/ viernes 15 de diciembre de 2023

Escenarios de guerra en América Latina

Las recientes tensiones entre Venezuela y Guyana han aumentado por la disputa territorial del Esequibo –región que representa el 70% del territorio guyanés. Desde luego, hay que considerar el uso político que el régimen de Nicolás Maduro le está dando a este agravio histórico –algo que, por cierto, parece haber fracasado en su intento por generar unidad nacional. Además, la situación actual todavía no alcanza para que se configure un escenario de escalada militar entre ambos países –algo que, dicho sea de paso, sería un balazo en el pie para el régimen de Maduro.

En cualquier caso, la tensión entre Venezuela y Guyana pone de relieve la fragmentación política en el Hemisferio Occidental, así como las vulnerabilidades del sistema interamericano en su conjunto. A mediados de 2021, mi equipo de trabajo y un servidor construimos una serie de escenarios para América Latina y el Caribe, considerando los principales riesgos –y oportunidades– para la paz, seguridad y estabilidad hemisférica. En el escenario catastrófico –descrito brevemente en estas páginas del Sol de México con previa autorización de la institución solicitante, al igual que para esta ocasión–, se contempla una mayor ocurrencia de conflictos interestatales, uno de ellos precisamente entre Venezuela y Guyana por el Esequibo –aunque también se exponen otros focos rojos.

En relación con la probabilidad de ocurrencia de guerras interestatales en el Hemisferio Occidental, este escenario catastrófico parte de algunas variables estructurales: la existencia de la dicotomía “democracias versus autocracias” en la región; la convergencia de disputas territoriales históricas y discursos políticos revisionistas; la existencia de recursos naturales estratégicos en países específicos; el incremento de capacidades militares de países antidemocráticos; la operación de grupos no estatales violentos –grupos delictivos, subversivos o terroristas–; y la influencia de una potencia militar ajena a la región.

Sobre esta última variable, es importante señalar algo todavía poco considerado en evaluaciones de riesgo y diseño de política pública: la competencia estratégica entre diversas potencias en el Hemisferio Occidental está exacerbando la fragmentación política en la región, así como las vulnerabilidades del sistema interamericano. Más allá de cualquier juicio de valor o afinidad ideológica, lo anterior ha estado presente en diversos episodios de la historia: cuando una potencia incrementa su actividad en una región que históricamente ha sido esfera de influencia de otra gran potencia, el equilibrio de poder en esa región se trastoca inevitablemente. Esto no sólo significa el desplazamiento de una competencia estratégica entre ambas potencias a una región en específico, sino también la disrupción de la estabilidad en esa región.

Las actuales tensiones entre Venezuela y Guyana son una llamada de atención sobre la necesidad de aparejar las concepciones de seguridad, estabilidad y paz en el Hemisferio Occidental, máxime si consideramos que la región se ha convertido rápidamente en otro tablero de la actual transición geopolítica global. Mucho trabajo diplomático por delante –pero también de disuasión estratégica.

Discanto: Apreciable lector(a), su servidor se tomará una vacaciones –quisiera pensar que merecidas. Nos leeremos de nuevo, Dios mediante, el 12 enero de 2024. Aprovecho la ocasión para desearle una inmejorable Navidad y un gran Año Nuevo.

Las recientes tensiones entre Venezuela y Guyana han aumentado por la disputa territorial del Esequibo –región que representa el 70% del territorio guyanés. Desde luego, hay que considerar el uso político que el régimen de Nicolás Maduro le está dando a este agravio histórico –algo que, por cierto, parece haber fracasado en su intento por generar unidad nacional. Además, la situación actual todavía no alcanza para que se configure un escenario de escalada militar entre ambos países –algo que, dicho sea de paso, sería un balazo en el pie para el régimen de Maduro.

En cualquier caso, la tensión entre Venezuela y Guyana pone de relieve la fragmentación política en el Hemisferio Occidental, así como las vulnerabilidades del sistema interamericano en su conjunto. A mediados de 2021, mi equipo de trabajo y un servidor construimos una serie de escenarios para América Latina y el Caribe, considerando los principales riesgos –y oportunidades– para la paz, seguridad y estabilidad hemisférica. En el escenario catastrófico –descrito brevemente en estas páginas del Sol de México con previa autorización de la institución solicitante, al igual que para esta ocasión–, se contempla una mayor ocurrencia de conflictos interestatales, uno de ellos precisamente entre Venezuela y Guyana por el Esequibo –aunque también se exponen otros focos rojos.

En relación con la probabilidad de ocurrencia de guerras interestatales en el Hemisferio Occidental, este escenario catastrófico parte de algunas variables estructurales: la existencia de la dicotomía “democracias versus autocracias” en la región; la convergencia de disputas territoriales históricas y discursos políticos revisionistas; la existencia de recursos naturales estratégicos en países específicos; el incremento de capacidades militares de países antidemocráticos; la operación de grupos no estatales violentos –grupos delictivos, subversivos o terroristas–; y la influencia de una potencia militar ajena a la región.

Sobre esta última variable, es importante señalar algo todavía poco considerado en evaluaciones de riesgo y diseño de política pública: la competencia estratégica entre diversas potencias en el Hemisferio Occidental está exacerbando la fragmentación política en la región, así como las vulnerabilidades del sistema interamericano. Más allá de cualquier juicio de valor o afinidad ideológica, lo anterior ha estado presente en diversos episodios de la historia: cuando una potencia incrementa su actividad en una región que históricamente ha sido esfera de influencia de otra gran potencia, el equilibrio de poder en esa región se trastoca inevitablemente. Esto no sólo significa el desplazamiento de una competencia estratégica entre ambas potencias a una región en específico, sino también la disrupción de la estabilidad en esa región.

Las actuales tensiones entre Venezuela y Guyana son una llamada de atención sobre la necesidad de aparejar las concepciones de seguridad, estabilidad y paz en el Hemisferio Occidental, máxime si consideramos que la región se ha convertido rápidamente en otro tablero de la actual transición geopolítica global. Mucho trabajo diplomático por delante –pero también de disuasión estratégica.

Discanto: Apreciable lector(a), su servidor se tomará una vacaciones –quisiera pensar que merecidas. Nos leeremos de nuevo, Dios mediante, el 12 enero de 2024. Aprovecho la ocasión para desearle una inmejorable Navidad y un gran Año Nuevo.