Asociada COMEXI | Miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión sobre la crisis Rusia-Ucrania, Coordinadora de la Licenciatura en Negocios Globales, Universidad Iberoamericana
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Si haces que los adversarios no sepan el lugar y la fecha de la batalla, siempre puedes vencer
Sun Tzu
Remontándonos a los orígenes de la Organización del Tratado el Atlántico Norte (OTAN), se nos viene a la mente imágenes gélidas de la Guerra Fría. Esta alianza atlántica fue creada en 1949 a manera de fungir como muro de contención para cualquier amenaza militar contra cualquiera de sus miembros. Los países fundadores fueron: Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal y Reino Unido. Se fueron sumando cada vez más países hasta el año 2020 dando un total de 30 miembros a la fecha.
Como contraparte, Rusia creó su propia organización de defensa colectiva denominada la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (OSCE) donde sólo son parte: Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán. Sin embargo, Ucrania representa intereses geopolíticos y geoeconómicos muy importantes para Rusia y Occidente y es por eso que las alarmas se encendieron desde 2014 con la ilegal anexión de Crimea.
La expansión de la OTAN tocó las líneas rojas de la autocracia de Putin, por lo que desde hace un año cree el término de la OTANización (OTAN + expansión) con la intención de sintetizar que eso es justo lo que posiblemente se pudo haber evitado. Al garantizarle a Putin que Ucrania no sería miembro de la OTAN, tal vez no tendría el pretexto para decir que su seguridad estaba amenazada. Sé que hay un debate alrededor de este tema bebido a que cada estado es libre de elegir donde estar. Pero si esto implica tener bases militares y apuntar misiles desde territorio enemigo, como cuando se vivió la crisis de los misiles en 1962 en Estados Unidos, quizá habría que pensarlo dos veces. Sin embargo, cada movimiento de Occidente se ha convertido en la vacuna que empodera el sistema inmunológico político de Putin. Ya que el Kremlin se ha dedicado a meter turbulencia al nuevo (des)orden mundial, y así logra poner de cabeza a Washington y a Bruselas.
El mundo se ha reconfigurado y delineado durante estos 12 meses. La seguridad internacional se fracturó, nuevas crisis surgieron, se han creado y disuelto alianzas -políticas y comerciales-, y la espiral de tensiones aumenta ya que este conflicto tiene muchas aristas e implicaciones. Hablar de un acuerdo de paz, posiblemente sea trazar un nuevo mapa geopolítico en Ucrania. El presidente ucraniano se niega rotundamente a entregar parte del territorio ya que obtuvieron su independencia hace más de 30 años. Pero aún y cuando gane la guerra, las heridas creadas en esta región y la división -natural o forzada- harán que se tenga a dos Ucranias dentro del mismo país.
Putin hizo una jugada en su tablero muy arriesgada que consideró que valía la pena mover sus fichas para lograr jaque mate. A la fecha van 10 paquetes de sanciones. Sin embargo, en un mundo tan hiperconectado, el impacto es global. Esto es por el “Efecto Mariposa” el cual significa que, cualquier suceso en un punto geográfico impacta exponencialmente alrededor del mundo.1
Ahora procederé a enlistar cada una de las crisis que se han desatado a partir de esta guerra.
Crisis inflacionaria. Hay países que han alcanzado dos dígitos en su inflación. Aquí una muestra de la inflación en los países miembros del G7 (más industrializados).
Crisis de los granos. Trigo, maíz, cebada, soja, entre otros granos quedaron atrapados en Ucrania. A pesar del acuerdo de granos alcanzado por Turquía, la ONU, Ucrania y Rusia, siguen miles de toneladas aún sin llegar a los mercados de exportación.
Crisis del aceite de girasol. De este aceite -tan utilizado en Europa- se vio afectada su proveeduría al no contar con las semillas de girasol provenientes de Ucrania.
Crisis alimentaria3. Hay que poner sobre la mesa que el tema de la 'seguridad alimentaria' debe ser abordado de manera multidimensional al hacer frente a amenazas globales como una guerra.
Crisis energética. Ante el embargo progresivo de la Unión Europea al gas natural y al petróleo ruso, vino el temor de perder la seguridad energética.
Crisis humanitaria. Según datos de la ACNUR4 alrededor de 18 millones de personas han huido.
Crisis de los fertilizantes. Los fertilizantes rusos se convirtieron en el nuevo oro negro ante la gran dependencia de regiones completas para el sector agrícola.
Y por poco y hubiera existido otra crisis de los misiles, por las amenazas nucleares perpetradas por Putin.
Ante todas estas crisis, Rusia seguirá teniendo un monitor de signos vitales que vigile su economía para no entrar en terapia intensiva. Pero… ¿Será que Ucrania tenga un “tanque de oxígeno” para hacer frente a la desPUTINización? Este término que he creado se da al unir Putin + descomunistización. Desde 1991 se empezó un proceso de descolonización hacia todo lo que oliera, se escuchara o tuviera algo que ver con la era comunista de la Guerra Fría. Después de la anexión de Crimea en 2014, se desmontaron 140 monumentos soviéticos y se renombraron más de 900 localidades conforme a la Ley de Descomunistización. Por lo que, con esta invasión, Putin ha empujado más aún el proceso interno de Ucrania de eliminar todo lo que tenga que ver con los lazos históricos de la actual Rusia, pero sobre todo con todo lo que Putin representa. Es decir, los símbolos y monumentos de la era post soviética, los nombres de calles y todo lo que Putin significa para Ucrania, implica deshacerse de todo esto. Aunque la historia no se puede reescribir, la era de la posguerra ucraniana será recordada por las atrocidades de Putin y de todo lo que ha implicado esta hecatombe. Ya que no puede haber otra palabra que describa las atrocidades contra civiles, a las violaciones de las leyes de guerra y contra los propios derechos humanos de rusos civiles que nada tienen que ver con las decisiones del círculo más cercano al Kremlin.
A manera de reflexión final he de comentar que aunque no sabemos cuándo acabe la guerra, el mundo será otro, ya que esta guerra no sólo es contra Ucrania. Es una guerra contra la seguridad internacional y la estabilidad (imperfecta) del escenario internacional que prevalecía antes del 24 de febrero del 2022. Pero en un mundo multipolar, es impensable creer que iba a prevalecer el status quo porque estamos en una nueva era de las relaciones internacionales (con nuevos actores, nuevas amenazas y nuevas crisis globales) la cual bauticé desde hace más de dos años como Segunda Guerra Fría 2.0.