/ sábado 30 de marzo de 2024

Disco duro / Apuestas deportivas: el caso Ohtani 

El reciente escándalo que envuelve al jugador de béisbol Shohei Ohtani, de los Dodgers de Los Angeles, nos recuerda la fragilidad del mundo deportivo frente a la insidiosa influencia de las apuestas y los apostadores, que cada vez han ganado terreno vía apps de apuestas.

Hace un año comentamos en este mismo espacio que los casos de corrupción de deportistas ligados a las cada vez más poderosas casas de apuestas era inevitable. Que la mezcla deporte profesional/apuestas es altamente explosiva.

Ohtani, conocido por su talento en el montículo, fue víctima de la traición de alguien en quien confiaba. El jugador estrella desmintió rotundamente cualquier participación en apuestas deportivas y reveló que su intérprete, Ippei Mizuhara, le había robado y mentido, pero la duda quedará hasta que se haga una investigación a fondo.

Este episodio no sólo mancha la carrera de un atleta excepcional, sino que arroja luz sobre una problemática mucho más amplia que aqueja al mundo del deporte: la influencia corrosiva de las apuestas ilegales y los apostadores deshonestos.

El deporte, en su esencia más pura, debería ser un refugio de integridad y equidad. Sin embargo, la proliferación de apuestas legales e ilegales ha contaminado este sagrado terreno, corrompiendo no sólo la competición en sí, sino también la confianza y el respeto que los aficionados depositan en sus ídolos deportivos.

Desde el beisbol hasta el futbol, pasando por el baloncesto y el tenis internacionales, ningún deporte ha escapado de esta plaga que mina sus cimientos. Es imperativo que los organismos deportivos y las autoridades pertinentes tomen medidas enérgicas para erradicar esta lacra. Se requiere una cooperación internacional coordinada, junto con una legislación más estricta y medidas de aplicación más rigurosas, para sofocar el crecimiento de las apuestas ilegales y proteger la integridad del deporte.

Como sociedad, debemos reflexionar sobre el papel que desempeñamos en este drama en curso. Nuestro apoyo inquebrantable a los deportes debe ir acompañado de una vigilancia igualmente firme contra cualquier actividad que amenace con socavar los valores fundamentales que hacen del deporte un pilar de nuestra cultura.

El caso de Shohei Ohtani debería servir como un llamado de atención. Es hora de poner fin a la tiranía de las apuestas y los apostadores, y restaurar la pureza y la nobleza del deporte. Si no actuamos con determinación y rapidez, corremos el riesgo de perder mucho más que simplemente partidos y campeonatos; perdemos la esencia misma de lo que significa ser un atleta y un aficionado al deporte.

Es cuestión de tiempo para que esta tendencia llegue a nuestro deporte, principalmente a la Liga MX de futbol, altamente dependiente de patrocinios de este tipo, que si bien no son ilegales, representan un conflicto de interés inherente por la naturaleza misma de los juegos de azar y la tentación de ser ellos mismos los que pagan a los protagonistas. Esta combinación, sin regulación adecuada, es altamente flamable.

La industria de las apuestas deportivas online en México han experimentado un crecimiento sustancial en los últimos años. En 2020, el tamaño del mercado de apuestas deportivas en línea en México estaba valorado en aproximadamente 300 millones de dólares. Esta cifra representa un aumento significativo en comparación con años anteriores, lo que destaca la creciente popularidad de las plataformas de apuestas deportivas en línea entre los jugadores mexicanos.

Se prevé que el mercado de las apuestas deportivas mexicano crezca a una tasa anual compuesta de alrededor del 15% entre 2021 y 2026, lo que requerirá muchos niveles de protección para evitar contaminaciones con los deportistas.

El reciente escándalo que envuelve al jugador de béisbol Shohei Ohtani, de los Dodgers de Los Angeles, nos recuerda la fragilidad del mundo deportivo frente a la insidiosa influencia de las apuestas y los apostadores, que cada vez han ganado terreno vía apps de apuestas.

Hace un año comentamos en este mismo espacio que los casos de corrupción de deportistas ligados a las cada vez más poderosas casas de apuestas era inevitable. Que la mezcla deporte profesional/apuestas es altamente explosiva.

Ohtani, conocido por su talento en el montículo, fue víctima de la traición de alguien en quien confiaba. El jugador estrella desmintió rotundamente cualquier participación en apuestas deportivas y reveló que su intérprete, Ippei Mizuhara, le había robado y mentido, pero la duda quedará hasta que se haga una investigación a fondo.

Este episodio no sólo mancha la carrera de un atleta excepcional, sino que arroja luz sobre una problemática mucho más amplia que aqueja al mundo del deporte: la influencia corrosiva de las apuestas ilegales y los apostadores deshonestos.

El deporte, en su esencia más pura, debería ser un refugio de integridad y equidad. Sin embargo, la proliferación de apuestas legales e ilegales ha contaminado este sagrado terreno, corrompiendo no sólo la competición en sí, sino también la confianza y el respeto que los aficionados depositan en sus ídolos deportivos.

Desde el beisbol hasta el futbol, pasando por el baloncesto y el tenis internacionales, ningún deporte ha escapado de esta plaga que mina sus cimientos. Es imperativo que los organismos deportivos y las autoridades pertinentes tomen medidas enérgicas para erradicar esta lacra. Se requiere una cooperación internacional coordinada, junto con una legislación más estricta y medidas de aplicación más rigurosas, para sofocar el crecimiento de las apuestas ilegales y proteger la integridad del deporte.

Como sociedad, debemos reflexionar sobre el papel que desempeñamos en este drama en curso. Nuestro apoyo inquebrantable a los deportes debe ir acompañado de una vigilancia igualmente firme contra cualquier actividad que amenace con socavar los valores fundamentales que hacen del deporte un pilar de nuestra cultura.

El caso de Shohei Ohtani debería servir como un llamado de atención. Es hora de poner fin a la tiranía de las apuestas y los apostadores, y restaurar la pureza y la nobleza del deporte. Si no actuamos con determinación y rapidez, corremos el riesgo de perder mucho más que simplemente partidos y campeonatos; perdemos la esencia misma de lo que significa ser un atleta y un aficionado al deporte.

Es cuestión de tiempo para que esta tendencia llegue a nuestro deporte, principalmente a la Liga MX de futbol, altamente dependiente de patrocinios de este tipo, que si bien no son ilegales, representan un conflicto de interés inherente por la naturaleza misma de los juegos de azar y la tentación de ser ellos mismos los que pagan a los protagonistas. Esta combinación, sin regulación adecuada, es altamente flamable.

La industria de las apuestas deportivas online en México han experimentado un crecimiento sustancial en los últimos años. En 2020, el tamaño del mercado de apuestas deportivas en línea en México estaba valorado en aproximadamente 300 millones de dólares. Esta cifra representa un aumento significativo en comparación con años anteriores, lo que destaca la creciente popularidad de las plataformas de apuestas deportivas en línea entre los jugadores mexicanos.

Se prevé que el mercado de las apuestas deportivas mexicano crezca a una tasa anual compuesta de alrededor del 15% entre 2021 y 2026, lo que requerirá muchos niveles de protección para evitar contaminaciones con los deportistas.