/ sábado 6 de abril de 2024

La naturaleza también define elecciones, el pueblo lucha

Por Dora Isa González


En un día al margen de nuestras actividades, pasada la tarde, esa normalidad es increpada por un terremoto o un incendio, el cual, acaba con nuestro patrimonio y en mayor grado con la integridad y vida nuestra o de nuestros seres queridos: esos son los desastres naturales, hechos inesperados fuera del poder.

¡El calentamiento global está en sus máximos históricos! Columna no faltante de las noticias y del argot público sobre todo de las juventudes, sin embargo, no hemos dimensionado lo que representa. A pesar de ello, la historia nos ha enseñado que las grandes guerras y el cambio de regímenes van junto con pegados con grandes desastres climáticos, y ninguno de ellos se compara con lo que estamos por vivir.

Actualmente, el mundo sucumbe ante las omisiones colectivas, de líderes económicos y regentes, en que, apenas un puñado de países han hecho acciones concretas a pesar de las exigencias de movimientos genuinos, incluidos nuestros pueblos originarios.

De nuestro país, como es del saber colectivo, la semana pasada México fue sucumbido por una serie de incendios que invadieron la república completa, mismos que no se han podido apaciguar llegando a poblaciones aledañas, a tal grado, que ahora vemos manifestaciones frente a los ayuntamientos y entidades estatales exigiendo soluciones. En contraposición, escuchamos que, desde el palacio nacional se toma muy a la ligera un asunto que ya fue archivado como “provocado”, antes (como lo hacía nuestro luchador social cuando era él mismo) de solidarizarse con los afectados. Y pensar que es señal de algo en aumento.

A tal lógica, aprovecho para decir: está siendo poco calculado los efectos del cambio climático en este proceso electoral 2024, dado que es un acto “inesperado” que acaba con siembras, altera el hábitat y la integridad humana, así como delata frente al pueblo, que el Estado incumple su función, tanto en preservar la seguridad (cosa que de por sí es débil) y en designación de gasto en la materia, reducido este sexenio en más del 35% al pobre fondo para desastres.

No siempre se dará un Huracán Otis en una temporada baja en Acapulco en que las pérdidas humanas ya dolorosas, pudieron ser de muchísimas más, y estimando de cuánto fue el gasto que tuvo que hacer el gobierno para recuperar la bahía, solo equipárenlo en la próxima normalidad, a un desastre natural, sin saber cuándo ni donde, por cada mes, ¡qué peligro!

Es por ello, que me atrevo a asegurar que la madre naturaleza será un factor fundamental inesperado que puede definir las elecciones locales (incluso nacionales) y que despertará más de un tigre dormido. No subestimen la voz del pueblo, con sed y hambre de justicia.

¿Dónde están nuestros guardianes?

Dentro de esas voces que milenariamente han demandado sin debida recepción sobre la importancia de atender las causas de la naturaleza, son nuestros pueblos originarios, quienes en más de una ocasión han defendido patrimonios nacionales de las manos de intereses personales y que, en la actualidad han sido víctimas tanto del crimen organizado, por la ocupación de tierras para siembra y el uso de sus jóvenes como mulas, como de las omisiones de autoridades de distintos sectores en entender la cosmogonía y rol territorial.

De un año para acá, se han dado reuniones entre los gobernantes de los pueblos sobre la preocupante situación que nos depara frente al rugir de la naturaleza, a sabiendas que sus hogares normalmente cerca de las áreas naturales protegidas serán las primeras afectadas.

También, coincidentemente tendremos en 2027 la ceremonia del Fuego Nuevo, que se realiza cada 52 años, en la sede de las Américas, el Cerro de la Estrella en Iztapalapa, Ciudad de México, a lo que se suma otra inquietud a nuestras hermanas y hermanos, dichos por ellos mismos: “las autoridades locales han entregado con cobro no registrado el patrimonio cultural y natural del cerro para la ocupación irregular sin posibilidad de escrituración (y por tanto, sin los debidos servicios públicos), generando un daño permanente a esa zona que debiera ser competencia federal por su valor arqueológico, histórico y ser un pulmón de la ciudad”.

Esto es visto como una señal de alarma, que aproximará a protestas en unidad y validar el sentido del verdadero “bastón de mando” que no está en alguien, sino en algo llamado naturaleza.

El evento tan esperado de la América unida, para que el águila y el cóndor se unan, parece que se dará en un ambiente hostil, aunque todavía hay una oportunidad a través de demandar cambio en este proceso democrático, porque después, será lucha a secas.

¿Qué nos depara el futuro? Lo exponencialmente inesperado, menos dejar la dignidad.



