/ viernes 29 de junio de 2018

Familias divididas

En los últimos días presenciamos la mayor muestra de crueldad del gobierno de Trump cuando observamos a niños en jaulas separados de sus familias. Esto tuvo un efecto impactante, logró no sólo unificar a los mexicanos de todas las fuerzas políticas, sino también pegó en los sectores más conservadores de la sociedad norteamericana y de apoyo a Donald Trump.

En la visita que realizamos Senadores y Diputados mexicanos al Congreso de Estados Unidos se logró sensibilizar a diferentes actores sobre el problema práctico, humano y ético que implica esta separación de las familias. Encontramos empatía y recepción en los argumentos.

La situación en los Estados Unidos y la aversión que ha generado la política de Tolerancia Cero ya tuvieron consecuencias. La iniciativa Trump fue derrotada por la indignación y presión internacional. Sin embargo, dista mucho de significar un avance en la defensa de los derechos humanos. La verdad es que la situación migratoria va empeorar, antes de mejorar. Si bien, en lo subsecuente no va a separar a las familias migrantes, éstas seguirán confinadas en una especie de campamento, en instalaciones militares, lo que constituye la semilla de una crisis humanitaria mayor.

La experiencia muestra que los abusos a menores por parte de adultos que no son familiares, la violencia y la descomposición social, son predecibles frente a medidas como las emprendidas por el gobierno norteamericano.

El problema jurídicamente es muy complicado, hablamos de la separación de las familias, pero también hay que decir que se da como consecuencia de varios factores: el primero, los familiares están sujetos a procesos, por lo tanto, los menores no pueden estar cercanos a los padres; segundo, el supuesto de los menores no acompañados a Estados Unidos, y finalmente, la utilización de menores de edad, que no son familiares, para tratar de obtener un trato migratorio favorable.

El problema de fondo es un vacío legal que no está resuelto en los Estados Unidos y no se ve que haya condiciones políticas en el corto plazo para atenderlo, incluso, después de las elecciones de noviembre.

Sí hay una vía de solución y consiste en lograr que las familias lleven el proceso en libertad, como se hace con otros procedimientos legales, pero lo más importante es no considerar a la migración como un crimen y los casos se resuelvan por la vía administrativa.

No hay respuestas fáciles ni rápidas de ninguno de los dos lados de la frontera, el problema está centrado en ciudadanos centroamericanos, mientras que el porcentaje de ciudadanos mexicanos involucrados es menor, pero no podemos ser indolentes con políticas discriminatorias de tal magnitud.

En ambos lados de la frontera no se ha dado un planteamiento estratégico para resolver el problema, se han tomado decisiones de carácter político o ético, pero no han estado orientadas a la solución estructural y de largo plazo sobre los flujos migratorios.

Senador por el PT-Morena

@LuisHFernandez

En los últimos días presenciamos la mayor muestra de crueldad del gobierno de Trump cuando observamos a niños en jaulas separados de sus familias. Esto tuvo un efecto impactante, logró no sólo unificar a los mexicanos de todas las fuerzas políticas, sino también pegó en los sectores más conservadores de la sociedad norteamericana y de apoyo a Donald Trump.

En la visita que realizamos Senadores y Diputados mexicanos al Congreso de Estados Unidos se logró sensibilizar a diferentes actores sobre el problema práctico, humano y ético que implica esta separación de las familias. Encontramos empatía y recepción en los argumentos.

La situación en los Estados Unidos y la aversión que ha generado la política de Tolerancia Cero ya tuvieron consecuencias. La iniciativa Trump fue derrotada por la indignación y presión internacional. Sin embargo, dista mucho de significar un avance en la defensa de los derechos humanos. La verdad es que la situación migratoria va empeorar, antes de mejorar. Si bien, en lo subsecuente no va a separar a las familias migrantes, éstas seguirán confinadas en una especie de campamento, en instalaciones militares, lo que constituye la semilla de una crisis humanitaria mayor.

La experiencia muestra que los abusos a menores por parte de adultos que no son familiares, la violencia y la descomposición social, son predecibles frente a medidas como las emprendidas por el gobierno norteamericano.

El problema jurídicamente es muy complicado, hablamos de la separación de las familias, pero también hay que decir que se da como consecuencia de varios factores: el primero, los familiares están sujetos a procesos, por lo tanto, los menores no pueden estar cercanos a los padres; segundo, el supuesto de los menores no acompañados a Estados Unidos, y finalmente, la utilización de menores de edad, que no son familiares, para tratar de obtener un trato migratorio favorable.

El problema de fondo es un vacío legal que no está resuelto en los Estados Unidos y no se ve que haya condiciones políticas en el corto plazo para atenderlo, incluso, después de las elecciones de noviembre.

Sí hay una vía de solución y consiste en lograr que las familias lleven el proceso en libertad, como se hace con otros procedimientos legales, pero lo más importante es no considerar a la migración como un crimen y los casos se resuelvan por la vía administrativa.

No hay respuestas fáciles ni rápidas de ninguno de los dos lados de la frontera, el problema está centrado en ciudadanos centroamericanos, mientras que el porcentaje de ciudadanos mexicanos involucrados es menor, pero no podemos ser indolentes con políticas discriminatorias de tal magnitud.

En ambos lados de la frontera no se ha dado un planteamiento estratégico para resolver el problema, se han tomado decisiones de carácter político o ético, pero no han estado orientadas a la solución estructural y de largo plazo sobre los flujos migratorios.

Senador por el PT-Morena

@LuisHFernandez