/ miércoles 22 de mayo de 2024

Democracia y educación

Estamos por elegir a la primera presidenta de la República y también a un modelo de gobierno específico. Por eso, hay que llamar la atención sobre la relación entre educación y democracia.

En primer lugar diría que asociar de manera directa a una buena educación con una democracia consolidada es más complejo de lo común. Hay países que cancelan libertades humanas, civiles y políticas pero obtienen “buenos” resultados educativos (Cuba, Singapur). Por otro lado, también es cierto que hay democracias consolidadas como el Reino Unido o Finlandia que hacen que sus niñas, niños y jóvenes adquieran habilidades para ampliar sus capacidades. Es decir, que a partir de lo que aprenden, pueden actuar de una manera más libre y responsable en este complejo mundo.

Hay un tercer grupo de países que no han podido incluir a más personas pobres para formarlos sólidamente a la par de que su entorno político y social empieza a cuartarse en términos democráticos. Este el caso de México. La relación entre “recesión democrática” y “pobreza de aprendizajes” parece ser cada vez más evidente en nuestro país. De acuerdo con el Latinobarómetro, los “países con mayor disminución de apoyo a la democracia” de 2020 a 2023 son Venezuela (-12%), Costa Rica (-11%), Guatemala y México (-8%).

¿Qué pasó con la educación en ese periodo? Según los resultados del Programa para la Evaluación Internacional del Estudiante (PISA), los resultados de logro escolar arrojados por esta prueba internacional para 2022 “fueron inferiores en comparación con las evaluaciones anteriores de 2018 en matemáticas y ciencias y los mismos que en 2018 en lectura”.

Es cierto que habría que ponderar e ir más al fondo de la relación entre la erosión democrática y la mala calidad educativa. De acuerdo. En este sentido, en primer lugar sostendría que una educación que contribuya a la ampliación de nuestra vida democrática es aquella que identifica la mentira y en lugar de ocultarla con rasgos de aparente superioridad moral, la combate con crítica.

Buena es una educación para la democracia cuando podemos reconocer el argumento del que piensa distinto y en lugar de descalificarlo, establecemos un diálogo para llegar a un acuerdo consensuado. Andar promoviendo, en contraste, el voto en bloque (“Plan C”), como lo está haciendo la candidada oficial, es querer reducir al máximo la complejidad y negar la pluralidad del país. Gobernar con una oposición fuerte representa una oportunidad para resolver más eficazmente los problemas nacionales.

¿No le enseñaron en la universidad a la doctora Sheinbaum que debía revisar todos los argumentos posibles para tener una perspectiva propia? ¿Por qué repite sin chistar lo que dice su jefe? No aprovechar los beneficios de la educación puede volvernos impositivos y autoritarios.

Esta elección no es como las pasadas en donde bastaba optar por el candidato menos peor para tratar de corregir errores o ineficacias de políticas educativas pasadas. La alternancia partidista nos ha puesto enfrente a una opción político-ideológica que es muy popular pero igual de regresiva. Ahora se puede relativizar el delito, la muerte y la mentira sin pagar costos. Si uno de “los nuestros” comete un acto ilegal, no hay que perseguirlo porque actuó en bien del movimiento”. Mientras el líder sea amado por el pueblo, no importa la vida del individuo. ¿Enseñaríamos esto en la escuela y en la universidad? Autoritarismo y mala educación también pueden ir de la mano. Seamos conscientes de esto el 2 de junio.

Estamos por elegir a la primera presidenta de la República y también a un modelo de gobierno específico. Por eso, hay que llamar la atención sobre la relación entre educación y democracia.

En primer lugar diría que asociar de manera directa a una buena educación con una democracia consolidada es más complejo de lo común. Hay países que cancelan libertades humanas, civiles y políticas pero obtienen “buenos” resultados educativos (Cuba, Singapur). Por otro lado, también es cierto que hay democracias consolidadas como el Reino Unido o Finlandia que hacen que sus niñas, niños y jóvenes adquieran habilidades para ampliar sus capacidades. Es decir, que a partir de lo que aprenden, pueden actuar de una manera más libre y responsable en este complejo mundo.

Hay un tercer grupo de países que no han podido incluir a más personas pobres para formarlos sólidamente a la par de que su entorno político y social empieza a cuartarse en términos democráticos. Este el caso de México. La relación entre “recesión democrática” y “pobreza de aprendizajes” parece ser cada vez más evidente en nuestro país. De acuerdo con el Latinobarómetro, los “países con mayor disminución de apoyo a la democracia” de 2020 a 2023 son Venezuela (-12%), Costa Rica (-11%), Guatemala y México (-8%).

¿Qué pasó con la educación en ese periodo? Según los resultados del Programa para la Evaluación Internacional del Estudiante (PISA), los resultados de logro escolar arrojados por esta prueba internacional para 2022 “fueron inferiores en comparación con las evaluaciones anteriores de 2018 en matemáticas y ciencias y los mismos que en 2018 en lectura”.

Es cierto que habría que ponderar e ir más al fondo de la relación entre la erosión democrática y la mala calidad educativa. De acuerdo. En este sentido, en primer lugar sostendría que una educación que contribuya a la ampliación de nuestra vida democrática es aquella que identifica la mentira y en lugar de ocultarla con rasgos de aparente superioridad moral, la combate con crítica.

Buena es una educación para la democracia cuando podemos reconocer el argumento del que piensa distinto y en lugar de descalificarlo, establecemos un diálogo para llegar a un acuerdo consensuado. Andar promoviendo, en contraste, el voto en bloque (“Plan C”), como lo está haciendo la candidada oficial, es querer reducir al máximo la complejidad y negar la pluralidad del país. Gobernar con una oposición fuerte representa una oportunidad para resolver más eficazmente los problemas nacionales.

¿No le enseñaron en la universidad a la doctora Sheinbaum que debía revisar todos los argumentos posibles para tener una perspectiva propia? ¿Por qué repite sin chistar lo que dice su jefe? No aprovechar los beneficios de la educación puede volvernos impositivos y autoritarios.

Esta elección no es como las pasadas en donde bastaba optar por el candidato menos peor para tratar de corregir errores o ineficacias de políticas educativas pasadas. La alternancia partidista nos ha puesto enfrente a una opción político-ideológica que es muy popular pero igual de regresiva. Ahora se puede relativizar el delito, la muerte y la mentira sin pagar costos. Si uno de “los nuestros” comete un acto ilegal, no hay que perseguirlo porque actuó en bien del movimiento”. Mientras el líder sea amado por el pueblo, no importa la vida del individuo. ¿Enseñaríamos esto en la escuela y en la universidad? Autoritarismo y mala educación también pueden ir de la mano. Seamos conscientes de esto el 2 de junio.