/ domingo 10 de marzo de 2024

El legado de Gloria Contreras en las técnicas rusas de la danza

Cada pieza coreográfica tiene un espíritu y un árbol genealógico, afirmaba, antes de su fallecimiento, mi querida amiga Gloria Contreras, quien estaba convencida de que muchas de las piezas dancísticas que conforman el gran repertorio nacional, tienen una profunda influencia en los hallazgos realizados por los grandes maestros de la danza europea de principios del siglo XX.

La decana y fundadora del Ballet Coreográfico de la UNAM, fue hace algunos años, la figura central del libro del investigador Boris illarionov titulado Gloria Contreras, las raíces rusas en el ballet mexicano.

Recuerdo que Gloria Contreras evocaba su formación dancística en Nueva York, pasando por el montaje de las principales obras que conforman su repertorio en México, integrado por más de 400 piezas, en las que las técnicas rusas estuvieron siempre presentes.

Durante décadas, la coreógrafa fue considerada por los expertos como el principal eslabón entre México y los grandes maestros rusos como George Balanchine e Igor Stravinsky. La investigación de aquellos años realizada por Boris Illarionov, contó con el respaldo de la Academia Vadánova del Ballet Ruso, así como la Cátedra de Arte Extranjero de la Academia de Arte Teatral de San Petersburgo.

Gloria decía que una de sus primeras maestras de danza fue Nelsy Dambré, bailarina de la ópera de París, pero consideraba como parte crucial para su carrera esos maravillosos maestros traídos de Rusia que la formaron en Nueva York junto a varias generaciones de ejecutantes y coreógrafos que después diseminaron sus conocimientos por toda América. A ella le tocó hacerlo en México.

Contreras decía que la danza como arte vivo y efímero, (entre comillas), debe documentarse con seriedad, tarea para la que además de los textos, las fotografías y el video, es necesaria la transmisión a nuevas generaciones de coreógrafos y bailarines para que las obras se mantengan como un espíritu en los cuerpos nuevos.

Afirmaba que en el Ballet coreográfico de la UNAM desarrolló muchas de esas técnicas rusas y las aplicó a su repertorio.

Tengo grabada una vieja entrevista donde Gloria afirma: “En muchos de nuestros trazos coreográficos está un poco vivo Balanchini, en el movimiento de algún bailarín joven se pueden reconocer esas mismas indicaciones que me daba a mí misma hace décadas, eso es la magia de la danza, el hacer de los cuerpos un lienzo donde las obras se dibujan sin importar el paso de las décadas”.

Recordó que durante su entrenamiento en el New York City Ballet, George Balanchine le confió los secretos para entender una coreografía, mismos que comenzaban con el proceso de percepción de la música.

“Así como el color y las texturas son parte esencial de las artes plásticas, en la danza el analizar la música, sus matices, sus variaciones e incluso el contexto histórico en que fue compuesta, ayudan a un coreógrafo a integrarla a su trabajo de manera más precisa, pero ante todo, plasmando esa parte sensorial que el autor quiso expresar sin importar el paso de las décadas o los siglos”.

Recordó que como inmigrante, Balanchine trajo a Nueva York a formidables maestros rusos de danza con los que más tarde conformó la escuela del American Ballet.

“Era un ambiente de fraternidad, de aprendizaje constante, vivíamos la danza como alimento, nos nutría como si fuese comida. Incluso conformé en Nueva York mi propia compañía dentro de la escuela: Gloria Contreras Dance Company, en la que participaban mis compañeros sin cobrar un solo centavo”.

Señaló que gracias a la influencia de esos maestros rusos fue factible la conformación de su proyecto coreográfico en México hace más de 40 años, teniendo como sede el teatro Carlos Lazo de la Facultad de Arquitectura e la Universidad Nacional Autónoma de México.

“Ha sido nuestra casa, nuestro laboratorio y un lugar que ha estado vinculado a la cultura del país durante muchos años. Creo que en ningún otro sitio se ha experimentado más con las técnicas rusas como en este foro, por ello la publicación de este libro me llena de orgullo y más aún que investigadores e instituciones de Rusia se interesen en una compañía mexicana”.

Para quien pueda conseguir el mencionado libro, contiene capítulos como Cultura coreográfica de México, Los ballets nacionales de Gloria Contreras, Primeras obras de Gloria Contreras, Imágenes del Quinto Sol, Imágenes de cultura nacional en los ballets con música de compositores no mexicanos, El sinfonismo mexicano en los ballets de Gloria Contreras, así como una lista de coreografías realizadas por la artista en el periodo de 1958 a 2008.

En estos reportajes puede percibirse también un interés por describirle al público europeo el desarrollo de la danza mexicana así como la cultura de nuestro país, misma que se encuentra impresa en el repertorio que ha desarrollado el Ballet Coreográfico de la UNAM.

Gloria Contreras constituyó sin duda, un fenómeno único dentro del movimiento dancístico, no sólo mexicano, sino de Latinoamérica y ha sido admirable la manera con la que ha desarrolló una técnica de primer nivel.

Desde la primera vez que estuve presente en sus ensayos, me di cuenta de la pasión con que desarrollaba su trabajo, del ambiente de familia que intenta instaurar con sus bailarines, así como de la profunda visión con la que conformó cada coreografía poniendo énfasis en el trabajo de mesa, los antecedentes históricos y el conocimiento de cada pieza musical.

En la grabación que atesoro, Gloria Contreras afirmó que uno de los recuerdos más vividos que tiene de otro maestro ruso como Igor Stravinsky, es cuando le confesó que el bailarín debe aprender a cantar a través del cuerpo.

“Por eso la técnica rusa es en mi opinión, una de las mejores de la danza, para forjar un instinto y una sensibilidad con respecto al movimiento y a los acompañamientos sonoros que conforman este arte. Un bailarín debe sacar la voz de su cuerpo, aprender a entonar notas musicales con cada músculo, así lo decía Stravinsky y así lo hemos enseñado en este espacio a lo largo de cuatro décadas”, afirmaba hace más de dos décadas mi amiga Gloria Contreras.

Cada pieza coreográfica tiene un espíritu y un árbol genealógico, afirmaba, antes de su fallecimiento, mi querida amiga Gloria Contreras, quien estaba convencida de que muchas de las piezas dancísticas que conforman el gran repertorio nacional, tienen una profunda influencia en los hallazgos realizados por los grandes maestros de la danza europea de principios del siglo XX.

La decana y fundadora del Ballet Coreográfico de la UNAM, fue hace algunos años, la figura central del libro del investigador Boris illarionov titulado Gloria Contreras, las raíces rusas en el ballet mexicano.

Recuerdo que Gloria Contreras evocaba su formación dancística en Nueva York, pasando por el montaje de las principales obras que conforman su repertorio en México, integrado por más de 400 piezas, en las que las técnicas rusas estuvieron siempre presentes.

Durante décadas, la coreógrafa fue considerada por los expertos como el principal eslabón entre México y los grandes maestros rusos como George Balanchine e Igor Stravinsky. La investigación de aquellos años realizada por Boris Illarionov, contó con el respaldo de la Academia Vadánova del Ballet Ruso, así como la Cátedra de Arte Extranjero de la Academia de Arte Teatral de San Petersburgo.

Gloria decía que una de sus primeras maestras de danza fue Nelsy Dambré, bailarina de la ópera de París, pero consideraba como parte crucial para su carrera esos maravillosos maestros traídos de Rusia que la formaron en Nueva York junto a varias generaciones de ejecutantes y coreógrafos que después diseminaron sus conocimientos por toda América. A ella le tocó hacerlo en México.

Contreras decía que la danza como arte vivo y efímero, (entre comillas), debe documentarse con seriedad, tarea para la que además de los textos, las fotografías y el video, es necesaria la transmisión a nuevas generaciones de coreógrafos y bailarines para que las obras se mantengan como un espíritu en los cuerpos nuevos.

Afirmaba que en el Ballet coreográfico de la UNAM desarrolló muchas de esas técnicas rusas y las aplicó a su repertorio.

