/ jueves 3 de enero de 2019

Innovación y promoción de la 4T

El 2019 arranca con un nuevo enfoque de la promoción industrial el cual se basa en la inclusión y la innovación como mecanismo para impulsar un progreso productivo con impacto social, ampliamente distribuido en el territorio, y en especial, para las zonas de menor desarrollo económico relativo, pero con amplias riquezas naturales.

La eliminación del Instituto Nacional del Emprendedor y de PROMÉXICO marca este cambio de enfoque, el cual se basaba en el individualismo emprendedor por una parte, y por otra, en la promoción de la inversión extranjera directa en sectores de alta rentabilidad y articulación productiva. Las PYMES, como siembre, en la “boca de todos y en la mano de nadie”.

En las políticas públicas de desarrollo económico con inclusión se revalorizan otros segmentos económicos que impulsan la economía social, las cooperativas o las empresas integradoras en redes asociativas horizontales, de empresas o de productores en comunidades para formular emprendimientos ligados al mercado con una oferta de bienes y servicios que son competitivos.

Preocupa que el modelo de innovación que se busca implantar logre permear en el desempeño de las empresas reales, de las pequeñas y medianas empresas que sostienen el 52% del PIB y el 72% del empleo formal en este país. También preocupa la falta de enfoque PYME, dado que en el análisis comparado de políticas públicas de fomento económico con inclusión y desarrollo sostenible se pone énfasis en las PYMES y en instrumentos genéricos que impacten la complejidad de su desempeño e innovación.

La Unidad de Innovación y Promoción de la Secretaría de Economía estaría llamada a ser una área del gobierno de la república dedicada, al menos, a promover la innovación en el ámbito meso económico o regional por una parte, y en el nivel microecómico en la cadena de valor para incidir en la productividad sectorial.

El menú de políticas públicas a desarrollar, mucho más allá del micro crédito en zonas marginadas del país, se refiere a un “sistema complejo” de promoción económica cuyos objetivos son claros a nivel de integración productiva, productividad, calidad y acceso a mercados con instrumentos reales de fomento. De hecho se trata de sistemas transversales a nivel federal y intraestatales a nivel de gobiernos.

La Secretaría de Economía con su nueva estructura y con la UNIPRO se quedan cortas para la convergencia entre la Industria 4.0 y la 4T, ante políticas públicas activas de nuestros socios comerciales y pares en la OCDE que tienen una madurez significativa en sus instrumentos de fomento y desarrollan las mejores prácticas que México.

El sector financiero tendrá que hacer su parte en la desmantelada “banca de desarrollo” y la mínima intermediación financiera de la banca comercial que no llega al 40% del PIB ante el 130 % de los países con los que competimos realmente. La falta de crédito productivo de fomento, de un sistema nacional de garantías reales y la baja absorción tecnológica de las PYMES, mantienen a este segmento al margen del crédito y del aprovechamiento de su potencial exportador. Más del 70% del crédito en México es de proveedores en la cadena de valor y sólo el 6% de las PYMES exportan.

El dualismo económico y social se refleja en la realidad de las PYMES que integran el tejido socioproductivo de México. Por un lado, las grandes cadenas de valor exportadoras bajo régimen de maquila (exportación de importaciones) y por otro lado, las PYMES orientadas al mercado local con baja articulación y valor agregado, que sobreviven en el mercado compitiendo con productos de todo el mundo.

La política industrial entonces se debe orientar e mejorar y expandir las capacidades productivas endógenas, integrar las cadenas productivas y conformar “clusters regionales de innovación” para que los territorios sean las palancas y medios de transmisión de la economía del conocimiento. A nivel de los sectores, no sólo se trata de impulsar a la industria automotriz y a la maquila de exportación como hasta ahora, se trata de incidir en el desempeño de las PYMES que sustentan el empleo.

El desarrollo sectorial debe propiciar la especialización mediante la innovación y el enfoque de cadena de valor exige mayor contenido nacional, mejor interacción tecnológica de las PYMES y acciones sectoriales coordinadas mediante programas sectoriales de competitividad confeccionados con todas las partes interesadas.

Sin duda, la UNIPRO será una innovación gubernamental cuyos objetivos de política industrial se tendrán que socializar y consensuar con los actores del desarrollo económico incluyente. Preocupa la persistente dispersión y duplicidad de instrumentos, así como su debida articulación con los entonos estatales, regionales y locales.

