/ sábado 22 de junio de 2019

Cuchillito de palo | Desempleo... "En el aire"

Se siente, se percibe, se respira. El desempleo está en el aire, a pesar de que se intente engañar a la población con la cantaleta del “Yo tengo otros datos”. Es parte de las conversaciones diarias, de los círculos de amigos, de la comidilla en los cafés. Una realidad dolorosa, que podría agravarse.

Si hay una lacra que afecte al ser humano es la de perder el trabajo. Desde el punto de vista psicológico, habría que equipararlo a los sentimientos que provoca un secuestro.

Quien recupera su libertad tras un secuestro, delito que quizás más lastima –salvo el homicidio-, las víctimas caen en estados depresivos, de enorme inseguridad, de miedo constante, situaciones de las que sólo se sale con la ayuda de un terapeuta.

Quien pierde su fuente de trabajo pasa por sentimientos similares, además de auto devaluación. Se multiplican los cuestionamientos del “porqué me pasó a mí: no daba el ancho para el puesto, estoy poco preparado, me he hecho viejo, o me falta experiencia”. El galimatías mental lleva al insomnio, a los ataques de pánico, al echar mano del alcohol y otras drogas.

El círculo de la tragedia se cierra con las penurias económicas. Si se tiene la suerte de que se le liquide conforme a la Ley, habrá un pequeño respiro en el que se hará lo imposible por conseguir otra chamba. La que sea, aunque se tenga que bajar de nivel, sean menores las percepciones y se tenga que cambiar de profesión, de especialidad, con un futuro raquítico de desarrollo y frustrante.

Los síntomas se agudizan cuando pasan los meses y el horizonte se vuelve negro. Incumplibles los compromisos: hipoteca de la casa o renta, letra del automóvil, colegiaturas de escuelas particulares, mensualidad de las tarjetas de crédito; en fin, la serie de gastos fijos que se tenían y que son insoslayables.

Desde hace una década (Crisis del 2009), no se había tenido una caída en la creación de empleo, como la del 88 por ciento que acaba de dar a conocer el Instituto Mexicano del Seguro Social. Dieron largas para informar algo que, reitero, “está en el aire”.

Se vive una economía estancada: el pequeño comercio, cada día vende menos. Los grandes tampoco están en Jauja y la estrategia empresarial es la de reducir gastos, lo que implica, despedir a trabajadores.

A miles y miles de funcionarios públicos y burócratas, les cortó la cabeza el hacha de Hacienda. Inmisericorde, la señora Buenrostro “redujo” personal a niveles inauditos. La legión de “corridos” sigue sin conseguir otra fuente de trabajo, atada a préstamos –que sólo Dios cuando pueda pagar- y si tienen suerte, al auxilio de familiares en mejores condiciones.

Las industrias más afectadas, de acuerdo a especialistas, son la minera, la petrolera y la de la construcción. Pero, no hay que ir muy lejos para ver los “ajustes” que se dan en casi todas las ramas productivas, como la de los medios de comunicación, la publicidad, la manufacturera. Lo dije y lo reitero: las carteras que pueden invertir están cerradas, frente a la espada de Damocles de la incertidumbre. Un gobierno sin claridad, que da palos de ciego.

Cuando el tlatoani habla de que “hay inversión”, ésta se da en el ámbito especulativo, volátil al grado de que entra y sale en cualquier momento. Ni se pone el dinero en proyectos a largo plazo, ni hay crecimiento de negocios.

A seis meses de la 4T, la parálisis oficialista postra a unas finanzas que van como el cangrejo. Y apenas empieza…

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq


Se siente, se percibe, se respira. El desempleo está en el aire, a pesar de que se intente engañar a la población con la cantaleta del “Yo tengo otros datos”. Es parte de las conversaciones diarias, de los círculos de amigos, de la comidilla en los cafés. Una realidad dolorosa, que podría agravarse.

Si hay una lacra que afecte al ser humano es la de perder el trabajo. Desde el punto de vista psicológico, habría que equipararlo a los sentimientos que provoca un secuestro.

Quien recupera su libertad tras un secuestro, delito que quizás más lastima –salvo el homicidio-, las víctimas caen en estados depresivos, de enorme inseguridad, de miedo constante, situaciones de las que sólo se sale con la ayuda de un terapeuta.

Quien pierde su fuente de trabajo pasa por sentimientos similares, además de auto devaluación. Se multiplican los cuestionamientos del “porqué me pasó a mí: no daba el ancho para el puesto, estoy poco preparado, me he hecho viejo, o me falta experiencia”. El galimatías mental lleva al insomnio, a los ataques de pánico, al echar mano del alcohol y otras drogas.

El círculo de la tragedia se cierra con las penurias económicas. Si se tiene la suerte de que se le liquide conforme a la Ley, habrá un pequeño respiro en el que se hará lo imposible por conseguir otra chamba. La que sea, aunque se tenga que bajar de nivel, sean menores las percepciones y se tenga que cambiar de profesión, de especialidad, con un futuro raquítico de desarrollo y frustrante.

Los síntomas se agudizan cuando pasan los meses y el horizonte se vuelve negro. Incumplibles los compromisos: hipoteca de la casa o renta, letra del automóvil, colegiaturas de escuelas particulares, mensualidad de las tarjetas de crédito; en fin, la serie de gastos fijos que se tenían y que son insoslayables.

Desde hace una década (Crisis del 2009), no se había tenido una caída en la creación de empleo, como la del 88 por ciento que acaba de dar a conocer el Instituto Mexicano del Seguro Social. Dieron largas para informar algo que, reitero, “está en el aire”.

Se vive una economía estancada: el pequeño comercio, cada día vende menos. Los grandes tampoco están en Jauja y la estrategia empresarial es la de reducir gastos, lo que implica, despedir a trabajadores.

A miles y miles de funcionarios públicos y burócratas, les cortó la cabeza el hacha de Hacienda. Inmisericorde, la señora Buenrostro “redujo” personal a niveles inauditos. La legión de “corridos” sigue sin conseguir otra fuente de trabajo, atada a préstamos –que sólo Dios cuando pueda pagar- y si tienen suerte, al auxilio de familiares en mejores condiciones.

Las industrias más afectadas, de acuerdo a especialistas, son la minera, la petrolera y la de la construcción. Pero, no hay que ir muy lejos para ver los “ajustes” que se dan en casi todas las ramas productivas, como la de los medios de comunicación, la publicidad, la manufacturera. Lo dije y lo reitero: las carteras que pueden invertir están cerradas, frente a la espada de Damocles de la incertidumbre. Un gobierno sin claridad, que da palos de ciego.

Cuando el tlatoani habla de que “hay inversión”, ésta se da en el ámbito especulativo, volátil al grado de que entra y sale en cualquier momento. Ni se pone el dinero en proyectos a largo plazo, ni hay crecimiento de negocios.

A seis meses de la 4T, la parálisis oficialista postra a unas finanzas que van como el cangrejo. Y apenas empieza…

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq