/ viernes 29 de diciembre de 2017

¡Año de perros!

Pocos conozco a quienes les fuera bien, en este endemoniado año. La mayoría pone “changuitos” para que de una buena vez, acabe. Parecería que los hados nos mandaron las siete plagas.

Empezó con la “protesta” del hotentote de los pelos de elote (Donald Trump). Sabíamos que a su llegada arreciaría la tormenta, aunque pensamos que no tan fuerte.

Entre rayos, truenos y centellas, hemos visto la corretiza que les han puesto a nuestras espaldas mojadas. ICE (Policía de migración) tiene con el Jesús en la boca, a la millonada de indocumentados que se resisten a la idea de tener que regresar.

El Tratado de Libre Comercio en vilo y los inagotables tuiters del energúmeno, le sacan canas moradas al equipo azteca, que intenta salvar lo insalvable. El peso convertido en un alfeñique, consecuencia de unas mesas de negociación, que parecen de negación.

El cantado muro luce sus esperpénticas muestras, golpe visual y moral para los que, acostumbrados a vivir con un pie de cada lado fronterizo, ahora sólo podrán contemplar la deplorable pared.

La pata gringa sobre los que volvemos a ser sus “vecinos distantes” y la incertidumbre absoluta de los que pensaron que habían alcanzado a ser parte, del “American way of life”. Un desastre que intentamos paliar haciéndonos la ilusión de que le van a endosar un “impeachment” y caerá, como le ocurrió a Richard Nixon: sueños de opio. Sus electores aplauden las locuras del ignorante infantiloide y les salen a flor de piel ancestrales fobias contra los “morenos”, los de turbante y los propios afroamericanos, siempre en desventaja frente a sus “hermanos” caucásicos.

Y si allende el Bravo la cosa pinta color de hormiga, qué decir de los avatares de la propia casa. La economía, del carambas, la inseguridad, peor y la electoritis sumiéndonos en la neurosis y la depresión.

Año de muertos. De récord en las cifras de homicidios y de una saña que supera a la ficción. En la plenitud lunar de octubre, cada 16 minutos y 9 segundos, mataron, en promedio, a una persona. Entidades como Baja California Sur, donde el crimen creció de manera exorbitante, cuando hasta hace poco era un paraíso.

El narco hasta la cocina y regiones enteras de la República, en sus manos. Contubernio de autoridades, policías, ciudadanos comunes y corrientes. Millones en juego, para los bolsillos de los sátrapas que no se tientan el corazón. En paralelo, extorsiones, secuestros, trata de personas: ¡De todo hay en la viña del Señor!

Crecen las cifras y se hace el silencio. Se condena la inútil estrategia y sus encargados se hacen como que “la Virgen les habló”. Los desgobernadores en la milonga –y los que se van, en pleno año de Hidalgo-, indiferentes a lo que ocurre a unas cuadras de distancia de su

oficina.

La población, indefensa e impotente frente a los malhechores. Clama por justicia, sin que la escuchen, desesperada en el intento por sobrevivir, por proteger a su familia y sus pocos o muchos bienes. Imposible acostumbrarse. Dejan de salir, buscan los pocos caminos transitables, el sacarle la vuelta al peligro, aunque pocas veces lo consiguen.

Para darnos la puntilla, los sismos. El 7 de septiembre, casi 100 muertos; el 19, 369. Más de 110 mil inmuebles dañados, destruidos, desahuciados. Si poco se tenía, menos quedó. Al paso de los meses, el olvido oficialista, la voracidad de los constructores, la imposibilidad de recuperar esa menos triste vida, que se tenía.

Año de perros, para millones de mexicanos. Aunque el 18 se ve negro, esperemos que cambie de color.

 

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq  

Pocos conozco a quienes les fuera bien, en este endemoniado año. La mayoría pone “changuitos” para que de una buena vez, acabe. Parecería que los hados nos mandaron las siete plagas.

Empezó con la “protesta” del hotentote de los pelos de elote (Donald Trump). Sabíamos que a su llegada arreciaría la tormenta, aunque pensamos que no tan fuerte.

Entre rayos, truenos y centellas, hemos visto la corretiza que les han puesto a nuestras espaldas mojadas. ICE (Policía de migración) tiene con el Jesús en la boca, a la millonada de indocumentados que se resisten a la idea de tener que regresar.

El Tratado de Libre Comercio en vilo y los inagotables tuiters del energúmeno, le sacan canas moradas al equipo azteca, que intenta salvar lo insalvable. El peso convertido en un alfeñique, consecuencia de unas mesas de negociación, que parecen de negación.

El cantado muro luce sus esperpénticas muestras, golpe visual y moral para los que, acostumbrados a vivir con un pie de cada lado fronterizo, ahora sólo podrán contemplar la deplorable pared.

La pata gringa sobre los que volvemos a ser sus “vecinos distantes” y la incertidumbre absoluta de los que pensaron que habían alcanzado a ser parte, del “American way of life”. Un desastre que intentamos paliar haciéndonos la ilusión de que le van a endosar un “impeachment” y caerá, como le ocurrió a Richard Nixon: sueños de opio. Sus electores aplauden las locuras del ignorante infantiloide y les salen a flor de piel ancestrales fobias contra los “morenos”, los de turbante y los propios afroamericanos, siempre en desventaja frente a sus “hermanos” caucásicos.

Y si allende el Bravo la cosa pinta color de hormiga, qué decir de los avatares de la propia casa. La economía, del carambas, la inseguridad, peor y la electoritis sumiéndonos en la neurosis y la depresión.

Año de muertos. De récord en las cifras de homicidios y de una saña que supera a la ficción. En la plenitud lunar de octubre, cada 16 minutos y 9 segundos, mataron, en promedio, a una persona. Entidades como Baja California Sur, donde el crimen creció de manera exorbitante, cuando hasta hace poco era un paraíso.

El narco hasta la cocina y regiones enteras de la República, en sus manos. Contubernio de autoridades, policías, ciudadanos comunes y corrientes. Millones en juego, para los bolsillos de los sátrapas que no se tientan el corazón. En paralelo, extorsiones, secuestros, trata de personas: ¡De todo hay en la viña del Señor!

Crecen las cifras y se hace el silencio. Se condena la inútil estrategia y sus encargados se hacen como que “la Virgen les habló”. Los desgobernadores en la milonga –y los que se van, en pleno año de Hidalgo-, indiferentes a lo que ocurre a unas cuadras de distancia de su

oficina.

La población, indefensa e impotente frente a los malhechores. Clama por justicia, sin que la escuchen, desesperada en el intento por sobrevivir, por proteger a su familia y sus pocos o muchos bienes. Imposible acostumbrarse. Dejan de salir, buscan los pocos caminos transitables, el sacarle la vuelta al peligro, aunque pocas veces lo consiguen.

Para darnos la puntilla, los sismos. El 7 de septiembre, casi 100 muertos; el 19, 369. Más de 110 mil inmuebles dañados, destruidos, desahuciados. Si poco se tenía, menos quedó. Al paso de los meses, el olvido oficialista, la voracidad de los constructores, la imposibilidad de recuperar esa menos triste vida, que se tenía.

Año de perros, para millones de mexicanos. Aunque el 18 se ve negro, esperemos que cambie de color.

 

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq