/ jueves 6 de diciembre de 2018

Infraestructura y energía | Refinar petróleo (Tercera entrega)

Eduardo Andrade Iturribarría

Continúo con las reflexiones respecto a refinar petróleo empezando por cuestionar que sólo haya un tipo de crudo. En realidad es un asunto bastante más complejo, ya que hay diversas calidades que obligan a procesos distintos para refinarlo.

Quizá la medida más relevante para el petróleo sea su grado API (American Petroleum Institute), que sin entrar en demasiada jerga técnica habla de la densidad del petróleo y puede ir desde un grado por debajo del 10 -por ejemplo, en la provincia canadiense de Alberta-, y hasta más de 40, siendo este muy ligero -por ejemplo en partes del Sahara-. Es decir, hablar de petróleo como un concepto homogéneo es una buena generalización para la plática cotidiana, pero no para decidir cómo refinarlo.

Es común también encontrar azufre en el petróleo. Mientras más azufre y menor grado API tenga un petróleo es más complicado de manejar y refinar; y en el otro extremo está un producto que tenga menos azufre y mayor grado API. En México tenemos petróleos desde los 15 grados API con 6.0 por ciento de azufre en la parte baja de la escala de calidad y hasta los 38 grados con menos de 1.0 por ciento de azufre. La mayor parte de nuestro petróleo anda alrededor de los 22 grados API.

De nuestro petróleo de menor calidad es más fácil sacar asfalto, del de más alta calidad es más fácil sacar petroquímicos, del de en medio pueden salir combustibles.

En términos gruesos, durante 2018 del producto que sale de una refinería 20 por ciento del precio de la gasolina corresponde al proceso de refinación y el resto a la materia prima, el petróleo según datos de la Agencia de Información de Energía de Estados Unidos. Utilizo este referente por ser un mercado más líquido y maduro que el mexicano respecto al costo de los combustibles. Y más todavía el peso del proceso de refinación sobre el precio total es aún menor dado que en todo el mundo existe una carga impositiva sobre los combustibles.

Se puede inferir entonces que la mayor parte del costo de las gasolinas es la materia prima, el petróleo. Pero también es cierto que una refinería, para costar menos, deberá ser diseñada para procesar cierto rango de calidad de petróleos, y no todos ellos, por lo tanto habría que concluir que a los mas de 10 mil millones de dólares que costaría la construcción de una refinería para procesar 300 mil barriles diarios habría que aumentarle el costo de inversión para garantizar el suministro del petróleo que procesaría. Esto en el entendido que la política pública del gobierno de la República es la soberanía energética, entendida como la autonomía en el suministro.

Entonces habría que aumentar alrededor de 60 mil millones de dólares por el costo de inversión para la producción del petróleo -según los números de inversión comprometida en las rondas de licitación para producción de petróleo en Mexico-. Es decir, el costo del inicio de la búsqueda de la autonomía en materia de combustibles requiere de 70 mil millones de dólares de entrada, suponiendo que todo sale bien y en tiempo. Es por eso que reitero lo afirmado en la primera entrega de estos textos sobre refinación: refinar petróleo es caro, complicado y no cualquiera lo hace.

Hay que declarar nuestro apoyo total al gobierno federal en pos de este objetivo, pero entendiendo que es una apuesta mayor en política energética en cualquier sentido.

eduardoandrade@mexiconecesitaingenieros.com.mx

ÚLTIMAS COLUMNAS