/ viernes 20 de agosto de 2021

¿La conservación se puede planear?

Por Alina Gabriela Monroy-Gamboa (Cibnor) y Francisco Botello (IBUNAM)

En nuestra sociedad, resulta un reto vincular la diversidad de tradiciones, identidades, derechos sobre los territorios y el uso de los recursos naturales; en este contexto, se debe tratar de favorecer a los habitantes locales, protegiendo a los ecosistemas, pero también propiciar una sana economía local, una política regional, así como el respeto a las costumbres y la cultura. La Planeación Sistemática de la Conservación es una metodología desde la cual se pueden incluir todas estas variables.

La degradación de los ecosistemas produce un costo para la sociedad que, generalmente, no es repartido equitativamente: por ejemplo, una ciudad requiere grandes cantidades de agua para su funcionamiento (en vivienda, industria, construcción), lo que implica que el agua es redireccionada de sus cauces para llegar allí, y los lugares donde el agua es captada, como los bosques, deben de ser conservados y manejados adecuadamente para que el vital líquido siga siendo abastecido a las ciudades. De este modo, si no se realizan estas actividades, los habitantes del entorno rural en donde se encuentra la mayoría de los sitios de captación pueden ver limitadas sus actividades para que ese recurso pueda ser utilizado en sitios distintos.

El deterioro del medio ambiente no tiene un solo origen, por lo que las soluciones no pueden ser dadas desde un único punto de vista. La sociedad y el ambiente están unidos espacial y temporalmente; por esta razón, se han conectado las disciplinas de las ciencias sociales con la biología, originando nuevos campos de estudio como la economía ecológica, la ecología política, la sociología rural, la antropología ecológica, el derecho ambiental, entre otros. Estos campos de estudio han elaborado nuevas metodologías para abordar la problemática desde diferentes perspectivas.

Una de las metodologías desarrolladas es la Planeación Sistemática de la Conservación que constituye una importante base para priorizar los sitios de conservación terrestre o marina a nivel mundial: es un método de trece pasos dinámico, en la medida en que si se identifica alguna necesidad de mejora, se puede regresar y hacer ajustes cuantas veces sea necesario.

Para llevar a cabo esta metodología, primero debemos saber dónde queremos aplicarla; puede usarse a diferentes escalas, desde una localidad pequeña, un municipio, un estado, una ecorregión, inclusive un país. Luego, debemos hablar con la gente que estaría relacionada con el lugar, como gobernantes, autoridades, representantes, dueños de la tierra, habitantes, usuarios del lugar; este paso es uno de los más importantes, pues depende de la gente que está en el lugar el éxito de la iniciativa.

Las áreas naturales protegidas se toman como base para crear una red en el área de interés, donde existan la mayor cantidad de especies de flora y fauna que puedan sobrevivir allí durante mucho tiempo; dichas especies se usan como subrogados (representantes) de la biodiversidad que vive en ese lugar, por lo que la mejor opción es usar un conjunto de especies de diferentes grupos para que se tomen en cuenta las necesidades de muchos organismos diferentes entre sí y, de este modo, podamos tener una buena representatividad de la biodiversidad. Por ejemplo, si el lugar que nos interesa conservar es un desierto, es lógico pensar en los cactus, pero, aunque no sea evidente, estos ecosistemas resguardan una gran variedad de vida, por lo que también se deberían incluir artrópodos (escorpiones, arañas), reptiles, aves, roedores y carnívoros.

Se deberá tomar en cuenta también aspectos sociales, económicos, culturales y políticos.

Puede ser que una compañía minera pretenda explotar los recursos del lugar, entonces influirá en los ecosistemas, pero también en la sociedad que depende de los recursos que éstos brindan. Además, en este ejemplo, es importante considerar que quienes arriban por las oportunidades laborales pueden tener formas muy distintas de reconocer su entorno social y natural, por lo que los pueden afectar de distintas maneras; así, se debe considerar el mayor número de variables que influyan de manera positiva o negativa en la conservación del lugar.

Con toda la información se podrán identificar aquellas áreas y sus conexiones donde puedan vivir muchas especies, así como especies únicas que no podemos encontrar en otros sitios a lo largo de muchos años. Las áreas de conexión pueden ser lugares con vegetación secundaria; incluso, si hay una ciudad, los parques urbanos sirven para que las áreas protegidas no queden aisladas y, de esta manera, los organismos puedan tener movilidad, propiciando la salud de las poblaciones.

Al paso de los años, se tiene que evaluar si la planificación realizada sigue siendo adecuada o se deben ajustar algunas cosas. Modificaciones en los patrones de lluvia o temperatura, cambios en el nivel del mar, fenómenos de alta intensidad como los huracanes y otras relacionadas con el humano, de índole política y social, pueden hacer que se requiera rehacer el análisis, por lo que con este sistema de conservación es posible regresar algunos pasos para reunir la información presente, actualizarla y adecuarla a la nueva situación.

La conservación se puede planear, y usar una metodología como la Planeación Sistemática de la Conservación nos ayuda a incluir diferentes aspectos que deben ser tomados en cuenta para proteger la biodiversidad de un lugar.

Autores

Alina Gabriela Monroy-Gamboa. Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S. C. Instituto Politécnico Nacional 195, CP. 23205, La Paz, Baja California Sur, México. Correo electrónico: beu_ribetzin@hotmail.com.

Francisco Botello. Laboratorio de Sistemas de Información Geográfica. Departamento de Zoología. Instituto de Biología, Universidad Nacional Autónoma de México. Apartado Postal 70-153, 04510, Ciudad de México, México. Correo electrónico: francsico.botello@ib.unam.mx.