Tengo grabada una vieja entrevista donde Gloria afirma: “En muchos de nuestros trazos coreográficos está un poco vivo Balanchini, en el movimiento de algún bailarín joven se pueden reconocer esas mismas indicaciones que me daba a mí misma hace décadas, eso es la magia de la danza, el hacer de los cuerpos un lienzo donde las obras se dibujan sin importar el paso de las décadas”.

Recordó que durante su entrenamiento en el New York City Ballet, George Balanchine le confió los secretos para entender una coreografía, mismos que comenzaban con el proceso de percepción de la música.

“Así como el color y las texturas son parte esencial de las artes plásticas, en la danza el analizar la música, sus matices, sus variaciones e incluso el contexto histórico en que fue compuesta, ayudan a un coreógrafo a integrarla a su trabajo de manera más precisa, pero ante todo, plasmando esa parte sensorial que el autor quiso expresar sin importar el paso de las décadas o los siglos”.

Recordó que como inmigrante, Balanchine trajo a Nueva York a formidables maestros rusos de danza con los que más tarde conformó la escuela del American Ballet.

“Era un ambiente de fraternidad, de aprendizaje constante, vivíamos la danza como alimento, nos nutría como si fuese comida. Incluso conformé en Nueva York mi propia compañía dentro de la escuela: Gloria Contreras Dance Company, en la que participaban mis compañeros sin cobrar un solo centavo”.

Señaló que gracias a la influencia de esos maestros rusos fue factible la conformación de su proyecto coreográfico en México hace más de 40 años, teniendo como sede el teatro Carlos Lazo de la Facultad de Arquitectura e la Universidad Nacional Autónoma de México.

“Ha sido nuestra casa, nuestro laboratorio y un lugar que ha estado vinculado a la cultura del país durante muchos años. Creo que en ningún otro sitio se ha experimentado más con las técnicas rusas como en este foro, por ello la publicación de este libro me llena de orgullo y más aún que investigadores e instituciones de Rusia se interesen en una compañía mexicana”.

Para quien pueda conseguir el mencionado libro, contiene capítulos como Cultura coreográfica de México, Los ballets nacionales de Gloria Contreras, Primeras obras de Gloria Contreras, Imágenes del Quinto Sol, Imágenes de cultura nacional en los ballets con música de compositores no mexicanos, El sinfonismo mexicano en los ballets de Gloria Contreras, así como una lista de coreografías realizadas por la artista en el periodo de 1958 a 2008.

En estos reportajes puede percibirse también un interés por describirle al público europeo el desarrollo de la danza mexicana así como la cultura de nuestro país, misma que se encuentra impresa en el repertorio que ha desarrollado el Ballet Coreográfico de la UNAM.

Gloria Contreras constituyó sin duda, un fenómeno único dentro del movimiento dancístico, no sólo mexicano, sino de Latinoamérica y ha sido admirable la manera con la que ha desarrolló una técnica de primer nivel.

Desde la primera vez que estuve presente en sus ensayos, me di cuenta de la pasión con que desarrollaba su trabajo, del ambiente de familia que intenta instaurar con sus bailarines, así como de la profunda visión con la que conformó cada coreografía poniendo énfasis en el trabajo de mesa, los antecedentes históricos y el conocimiento de cada pieza musical.

En la grabación que atesoro, Gloria Contreras afirmó que uno de los recuerdos más vividos que tiene de otro maestro ruso como Igor Stravinsky, es cuando le confesó que el bailarín debe aprender a cantar a través del cuerpo.

“Por eso la técnica rusa es en mi opinión, una de las mejores de la danza, para forjar un instinto y una sensibilidad con respecto al movimiento y a los acompañamientos sonoros que conforman este arte. Un bailarín debe sacar la voz de su cuerpo, aprender a entonar notas musicales con cada músculo, así lo decía Stravinsky y así lo hemos enseñado en este espacio a lo largo de cuatro décadas”, afirmaba hace más de dos décadas mi amiga Gloria Contreras.