Vicepresidente de Canacintra

El 2019 arranca con un nuevo enfoque de la promoción industrial el cual se basa en la inclusión y la innovación como mecanismo para impulsar un progreso productivo con impacto social, ampliamente distribuido en el territorio, y en especial, para las zonas de menor desarrollo económico relativo, pero con amplias riquezas naturales.

La eliminación del Instituto Nacional del Emprendedor y de PROMÉXICO marca este cambio de enfoque, el cual se basaba en el individualismo emprendedor por una parte, y por otra, en la promoción de la inversión extranjera directa en sectores de alta rentabilidad y articulación productiva. Las PYMES, como siembre, en la “boca de todos y en la mano de nadie”.

En las políticas públicas de desarrollo económico con inclusión se revalorizan otros segmentos económicos que impulsan la economía social, las cooperativas o las empresas integradoras en redes asociativas horizontales, de empresas o de productores en comunidades para formular emprendimientos ligados al mercado con una oferta de bienes y servicios que son competitivos.

Preocupa que el modelo de innovación que se busca implantar logre permear en el desempeño de las empresas reales, de las pequeñas y medianas empresas que sostienen el 52% del PIB y el 72% del empleo formal en este país. También preocupa la falta de enfoque PYME, dado que en el análisis comparado de políticas públicas de fomento económico con inclusión y desarrollo sostenible se pone énfasis en las PYMES y en instrumentos genéricos que impacten la complejidad de su desempeño e innovación.

La Unidad de Innovación y Promoción de la Secretaría de Economía estaría llamada a ser una área del gobierno de la república dedicada, al menos, a promover la innovación en el ámbito meso económico o regional por una parte, y en el nivel microecómico en la cadena de valor para incidir en la productividad sectorial.

El menú de políticas públicas a desarrollar, mucho más allá del micro crédito en zonas marginadas del país, se refiere a un “sistema complejo” de promoción económica cuyos objetivos son claros a nivel de integración productiva, productividad, calidad y acceso a mercados con instrumentos reales de fomento. De hecho se trata de sistemas transversales a nivel federal y intraestatales a nivel de gobiernos.

La Secretaría de Economía con su nueva estructura y con la UNIPRO se quedan cortas para la convergencia entre la Industria 4.0 y la 4T, ante políticas públicas activas de nuestros socios comerciales y pares en la OCDE que tienen una madurez significativa en sus instrumentos de fomento y desarrollan las mejores prácticas que México.

El sector financiero tendrá que hacer su parte en la desmantelada “banca de desarrollo” y la mínima intermediación financiera de la banca comercial que no llega al 40% del PIB ante el 130 % de los países con los que competimos realmente. La falta de crédito productivo de fomento, de un sistema nacional de garantías reales y la baja absorción tecnológica de las PYMES, mantienen a este segmento al margen del crédito y del aprovechamiento de su potencial exportador. Más del 70% del crédito en México es de proveedores en la cadena de valor y sólo el 6% de las PYMES exportan.

El dualismo económico y social se refleja en la realidad de las PYMES que integran el tejido socioproductivo de México. Por un lado, las grandes cadenas de valor exportadoras bajo régimen de maquila (exportación de importaciones) y por otro lado, las PYMES orientadas al mercado local con baja articulación y valor agregado, que sobreviven en el mercado compitiendo con productos de todo el mundo.

La política industrial entonces se debe orientar e mejorar y expandir las capacidades productivas endógenas, integrar las cadenas productivas y conformar “clusters regionales de innovación” para que los territorios sean las palancas y medios de transmisión de la economía del conocimiento. A nivel de los sectores, no sólo se trata de impulsar a la industria automotriz y a la maquila de exportación como hasta ahora, se trata de incidir en el desempeño de las PYMES que sustentan el empleo.

El desarrollo sectorial debe propiciar la especialización mediante la innovación y el enfoque de cadena de valor exige mayor contenido nacional, mejor interacción tecnológica de las PYMES y acciones sectoriales coordinadas mediante programas sectoriales de competitividad confeccionados con todas las partes interesadas.

Sin duda, la UNIPRO será una innovación gubernamental cuyos objetivos de política industrial se tendrán que socializar y consensuar con los actores del desarrollo económico incluyente. Preocupa la persistente dispersión y duplicidad de instrumentos, así como su debida articulación con los entonos estatales, regionales y locales.

Vicepresidente de Canacintra