/ jueves 3 de junio de 2021

Cable Diplomático | La vida después de la pandemia

El próximo 11 de junio será la fecha en que el Distrito de Columbia vuelva a la normalidad. Abrirán nuevamente todos los negocios, comercios y regresará la actividad a los niveles previos a la pandemia. Muchos de los edificios y lugares que antes requerían el uso obligatorio de cubre bocas han relajado sus medidas sanitarias y ahora el uso de éste es opcional para aquellas personas que han recibido su esquema de vacunación completo (una o dos dosis) y para quienes hayan transcurrido al menos 14 días de ello. Por ejemplo, en mi propio edificio de departamentos se han levantado ya las medidas de distanciamiento social y las áreas comunes volvieron a estar a disposición de todos.

Ciertamente la pandemia ha cambiado radicalmente la forma en que vemos la vida y en que hacemos nuestro trabajo. Precisamente por ello pensaba que tenemos que ser capaces de aprender las lecciones que nos deja este (casi) año y medio de confinamiento y de turbulencia porque las cosas – aunque todo se “reabra” – no volverán a ser iguales. Veamos.

La primera y más importante lección es la capacidad de adaptarnos a las circunstancias cambiantes. Nadie podría haber previsto los efectos devastadores que la pandemia nos trajo. Tampoco podríamos haber adivinado que nuestra actividad sería alterada de forma tan profunda y radical y por tanto, los planes y proyectos que hubiésemos podido tener se esfumaron de igual manera. ¿Qué hacer ante ello? Adaptarse. Esta es la habilidad más importante del ser humano: reinventarse, entender las nuevas realidades, dejar ir aquello del pasado y dar paso a lo nuevo. Sin adaptación no hay manera de avanzar.

La segunda lección que tenemos que aprender es la nueva forma de trabajo. Los esquemas híbridos de colaboración tendrán cada vez un mayor peso y tendremos que ser capaces de operar en circunstancias diversas. La conectividad digital será el activo principal de todo negocio y la manera en que construimos nuestras relaciones también se volcará en gran medida al mundo virtual. Será difícil que muchas cosas que se resolvieron en línea (como las juntas y reuniones, la sustitución de viajes de trabajo, etc.) ahora vuelvan al esquema anterior. La virtualidad estará presente de forma permanente en nuestros esquemas profesionales.

Por último tenemos que desarrollar una habilidad que tiene que ver con nuestra resiliencia personal y profesional; es decir, la capacidad de sobreponernos a los obstáculos y seguir adelante a pesar de la adversidad. Si bien la pandemia dejó en evidencia la fragilidad de nuestra sociedad y de cómo un pequeño virus pudo poner al mundo de rodillas, es importante que también reconozcamos que quizá no estábamos preparados mentalmente para el estrés que este cambio habría de generar. La resiliencia en nuestra vida cotidiana será la clave.

Finalmente, como consejo pienso que ante la inminente apertura de la vida a la nueva normalidad, recordemos que ser pacientes y amables con los demás puede abrir muchas puertas. Al final del día, todos venimos de enfrentar retos complejos de diferente forma y se agradece la comprensión mutua.

El próximo 11 de junio será la fecha en que el Distrito de Columbia vuelva a la normalidad. Abrirán nuevamente todos los negocios, comercios y regresará la actividad a los niveles previos a la pandemia. Muchos de los edificios y lugares que antes requerían el uso obligatorio de cubre bocas han relajado sus medidas sanitarias y ahora el uso de éste es opcional para aquellas personas que han recibido su esquema de vacunación completo (una o dos dosis) y para quienes hayan transcurrido al menos 14 días de ello. Por ejemplo, en mi propio edificio de departamentos se han levantado ya las medidas de distanciamiento social y las áreas comunes volvieron a estar a disposición de todos.

Ciertamente la pandemia ha cambiado radicalmente la forma en que vemos la vida y en que hacemos nuestro trabajo. Precisamente por ello pensaba que tenemos que ser capaces de aprender las lecciones que nos deja este (casi) año y medio de confinamiento y de turbulencia porque las cosas – aunque todo se “reabra” – no volverán a ser iguales. Veamos.

La primera y más importante lección es la capacidad de adaptarnos a las circunstancias cambiantes. Nadie podría haber previsto los efectos devastadores que la pandemia nos trajo. Tampoco podríamos haber adivinado que nuestra actividad sería alterada de forma tan profunda y radical y por tanto, los planes y proyectos que hubiésemos podido tener se esfumaron de igual manera. ¿Qué hacer ante ello? Adaptarse. Esta es la habilidad más importante del ser humano: reinventarse, entender las nuevas realidades, dejar ir aquello del pasado y dar paso a lo nuevo. Sin adaptación no hay manera de avanzar.

La segunda lección que tenemos que aprender es la nueva forma de trabajo. Los esquemas híbridos de colaboración tendrán cada vez un mayor peso y tendremos que ser capaces de operar en circunstancias diversas. La conectividad digital será el activo principal de todo negocio y la manera en que construimos nuestras relaciones también se volcará en gran medida al mundo virtual. Será difícil que muchas cosas que se resolvieron en línea (como las juntas y reuniones, la sustitución de viajes de trabajo, etc.) ahora vuelvan al esquema anterior. La virtualidad estará presente de forma permanente en nuestros esquemas profesionales.

Por último tenemos que desarrollar una habilidad que tiene que ver con nuestra resiliencia personal y profesional; es decir, la capacidad de sobreponernos a los obstáculos y seguir adelante a pesar de la adversidad. Si bien la pandemia dejó en evidencia la fragilidad de nuestra sociedad y de cómo un pequeño virus pudo poner al mundo de rodillas, es importante que también reconozcamos que quizá no estábamos preparados mentalmente para el estrés que este cambio habría de generar. La resiliencia en nuestra vida cotidiana será la clave.

Finalmente, como consejo pienso que ante la inminente apertura de la vida a la nueva normalidad, recordemos que ser pacientes y amables con los demás puede abrir muchas puertas. Al final del día, todos venimos de enfrentar retos complejos de diferente forma y se agradece la comprensión mutua.