Profesora de la UNAM, empresaria y activista de derechos humanos

Por Dora Isa González


En un día al margen de nuestras actividades, pasada la tarde, esa normalidad es increpada por un terremoto o un incendio, el cual, acaba con nuestro patrimonio y en mayor grado con la integridad y vida nuestra o de nuestros seres queridos: esos son los desastres naturales, hechos inesperados fuera del poder.

¡El calentamiento global está en sus máximos históricos! Columna no faltante de las noticias y del argot público sobre todo de las juventudes, sin embargo, no hemos dimensionado lo que representa. A pesar de ello, la historia nos ha enseñado que las grandes guerras y el cambio de regímenes van junto con pegados con grandes desastres climáticos, y ninguno de ellos se compara con lo que estamos por vivir.

Actualmente, el mundo sucumbe ante las omisiones colectivas, de líderes económicos y regentes, en que, apenas un puñado de países han hecho acciones concretas a pesar de las exigencias de movimientos genuinos, incluidos nuestros pueblos originarios.

De nuestro país, como es del saber colectivo, la semana pasada México fue sucumbido por una serie de incendios que invadieron la república completa, mismos que no se han podido apaciguar llegando a poblaciones aledañas, a tal grado, que ahora vemos manifestaciones frente a los ayuntamientos y entidades estatales exigiendo soluciones. En contraposición, escuchamos que, desde el palacio nacional se toma muy a la ligera un asunto que ya fue archivado como “provocado”, antes (como lo hacía nuestro luchador social cuando era él mismo) de solidarizarse con los afectados. Y pensar que es señal de algo en aumento.

A tal lógica, aprovecho para decir: está siendo poco calculado los efectos del cambio climático en este proceso electoral 2024, dado que es un acto “inesperado” que acaba con siembras, altera el hábitat y la integridad humana, así como delata frente al pueblo, que el Estado incumple su función, tanto en preservar la seguridad (cosa que de por sí es débil) y en designación de gasto en la materia, reducido este sexenio en más del 35% al pobre fondo para desastres.

No siempre se dará un Huracán Otis en una temporada baja en Acapulco en que las pérdidas humanas ya dolorosas, pudieron ser de muchísimas más, y estimando de cuánto fue el gasto que tuvo que hacer el gobierno para recuperar la bahía, solo equipárenlo en la próxima normalidad, a un desastre natural, sin saber cuándo ni donde, por cada mes, ¡qué peligro!

Es por ello, que me atrevo a asegurar que la madre naturaleza será un factor fundamental inesperado que puede definir las elecciones locales (incluso nacionales) y que despertará más de un tigre dormido. No subestimen la voz del pueblo, con sed y hambre de justicia.

¿Dónde están nuestros guardianes?

Dentro de esas voces que milenariamente han demandado sin debida recepción sobre la importancia de atender las causas de la naturaleza, son nuestros pueblos originarios, quienes en más de una ocasión han defendido patrimonios nacionales de las manos de intereses personales y que, en la actualidad han sido víctimas tanto del crimen organizado, por la ocupación de tierras para siembra y el uso de sus jóvenes como mulas, como de las omisiones de autoridades de distintos sectores en entender la cosmogonía y rol territorial.

De un año para acá, se han dado reuniones entre los gobernantes de los pueblos sobre la preocupante situación que nos depara frente al rugir de la naturaleza, a sabiendas que sus hogares normalmente cerca de las áreas naturales protegidas serán las primeras afectadas.

También, coincidentemente tendremos en 2027 la ceremonia del Fuego Nuevo, que se realiza cada 52 años, en la sede de las Américas, el Cerro de la Estrella en Iztapalapa, Ciudad de México, a lo que se suma otra inquietud a nuestras hermanas y hermanos, dichos por ellos mismos: “las autoridades locales han entregado con cobro no registrado el patrimonio cultural y natural del cerro para la ocupación irregular sin posibilidad de escrituración (y por tanto, sin los debidos servicios públicos), generando un daño permanente a esa zona que debiera ser competencia federal por su valor arqueológico, histórico y ser un pulmón de la ciudad”.

Esto es visto como una señal de alarma, que aproximará a protestas en unidad y validar el sentido del verdadero “bastón de mando” que no está en alguien, sino en algo llamado naturaleza.

El evento tan esperado de la América unida, para que el águila y el cóndor se unan, parece que se dará en un ambiente hostil, aunque todavía hay una oportunidad a través de demandar cambio en este proceso democrático, porque después, será lucha a secas.

¿Qué nos depara el futuro? Lo exponencialmente inesperado, menos dejar la dignidad.



Profesora de la UNAM, empresaria y activista de derechos humanos