/ jueves 30 de marzo de 2023

Infancia quieta y encerrada, el gran desafío

El día de hoy te vengo a contar una historia. Hacía unos años en un pueblo mexicano, las calles estaban llenas de niñas y niños corriendo y jugando sin preocupaciones. Jugaban a las escondidas, quemados, un palo se volvía juguete, contemplaban catarinas e imaginaban escenarios llenos de diversión.

Sin darnos cuenta en qué momento, la libertad de las niñas y niños se volvió limitada. Ya no juegan tanto tiempo en la calle, sino que se están cada vez más encerrados en “cajas”. La escuela se convirtió en un espacio para permanecer quietos, así como la casa, otra caja en la que están encerrados gran parte del tiempo, viendo televisión o navegando en sus celulares.

La realidad es que la niñez, en los últimos años, ha estado perdiendo la oportunidad de interactuar con el mundo real y experimentar con sus cinco sentidos. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Pública 2021, el 62% de las y los cuidadores no dejaron salir a niñas, niños y adolescentes fuera de su hogar por la percepción de inseguridad pública. En estados como Tabasco este dato llega al 84% de niñas y niños.

Además, según la Encuesta Nacional sobre la Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2020, en México, 75% de la población de 12 años y más utilizó Internet en cualquier dispositivo. Es común que las niñas y los niños, desde edades tempranas, pasen gran parte de su tiempo en internet, lo que puede tener efectos negativos en su desarrollo y salud si no se controla adecuadamente.

Este tema se conecta a uno muy importante, y es que en México tenemos altos índices de obesidad infantil. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2021, en México el 7.8% de la primera infancia (niñas y niños menores de 5 años) tiene sobrepeso u obesidad y esto da un brinco alcanzando en promedio el 40% cuando hablamos de niñas y niños de 5 a 12 años y también de adolescentes de entre 13 a 17 años.

Sin lugar a dudas, la obesidad infantil es multifactorial y está relacionada con las bebidas azucaradas, alimentos procesados, malos hábitos alimenticios poca actividad física, la percepción de inseguridad de los cuidadores, y la sobre exposición a dispositivos electrónicos. Y qué nos dicen estos datos, que nuestra niñez esta encerrada, pegada al celular y con una mala nutrición.

Durante los primeros años, es esencial exponer a las niñas y los niños a contextos y actividades de calidad que promuevan un desarrollo óptimo del cerebro. Algunos ejemplos en los cuales se puede visibilizar un entorno positivo para el desarrollo infantil son a través de la actividad física, el fomentar el juego y la exploración en la naturaleza, ya que esto puede proporcionar una experiencia de aprendizaje y un ambiente saludable para el desarrollo.

El contacto con la naturaleza ha probado enormes efectos positivos en la salud, además de la reducción de la prevalencia en obesidad infantil, reduce casos de depresión, aumenta la esperanza de vida, mejora la calidad del sueño y de visión. Además, los estudios demuestran que la presencia de áreas verdes reduce las tasas de violencia y aumenta la asistencia escolar, especialmente en las comunidades más vulnerables.

Por ello, desde Early Institute, think tank especializado en primera infancia, consideramos de suma relevancia promover ambientes seguros y espacios verdes para incentivar la actividad física, esto es una necesidad comunitaria, si no hay parques y espacios de interacción, no hay comunidad.


Finalmente, se hace un llamado a las madres, padres y cuidadores a establecer límites en el uso de internet y animar a los niños y las niñas a participar en actividades físicas y en entornos naturales que promuevan un desarrollo saludable. Solo en la medida en la que seamos adultos conscientes de nuestros hábitos podremos cambiar y ser un ejemplo para las niñas, niños y adolescentes.


Investigadora en Early Institute


El día de hoy te vengo a contar una historia. Hacía unos años en un pueblo mexicano, las calles estaban llenas de niñas y niños corriendo y jugando sin preocupaciones. Jugaban a las escondidas, quemados, un palo se volvía juguete, contemplaban catarinas e imaginaban escenarios llenos de diversión.

Sin darnos cuenta en qué momento, la libertad de las niñas y niños se volvió limitada. Ya no juegan tanto tiempo en la calle, sino que se están cada vez más encerrados en “cajas”. La escuela se convirtió en un espacio para permanecer quietos, así como la casa, otra caja en la que están encerrados gran parte del tiempo, viendo televisión o navegando en sus celulares.

La realidad es que la niñez, en los últimos años, ha estado perdiendo la oportunidad de interactuar con el mundo real y experimentar con sus cinco sentidos. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Pública 2021, el 62% de las y los cuidadores no dejaron salir a niñas, niños y adolescentes fuera de su hogar por la percepción de inseguridad pública. En estados como Tabasco este dato llega al 84% de niñas y niños.

Además, según la Encuesta Nacional sobre la Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2020, en México, 75% de la población de 12 años y más utilizó Internet en cualquier dispositivo. Es común que las niñas y los niños, desde edades tempranas, pasen gran parte de su tiempo en internet, lo que puede tener efectos negativos en su desarrollo y salud si no se controla adecuadamente.

Este tema se conecta a uno muy importante, y es que en México tenemos altos índices de obesidad infantil. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2021, en México el 7.8% de la primera infancia (niñas y niños menores de 5 años) tiene sobrepeso u obesidad y esto da un brinco alcanzando en promedio el 40% cuando hablamos de niñas y niños de 5 a 12 años y también de adolescentes de entre 13 a 17 años.

Sin lugar a dudas, la obesidad infantil es multifactorial y está relacionada con las bebidas azucaradas, alimentos procesados, malos hábitos alimenticios poca actividad física, la percepción de inseguridad de los cuidadores, y la sobre exposición a dispositivos electrónicos. Y qué nos dicen estos datos, que nuestra niñez esta encerrada, pegada al celular y con una mala nutrición.

Durante los primeros años, es esencial exponer a las niñas y los niños a contextos y actividades de calidad que promuevan un desarrollo óptimo del cerebro. Algunos ejemplos en los cuales se puede visibilizar un entorno positivo para el desarrollo infantil son a través de la actividad física, el fomentar el juego y la exploración en la naturaleza, ya que esto puede proporcionar una experiencia de aprendizaje y un ambiente saludable para el desarrollo.

El contacto con la naturaleza ha probado enormes efectos positivos en la salud, además de la reducción de la prevalencia en obesidad infantil, reduce casos de depresión, aumenta la esperanza de vida, mejora la calidad del sueño y de visión. Además, los estudios demuestran que la presencia de áreas verdes reduce las tasas de violencia y aumenta la asistencia escolar, especialmente en las comunidades más vulnerables.

Por ello, desde Early Institute, think tank especializado en primera infancia, consideramos de suma relevancia promover ambientes seguros y espacios verdes para incentivar la actividad física, esto es una necesidad comunitaria, si no hay parques y espacios de interacción, no hay comunidad.


Finalmente, se hace un llamado a las madres, padres y cuidadores a establecer límites en el uso de internet y animar a los niños y las niñas a participar en actividades físicas y en entornos naturales que promuevan un desarrollo saludable. Solo en la medida en la que seamos adultos conscientes de nuestros hábitos podremos cambiar y ser un ejemplo para las niñas, niños y adolescentes.


Investigadora en Early Institute