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Por Alina Gabriela Monroy-Gamboa (Cibnor) y Francisco Botello (IBUNAM)

En nuestra sociedad, resulta un reto vincular la diversidad de tradiciones, identidades, derechos sobre los territorios y el uso de los recursos naturales; en este contexto, se debe tratar de favorecer a los habitantes locales, protegiendo a los ecosistemas, pero también propiciar una sana economía local, una política regional, así como el respeto a las costumbres y la cultura. La Planeación Sistemática de la Conservación es una metodología desde la cual se pueden incluir todas estas variables.

La degradación de los ecosistemas produce un costo para la sociedad que, generalmente, no es repartido equitativamente: por ejemplo, una ciudad requiere grandes cantidades de agua para su funcionamiento (en vivienda, industria, construcción), lo que implica que el agua es redireccionada de sus cauces para llegar allí, y los lugares donde el agua es captada, como los bosques, deben de ser conservados y manejados adecuadamente para que el vital líquido siga siendo abastecido a las ciudades. De este modo, si no se realizan estas actividades, los habitantes del entorno rural en donde se encuentra la mayoría de los sitios de captación pueden ver limitadas sus actividades para que ese recurso pueda ser utilizado en sitios distintos.

El deterioro del medio ambiente no tiene un solo origen, por lo que las soluciones no pueden ser dadas desde un único punto de vista. La sociedad y el ambiente están unidos espacial y temporalmente; por esta razón, se han conectado las disciplinas de las ciencias sociales con la biología, originando nuevos campos de estudio como la economía ecológica, la ecología política, la sociología rural, la antropología ecológica, el derecho ambiental, entre otros. Estos campos de estudio han elaborado nuevas metodologías para abordar la problemática desde diferentes perspectivas.

Una de las metodologías desarrolladas es la Planeación Sistemática de la Conservación que constituye una importante base para priorizar los sitios de conservación terrestre o marina a nivel mundial: es un método de trece pasos dinámico, en la medida en que si se identifica alguna necesidad de mejora, se puede regresar y hacer ajustes cuantas veces sea necesario.

Para llevar a cabo esta metodología, primero debemos saber dónde queremos aplicarla; puede usarse a diferentes escalas, desde una localidad pequeña, un municipio, un estado, una ecorregión, inclusive un país. Luego, debemos hablar con la gente que estaría relacionada con el lugar, como gobernantes, autoridades, representantes, dueños de la tierra, habitantes, usuarios del lugar; este paso es uno de los más importantes, pues depende de la gente que está en el lugar el éxito de la iniciativa.

Las áreas naturales protegidas se toman como base para crear una red en el área de interés, donde existan la mayor cantidad de especies de flora y fauna que puedan sobrevivir allí durante mucho tiempo; dichas especies se usan como subrogados (representantes) de la biodiversidad que vive en ese lugar, por lo que la mejor opción es usar un conjunto de especies de diferentes grupos para que se tomen en cuenta las necesidades de muchos organismos diferentes entre sí y, de este modo, podamos tener una buena representatividad de la biodiversidad. Por ejemplo, si el lugar que nos interesa conservar es un desierto, es lógico pensar en los cactus, pero, aunque no sea evidente, estos ecosistemas resguardan una gran variedad de vida, por lo que también se deberían incluir artrópodos (escorpiones, arañas), reptiles, aves, roedores y carnívoros.

Se deberá tomar en cuenta también aspectos sociales, económicos, culturales y políticos.

Puede ser que una compañía minera pretenda explotar los recursos del lugar, entonces influirá en los ecosistemas, pero también en la sociedad que depende de los recursos que éstos brindan. Además, en este ejemplo, es importante considerar que quienes arriban por las oportunidades laborales pueden tener formas muy distintas de reconocer su entorno social y natural, por lo que los pueden afectar de distintas maneras; así, se debe considerar el mayor número de variables que influyan de manera positiva o negativa en la conservación del lugar.

Con toda la información se podrán identificar aquellas áreas y sus conexiones donde puedan vivir muchas especies, así como especies únicas que no podemos encontrar en otros sitios a lo largo de muchos años. Las áreas de conexión pueden ser lugares con vegetación secundaria; incluso, si hay una ciudad, los parques urbanos sirven para que las áreas protegidas no queden aisladas y, de esta manera, los organismos puedan tener movilidad, propiciando la salud de las poblaciones.

Al paso de los años, se tiene que evaluar si la planificación realizada sigue siendo adecuada o se deben ajustar algunas cosas. Modificaciones en los patrones de lluvia o temperatura, cambios en el nivel del mar, fenómenos de alta intensidad como los huracanes y otras relacionadas con el humano, de índole política y social, pueden hacer que se requiera rehacer el análisis, por lo que con este sistema de conservación es posible regresar algunos pasos para reunir la información presente, actualizarla y adecuarla a la nueva situación.

La conservación se puede planear, y usar una metodología como la Planeación Sistemática de la Conservación nos ayuda a incluir diferentes aspectos que deben ser tomados en cuenta para proteger la biodiversidad de un lugar.

Autores

Alina Gabriela Monroy-Gamboa. Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S. C. Instituto Politécnico Nacional 195, CP. 23205, La Paz, Baja California Sur, México. Correo electrónico: beu_ribetzin@hotmail.com.

Francisco Botello. Laboratorio de Sistemas de Información Geográfica. Departamento de Zoología. Instituto de Biología, Universidad Nacional Autónoma de México. Apartado Postal 70-153, 04510, Ciudad de México, México. Correo electrónico: francsico.botello@ib.unam.mx.

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