/ jueves 7 de mayo de 2020

Dios rebasa tiempos y espacios

VER.- Se han escuchado críticas a sacerdotes y a obispos porque, dicen, no atienden a los enfermos, no escuchan a los fieles en confesión, tienen cerradas las iglesias, dejan al pueblo sin el alimento de la comunión sacramental, están encerrados por miedo al contagio del Coronavirus; en cambio, los doctores, las enfermeras, las y los encargados del aseo en los hospitales están en contacto directo con los contagiados, exponiendo su vida.

Sin embargo, quiero resaltar que Dios, que es espíritu, no está limitado por distancias, por las cuatro paredes de los templos, por barreras de tiempo y de personas. El puede actuar sin nosotros, porque es Dios y nos trasciende. Ha querido necesitarnos para hacer la historia, pues nos hizo a su imagen y semejanza, pero puede actuar sin nuestra intervención. Esta es la gran diferencia entre la actuación de médicos y de sacerdotes. La presencia física de médico y enfermeras es indispensable absolutamente; no así la del sacerdote, pues Dios puede salvar, perdonar, fortalecer, sanar, acompañar, resucitar, en ausencia de sacerdotes. El lo puede hacer, pues es Dios, médico de cuerpos y almas.

PENSAR

Cuando el sirio Naamán, enfermo de lepra, fue a visitar al profeta Eliseo, esperaba que éste saldría, le impondría las manos, le haría otros signos, y quedaría curado; no fue así. El profeta le mandó decir con un sirviente que fuera a bañarse en el Jordán y quedaría limpio. No lo tocó; ni siquiera lo vio. A distancia del profeta, aconteció el milagro (cf 2 Rey 5,1-27).

Cuando un centurión en Cafarnaúm suplicó a Jesús que curara a un sirviente (según Jn 4,46-54 era un hijo) que estaba en casa muy enfermo, lo sanó a distancia. Jesús quería ir a la casa, pero no fue necesario (cf Mt 8,5-13; Lc 7,1-10). Cuando diez leprosos, “que se detuvieron a distancia”, pidieron a Jesús que tuviera compasión de ellos, los mandó ante los sacerdotes y, sin tocarlos, “mientras iban, quedaron purificados de su lepra” (Lc 17,12-15).

En el diálogo de Jesús con la samaritana, él le dice: “Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Estos son los adoradores que el Padre desea. Dios es espíritu, y por eso sus adoradores deberán adorarlo en espíritu y en verdad” (Jn 4,20-24). Es decir, Dios no está limitado a un lugar, no está encerrado en cuatro paredes de los templos; él vence espacios, tiempos y distancias. Aunque no esté físicamente presente un sacerdote, Dios llega a los enfermos y a quienes lo invocan de corazón. Los ministros de la Iglesia son los medios ordinarios por los que Dios actúa; pero, en momentos extraordinarios, como el presente, El puede actuar directamente en las personas, pues no está sujeto a la presencia física de sus ministros. Dios está cerca, al alcance de tu fe, pues no tiene barreras. El es espíritu y está contigo, si tu corazón está dispuesto a recibirlo. La fe trasciende distancias y tiempos. No es menospreciar el ministerio de los sacerdotes, pues Dios los eligió, sino reconocer cómo es El y cómo actúa.

Nuestro Dios, aunque ha querido necesitar el ministerio de sus pastores, no depende absolutamente de distancias, de tiempos y de personas, pues “Dios es espíritu, y por eso sus adoradores deberán adorarlo en espíritu y en verdad” (Jn 4,24).

ACTUAR

Agradezcamos a nuestro buen Dios que siempre está con nosotros, para acompañarnos en todo momento. ¡Bendito sea! Pidamos que pronto pase esta pandemia, y que nuestros pastores sigan consagrando su vida con generosidad y alegría al servicio del Pueblo de Dios.


Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas

VER.- Se han escuchado críticas a sacerdotes y a obispos porque, dicen, no atienden a los enfermos, no escuchan a los fieles en confesión, tienen cerradas las iglesias, dejan al pueblo sin el alimento de la comunión sacramental, están encerrados por miedo al contagio del Coronavirus; en cambio, los doctores, las enfermeras, las y los encargados del aseo en los hospitales están en contacto directo con los contagiados, exponiendo su vida.

Sin embargo, quiero resaltar que Dios, que es espíritu, no está limitado por distancias, por las cuatro paredes de los templos, por barreras de tiempo y de personas. El puede actuar sin nosotros, porque es Dios y nos trasciende. Ha querido necesitarnos para hacer la historia, pues nos hizo a su imagen y semejanza, pero puede actuar sin nuestra intervención. Esta es la gran diferencia entre la actuación de médicos y de sacerdotes. La presencia física de médico y enfermeras es indispensable absolutamente; no así la del sacerdote, pues Dios puede salvar, perdonar, fortalecer, sanar, acompañar, resucitar, en ausencia de sacerdotes. El lo puede hacer, pues es Dios, médico de cuerpos y almas.

PENSAR

Cuando el sirio Naamán, enfermo de lepra, fue a visitar al profeta Eliseo, esperaba que éste saldría, le impondría las manos, le haría otros signos, y quedaría curado; no fue así. El profeta le mandó decir con un sirviente que fuera a bañarse en el Jordán y quedaría limpio. No lo tocó; ni siquiera lo vio. A distancia del profeta, aconteció el milagro (cf 2 Rey 5,1-27).

Cuando un centurión en Cafarnaúm suplicó a Jesús que curara a un sirviente (según Jn 4,46-54 era un hijo) que estaba en casa muy enfermo, lo sanó a distancia. Jesús quería ir a la casa, pero no fue necesario (cf Mt 8,5-13; Lc 7,1-10). Cuando diez leprosos, “que se detuvieron a distancia”, pidieron a Jesús que tuviera compasión de ellos, los mandó ante los sacerdotes y, sin tocarlos, “mientras iban, quedaron purificados de su lepra” (Lc 17,12-15).

En el diálogo de Jesús con la samaritana, él le dice: “Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Estos son los adoradores que el Padre desea. Dios es espíritu, y por eso sus adoradores deberán adorarlo en espíritu y en verdad” (Jn 4,20-24). Es decir, Dios no está limitado a un lugar, no está encerrado en cuatro paredes de los templos; él vence espacios, tiempos y distancias. Aunque no esté físicamente presente un sacerdote, Dios llega a los enfermos y a quienes lo invocan de corazón. Los ministros de la Iglesia son los medios ordinarios por los que Dios actúa; pero, en momentos extraordinarios, como el presente, El puede actuar directamente en las personas, pues no está sujeto a la presencia física de sus ministros. Dios está cerca, al alcance de tu fe, pues no tiene barreras. El es espíritu y está contigo, si tu corazón está dispuesto a recibirlo. La fe trasciende distancias y tiempos. No es menospreciar el ministerio de los sacerdotes, pues Dios los eligió, sino reconocer cómo es El y cómo actúa.

Nuestro Dios, aunque ha querido necesitar el ministerio de sus pastores, no depende absolutamente de distancias, de tiempos y de personas, pues “Dios es espíritu, y por eso sus adoradores deberán adorarlo en espíritu y en verdad” (Jn 4,24).

ACTUAR

Agradezcamos a nuestro buen Dios que siempre está con nosotros, para acompañarnos en todo momento. ¡Bendito sea! Pidamos que pronto pase esta pandemia, y que nuestros pastores sigan consagrando su vida con generosidad y alegría al servicio del Pueblo de Dios.


Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas