con la aparición de dos cuerpos colgados en el puente de las Sirenas; ambos sujetos resultaron ser dos elementos de la policía de Seguridad Pública de San Luis Potosí reportados como desaparecidos.

Además, se ha vuelto común que en redes sociales circulen videos sobre falsos retenes instalados en las carreteras y autopistas del país, en los que desaparecen familias enteras; o el asalto masivo (a 40 autos y tráileres) ocurrido esta semana en el Arco Norte, en el tramo de Tlaxcala.

Nadie puede negar que la violencia permeó todos los niveles de gobierno, mientras los ciudadanos buscan cómo protegerse del crimen organizado que parece ser el único de garantizarles seguridad.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.


manuelmejidot@gmail.com

En noviembre de 2014, Jorge Luis Espinoza Rodríguez, de 18 años, estaba por concluir sus estudios de preparatoria en Villahermosa, Tabasco, cuando se enteró que había una oportunidad de ganarse una beca para continuar preparándose en la Universidad de Harvard.

Para conseguir una beca, Jorge Luis tuvo que viajar a Tijuana, Baja California, donde tomaría un curso de capacitación en el Club Leones. Emprendió el viaje acompañado por un par de maestros y un grupo de jóvenes, quienes también aspiraban a una mejor vida. En total, viajaban 15 personas.

Con el mayor de los esfuerzos y el mejor de los apoyos, el padre del estudiante, José Eloy Espinoza González juntó dinero suficiente para cubrir los gastos de su hijo durante su estadía en Tijuana. Jamás pensó que el día que despidió a su hijo en Villahermosa, sería el último que lo vería.

El 19 de noviembre de aquel 2014, Jorge Luis y sus otros 14 acompañantes, llegaron a la caseta de Esperanza, en Ciudad Obregón, Sonora, poco después, en Guachochi, se les perdió el rastro, o al menos ese es el último punto que registra el GPS del celular del joven.

De inmediato, don José Eloy acudió ante las autoridades de Sonora a levantar el acta, a denunciar la desaparición del autobús en el que viajaba su único hijo. Han pasado siete años y ninguna respuesta ha recibido de la Fiscalía estatal. Lo más extraño es que las familias de los demás desaparecidos, han guardado silencio, quizá por cansancio, quizá por temor o por amenazas.

Don José sólo quiere saber dónde está su hijo, qué pasó con él y, sobre todo, evitar que le ocurra lo mismo a otros jóvenes que aspiran ser mejores personas y ciudadanos. Ese deseo, lo impulsó a iniciar una caminata que partió de Baja California Sur, el pasado 20 de mayo, y su intención es llegar a Palacio Nacional, en la Ciudad de México.

En estos días, avanza por Sonora y, en una llamada telefónica con este reportero, me comentó que ha sido difícil su andar, no sólo por el temor a también desaparecer, ser asaltado o secuestrado. También se enfrenta a la indiferencia de la gente, que en ocasiones le han echado el auto encima, lo han agredido física y verbalmente, son incapaces de comprender su dolor.

Don José Eloy también ha recolectado el dolor de miles de personas por lo que, cuando llegue a Palacio Nacional y si logra ser recibido por el presidente López Obrador, le entregará un documento exigiéndole el esclarecimiento de lo ocurrido con su hijo y también le demandará apoyo para las familias de otras víctimas y que cumpla con el abasto de medicamentos para niños enfermos de cáncer, que parece nunca llegar.

Con los pies visiblemente lastimados, la mirada triste y una deshidratación que ya comienza a causar estragos en su salud, el papá de Jorge Luis es un claro ejemplo del esfuerzo que realizan los ciudadanos ante la incapacidad de las autoridades que cobran un salario, como si realmente lo desquitaran.


REYNOSA, TIERRA DE LA DELINCUENCIA

Ese no es el único hecho de violencia contra inocentes.

El sábado pasado, a las 12:35 de la tarde un convoy de tres camionetas sembraron el pánico y de muertos, las calles de Reynosa Tamaulipas, al asesinar a un total de 15 inocentes, desde adultos mayores, albañiles, hasta jóvenes y mujeres. Además, quedaron tendidos cuatro presuntos delincuentes.

Lo que resulta preocupante, es la lentitud con que las autoridades (de todos los niveles) responden ante el llamado desesperado de la ciudadanía vulnerable, porque ese día se recibieron alertas desde las 12:38 de la tarde, empero los primeros en llegar al sitio de las agresiones fueron los policías municipales, casi 40 minutos después.

Esa tardanza, permitió que los asesinos recorrieran cinco colonias de Reynosa, incluso se dirigieron a las inmediaciones del puente Pharr, uno de los cruces internacionales más importantes a nivel mundial y que, por su relevancia, debe estar súper resguardado, lo cual no ocurrió.

La duda que los tamaulipecos se hicieron fue ¿dónde está el gobernador, Francisco García Cabeza de Vaca? Nadie lo vio sino hasta el miércoles cuando reapareció a través de una videoconferencia organizada por la Secretaría de Marina, y solo para repetir que llegará “hasta las últimas consecuencias”.

Por todos es sabido que la intención de ese tipo de ataques es sembrar el pánico entre la ciudadanía indefensa o mandar mensajes a sus adversarios, pero siempre a través de baño de sangre.


GUANAJUATO, ESTANCADA EN LA IMPUNIDAD

Apenas habían transcurrido 48 horas, cuando en Salvatierra, Guanajuato, hombres armados perseguían a dos personas para matarlas por lo que trataron de ocultarse en un taller de motocicletas, donde un grupo de jóvenes (entre ellos dos menores de edad) estaban reunidos. El saldo de la agresión fue de siete personas muertas y dos heridas.

Pero ahí no termina el sanguinario conteo, porque la madrugada del miércoles de esta semana en Fresnillo, Zacatecas, un comando ingresó a una casa para matar a cuatro mujeres y tres hombres. Al interior se encontraban cinco niñas, que fueron encerradas en otra habitación lo que les permitió salir ilesas.

Ya por la mañana, Zacatecas seguía sumando muertes, con la aparición de dos cuerpos colgados en el puente de las Sirenas; ambos sujetos resultaron ser dos elementos de la policía de Seguridad Pública de San Luis Potosí reportados como desaparecidos.

Además, se ha vuelto común que en redes sociales circulen videos sobre falsos retenes instalados en las carreteras y autopistas del país, en los que desaparecen familias enteras; o el asalto masivo (a 40 autos y tráileres) ocurrido esta semana en el Arco Norte, en el tramo de Tlaxcala.

Nadie puede negar que la violencia permeó todos los niveles de gobierno, mientras los ciudadanos buscan cómo protegerse del crimen organizado que parece ser el único de garantizarles seguridad.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.


manuelmejidot@gmail.com