/ lunes 23 de septiembre de 2019

Autodeterminación y nacionalismo productivo

Los nubarrones y el mal clima caracterizan este mes patrio, lleno de nacionalismo y orgullo de lo que hemos sido en una ruta por la independencia y la autodeterminación. Los nubarrones también son económicos por la desaceleración del crecimiento global y la incertidumbre que provoca la guerra comercial y la eventual ratificación del T MEC por parte de EU y Canadá.

El enemigo es claro; los treinta años de neoliberalismo y los actores que lo edificaron y construyeron cínicamente ante el deterioro del poder adquisitivo, el crecimiento de la desigualdad y la desnacionalización de la economía. La respuesta: un nacionalismo contemporáneo de corte populista, de bases democráticas y claramente en rescate de la soberanía nacional y de la soberanía del pueblo.

Un México de nuevas definiciones y formas de articular la política con la economía, alianza si contubernio no. Reglas claras y Estado de derecho si, autoritarismo, dirigismo e incertidumbre jurídica no.

Un México industrial e innovador basado en PYMES que retome su fase de expansión con el enfoque nacionalista de lo Hecho en México, las campañas de consumo de producto nacional, el fortalecimiento de su sistema de metrología y normalización, y una comunidad científica, tecnológica y de innovación mejor integradas para responder a los retos nacionales con soluciones de mercado ingeniosas y más baratas.

La vulnerabilidad del modelo mexicano de desarrollo es que depende ampliamente del exterior muy lejos de las bases de la ideología nacionalista, la ruta es cuesta arriba y significará nuevos esfuerzos convergentes para diversificar mercados, ampliar las capacidades exportadoras de la industria, inducir la innovación y la productividad en las cadenas de valor, así como detonar el crédito productivo para incentivar la inversión generadora de empleo.

Sin duda que la inversión pública puede focalizar programas dirigidos a la infraestructura para la competencia, es decir aquella que incrementa la capacidad del territorio, que genera eficiencias colectivas y economías de aglomeración que sirven de albergue propicio para las inversiones. Acceso a la energía limpia y barata, polígonos industriales aptos a las necesidades del siglo XXI, nodos logísticos intermodales, educación tecnológica y nodos de innovación y desarrollo tecnológico para conformar ecosistemas de innovación creativa para el mercado

Como estrategia nacionalista, la industrialización del sur es indispensable para compensar y equilibrar el desarrollo y transitar de un centralismo concentrador, a un proceso de desconcentración y articulación que potencien las vocaciones productivas del territorio, pero también compensen décadas de abandono y desarticulación.

Los nubarrones y el mal clima caracterizan este mes patrio, lleno de nacionalismo y orgullo de lo que hemos sido en una ruta por la independencia y la autodeterminación. Los nubarrones también son económicos por la desaceleración del crecimiento global y la incertidumbre que provoca la guerra comercial y la eventual ratificación del T MEC por parte de EU y Canadá.

El enemigo es claro; los treinta años de neoliberalismo y los actores que lo edificaron y construyeron cínicamente ante el deterioro del poder adquisitivo, el crecimiento de la desigualdad y la desnacionalización de la economía. La respuesta: un nacionalismo contemporáneo de corte populista, de bases democráticas y claramente en rescate de la soberanía nacional y de la soberanía del pueblo.

Un México de nuevas definiciones y formas de articular la política con la economía, alianza si contubernio no. Reglas claras y Estado de derecho si, autoritarismo, dirigismo e incertidumbre jurídica no.

Un México industrial e innovador basado en PYMES que retome su fase de expansión con el enfoque nacionalista de lo Hecho en México, las campañas de consumo de producto nacional, el fortalecimiento de su sistema de metrología y normalización, y una comunidad científica, tecnológica y de innovación mejor integradas para responder a los retos nacionales con soluciones de mercado ingeniosas y más baratas.

La vulnerabilidad del modelo mexicano de desarrollo es que depende ampliamente del exterior muy lejos de las bases de la ideología nacionalista, la ruta es cuesta arriba y significará nuevos esfuerzos convergentes para diversificar mercados, ampliar las capacidades exportadoras de la industria, inducir la innovación y la productividad en las cadenas de valor, así como detonar el crédito productivo para incentivar la inversión generadora de empleo.

Sin duda que la inversión pública puede focalizar programas dirigidos a la infraestructura para la competencia, es decir aquella que incrementa la capacidad del territorio, que genera eficiencias colectivas y economías de aglomeración que sirven de albergue propicio para las inversiones. Acceso a la energía limpia y barata, polígonos industriales aptos a las necesidades del siglo XXI, nodos logísticos intermodales, educación tecnológica y nodos de innovación y desarrollo tecnológico para conformar ecosistemas de innovación creativa para el mercado

Como estrategia nacionalista, la industrialización del sur es indispensable para compensar y equilibrar el desarrollo y transitar de un centralismo concentrador, a un proceso de desconcentración y articulación que potencien las vocaciones productivas del territorio, pero también compensen décadas de abandono y desarticulación.