/ viernes 8 de diciembre de 2017

Belisario Domínguez ¡reivindicado!

La medalla Belisario Domínguez es la máxima condecoración, que otorga el Senado de la República. En sus 63 años de existencia solo se había dado a seis mujeres y después de 21 años (Griselda Álvarez) se le entrega a Julia Carabias.

Ha habido ocasiones en que el premio deja poco satisfecho. Se supone que debía recaer en alguien que se distinga por su valor civil, por su entrega a una causa. La trayectoria de la Carabias reivindica su objetivo.

Quizá pocos recuerden el nombre de la que fue Secretaria del Medio Ambiente (Zedillo). La bióloga de profesión, pareció esfumarse del mapa, después de la encomienda oficial. Ajena a las frivolidades de los egos, Carabias dedicó su esfuerzo a luchar por la preservación y conservación del medio ambiente, con una entrega absoluta.

Se considera una activista -ambientalista-, defensora de una madre naturaleza agredida por esa huella del hombre, convertido en su verdugo. La académica ha hecho hincapié en la Selva Lacandona, gran pulmón para nuestro país y naciones vecinas, maltrecha y lastimada por los fuertes intereses.

La industria maderera despobló miles de hectáreas, la caza indiscriminada de animales y aves exóticas, negociazo internacional, ha puesto en peligro de extinción a algunas variedades. El desmantelamiento forestal, para dar cobijo al ganado y sus mismos habitantes, depredadores producto de la pobreza y la necesidad de sobrevivir.

Quienes habitualmente la visitan se quedan fríos, cuando observan cómo desaparece la exuberante vegetación. Sucede en toda la República. La ambición de grandes empresas, destroza zonas enteras, sin importarles la repercusión en la vida de millones de personas. El daño a los recursos naturales, en su mayoría, es irreversible y lo poco que puede revertirse toma años, grandes cuidados y amerita fuertes inversiones.

Los activistas, en especial los indígenas, están en riesgo. En los primeros cinco meses (2017) murieron ocho asesinados. Otros sufren amagos.

Conocido el caso de Isidro Baldenegro, ganador del premio ambiental Goldman 2006, a quien mataron en enero, en Guadalupe y Calvo, en la Sierra Tarahumara. El indígena fue un decidido defensor de los bosques de Pino y Roble. Su padre falleció en condiciones similares y él tuvo que emigrar de la región, por las amenazas que recibía. Regresó a visitar a un tío y sus enemigos aprovecharon para balearlo.

En Chiapas ejecutaron a Mariano Abarca, quien luchaba en contra de una minera canadiense. En Guerrero, igual se atentó contra la vida de varios activistas, que denunciaban atropellos de grandes consorcios.

El tema supone una seria preocupación, a nivel internacional. El Informe Defensores de la Tierra, Muertes Globales, expone que se asesinó a 200, en 24 países (2016).

América Latina concentra el 60% de los homicidios y Brasil es la nación más peligrosa. Preocupa México y consideran que urge que se formule una mejor reglamentación de las empresas y se consulte a las comunidades para saber si aceptan los proyectos que proponen, quienes buscan asentarse en su territorio.

También se aconseja que las autoridades hagan efectivos los mecanismos de protección para los activistas. Con la actual inseguridad, poco van a ocuparse de aquellos contestatarios, defensores del medio ambiente.

La presea a Julia Carabias coloca el foco de la atención en los ambientalistas. Un trabajo invaluable para preservar este planeta, lacerado por el poderío de los grandes intereses.

 

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

La medalla Belisario Domínguez es la máxima condecoración, que otorga el Senado de la República. En sus 63 años de existencia solo se había dado a seis mujeres y después de 21 años (Griselda Álvarez) se le entrega a Julia Carabias.

Ha habido ocasiones en que el premio deja poco satisfecho. Se supone que debía recaer en alguien que se distinga por su valor civil, por su entrega a una causa. La trayectoria de la Carabias reivindica su objetivo.

Quizá pocos recuerden el nombre de la que fue Secretaria del Medio Ambiente (Zedillo). La bióloga de profesión, pareció esfumarse del mapa, después de la encomienda oficial. Ajena a las frivolidades de los egos, Carabias dedicó su esfuerzo a luchar por la preservación y conservación del medio ambiente, con una entrega absoluta.

Se considera una activista -ambientalista-, defensora de una madre naturaleza agredida por esa huella del hombre, convertido en su verdugo. La académica ha hecho hincapié en la Selva Lacandona, gran pulmón para nuestro país y naciones vecinas, maltrecha y lastimada por los fuertes intereses.

La industria maderera despobló miles de hectáreas, la caza indiscriminada de animales y aves exóticas, negociazo internacional, ha puesto en peligro de extinción a algunas variedades. El desmantelamiento forestal, para dar cobijo al ganado y sus mismos habitantes, depredadores producto de la pobreza y la necesidad de sobrevivir.

Quienes habitualmente la visitan se quedan fríos, cuando observan cómo desaparece la exuberante vegetación. Sucede en toda la República. La ambición de grandes empresas, destroza zonas enteras, sin importarles la repercusión en la vida de millones de personas. El daño a los recursos naturales, en su mayoría, es irreversible y lo poco que puede revertirse toma años, grandes cuidados y amerita fuertes inversiones.

Los activistas, en especial los indígenas, están en riesgo. En los primeros cinco meses (2017) murieron ocho asesinados. Otros sufren amagos.

Conocido el caso de Isidro Baldenegro, ganador del premio ambiental Goldman 2006, a quien mataron en enero, en Guadalupe y Calvo, en la Sierra Tarahumara. El indígena fue un decidido defensor de los bosques de Pino y Roble. Su padre falleció en condiciones similares y él tuvo que emigrar de la región, por las amenazas que recibía. Regresó a visitar a un tío y sus enemigos aprovecharon para balearlo.

En Chiapas ejecutaron a Mariano Abarca, quien luchaba en contra de una minera canadiense. En Guerrero, igual se atentó contra la vida de varios activistas, que denunciaban atropellos de grandes consorcios.

El tema supone una seria preocupación, a nivel internacional. El Informe Defensores de la Tierra, Muertes Globales, expone que se asesinó a 200, en 24 países (2016).

América Latina concentra el 60% de los homicidios y Brasil es la nación más peligrosa. Preocupa México y consideran que urge que se formule una mejor reglamentación de las empresas y se consulte a las comunidades para saber si aceptan los proyectos que proponen, quienes buscan asentarse en su territorio.

También se aconseja que las autoridades hagan efectivos los mecanismos de protección para los activistas. Con la actual inseguridad, poco van a ocuparse de aquellos contestatarios, defensores del medio ambiente.

La presea a Julia Carabias coloca el foco de la atención en los ambientalistas. Un trabajo invaluable para preservar este planeta, lacerado por el poderío de los grandes intereses.

 

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq