/ sábado 24 de febrero de 2024

Disco duro / Qué hacemos con los #hashtag

El hasthag #NarcoPresidenteAMLO dolió en Palacio Nacional. Las secuelas de sendos reportajes, uno de ellos firmado por Anabel Hernández y el otro por Tim Golden, dando cuenta de supuestos acercamientos de integrantes del crimen organizado con personeros de Andrés Manuel López Obrador en los años de 2006 y 2012, dieron pie a una serie de campañas digitales que se volvieron virales y tendencia en poco tiempo.

Esta semana, de nuevo, el reportaje del New York Times sobre una investigación que realizó el Departamento de Estado de EU para confirmar versiones de que también habría habido acuerdos económicos entre delincuentes y la casa de campaña del actual Presidente, mismo que no llegó a ninguna conclusión y por lo mismo no acusa a nadie, sirvió de pretexto para relanzar las campañas opositoras al Presidente de México.

Más allá de lo débiles de las publicaciones originales, sustentadas en dichos de terceros y basadas en un periodismo de inferencias y no de hechos, lo que para efectos prácticos preocupa en Presidencia es la imagen presidencial, deteriorada más por las campañas digitales posteriores que por los reportajes, mismas que, ellos calculan, sólo pueden ser campañas millonarias de bots, pagadas por sus opositores, y aprovechadas por los dueños de las redes para hacer negocio, por lo que habría que hacer algo para detener eso.

También los críticos de Presidente y de la 4T se quejan de lo mismo: arduas campañas de bots, insultos, descalificaciones y amenazas, provenientes de cuentas falsas o “patito”, tras hablar mal del nuevo oficialismo. E igualmente, muchos de ellos han dicho que habría que hacer algo para detener eso.

Lo cierto es que en materia de regulación de internet y de plataformas socio digitales estamos en pañales. Acaso el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad de la UNAM, que dirige John Ackermann, ha sido pionero en avanzar propuestas de regulación del comportamiento de las plataformas, de tal manera que sus algoritmos, hechos para generar tráfico comercial, tendencias interesadas y lucro a partir de los debates sociales sean moderadas.

La figura misma de John, como alguien cercano a los planteamientos del actual gobierno genera en muchos suspicacia sobre sus verdaderas intenciones, tal vez más dispuesto, dicen, a censurar críticas al gobierno que a moderar los excesos inmorales del debate.

Como sea, el tema existe y debemos como sociedad entrarle. Más aún, en el segundo día formal de campaña electoral, debe preocuparnos a todos la generación de artificiales fenómenos de comunicación que distorsionan la realidad deliberadamente, en pro o en contra del gobierno, o peor aún, desde el mismo gobierno, sustituyendo con eso el debate nacional, orgánico, de seres de carne y hueso.

Brasil y Europa han avanzado en materia de regulación de fenómenos digitales de comunicación, cuidándose de no incurrir en formas de censura. Es decir, el trabajo es moderar los algoritmos de las plataformas para desincentivar la guerra sucia, del bando que sea, sin acallar voces reales. El tema tiene aristas legales, éticas, comunicacionales, sociales y tecnológicas y es un debate que no debemos postergar porque en ello va, sin exagerar, la democracia mexicana.

En esta línea de análisis, el próximo miércoles 28 de febrero, a las 11 de la mañana en la Torre Tlatelolco de la UNAM, justamente el PUEDJS de la UNAM presentará una serie de recomendaciones de regulación de plataformas socio digitales para el proceso electoral que ya está en marcha, dirigido a instituciones como el INE, el Tribunal Electoral, los partidos políticos, las plataformas y la ciudadanía.

En este campo no hay que desechar nada a priori y tenemos que analizar si sus propuestas van en sentido de fortalecer nuestra democracia o sólo de proteger al gobierno en turno. No podemos ser ingenuos, pero tampoco indolentes ni apelar a que las plataformas se autorregulen, eso no va a pasar. Todo lo que abone al debate de redes socio digitales tiene que ser bienvenido y enriquecido. Veremos.


El hasthag #NarcoPresidenteAMLO dolió en Palacio Nacional. Las secuelas de sendos reportajes, uno de ellos firmado por Anabel Hernández y el otro por Tim Golden, dando cuenta de supuestos acercamientos de integrantes del crimen organizado con personeros de Andrés Manuel López Obrador en los años de 2006 y 2012, dieron pie a una serie de campañas digitales que se volvieron virales y tendencia en poco tiempo.

Esta semana, de nuevo, el reportaje del New York Times sobre una investigación que realizó el Departamento de Estado de EU para confirmar versiones de que también habría habido acuerdos económicos entre delincuentes y la casa de campaña del actual Presidente, mismo que no llegó a ninguna conclusión y por lo mismo no acusa a nadie, sirvió de pretexto para relanzar las campañas opositoras al Presidente de México.

Más allá de lo débiles de las publicaciones originales, sustentadas en dichos de terceros y basadas en un periodismo de inferencias y no de hechos, lo que para efectos prácticos preocupa en Presidencia es la imagen presidencial, deteriorada más por las campañas digitales posteriores que por los reportajes, mismas que, ellos calculan, sólo pueden ser campañas millonarias de bots, pagadas por sus opositores, y aprovechadas por los dueños de las redes para hacer negocio, por lo que habría que hacer algo para detener eso.

También los críticos de Presidente y de la 4T se quejan de lo mismo: arduas campañas de bots, insultos, descalificaciones y amenazas, provenientes de cuentas falsas o “patito”, tras hablar mal del nuevo oficialismo. E igualmente, muchos de ellos han dicho que habría que hacer algo para detener eso.

Lo cierto es que en materia de regulación de internet y de plataformas socio digitales estamos en pañales. Acaso el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad de la UNAM, que dirige John Ackermann, ha sido pionero en avanzar propuestas de regulación del comportamiento de las plataformas, de tal manera que sus algoritmos, hechos para generar tráfico comercial, tendencias interesadas y lucro a partir de los debates sociales sean moderadas.

La figura misma de John, como alguien cercano a los planteamientos del actual gobierno genera en muchos suspicacia sobre sus verdaderas intenciones, tal vez más dispuesto, dicen, a censurar críticas al gobierno que a moderar los excesos inmorales del debate.

Como sea, el tema existe y debemos como sociedad entrarle. Más aún, en el segundo día formal de campaña electoral, debe preocuparnos a todos la generación de artificiales fenómenos de comunicación que distorsionan la realidad deliberadamente, en pro o en contra del gobierno, o peor aún, desde el mismo gobierno, sustituyendo con eso el debate nacional, orgánico, de seres de carne y hueso.

Brasil y Europa han avanzado en materia de regulación de fenómenos digitales de comunicación, cuidándose de no incurrir en formas de censura. Es decir, el trabajo es moderar los algoritmos de las plataformas para desincentivar la guerra sucia, del bando que sea, sin acallar voces reales. El tema tiene aristas legales, éticas, comunicacionales, sociales y tecnológicas y es un debate que no debemos postergar porque en ello va, sin exagerar, la democracia mexicana.

En esta línea de análisis, el próximo miércoles 28 de febrero, a las 11 de la mañana en la Torre Tlatelolco de la UNAM, justamente el PUEDJS de la UNAM presentará una serie de recomendaciones de regulación de plataformas socio digitales para el proceso electoral que ya está en marcha, dirigido a instituciones como el INE, el Tribunal Electoral, los partidos políticos, las plataformas y la ciudadanía.

En este campo no hay que desechar nada a priori y tenemos que analizar si sus propuestas van en sentido de fortalecer nuestra democracia o sólo de proteger al gobierno en turno. No podemos ser ingenuos, pero tampoco indolentes ni apelar a que las plataformas se autorregulen, eso no va a pasar. Todo lo que abone al debate de redes socio digitales tiene que ser bienvenido y enriquecido. Veremos.