por Ariana Canché
Actualmente y aún, contando con campañas de información y varios programas de movimiento, México sigue siendo el segundo país con mayor índice de obesidad en adultos a nivel mundial y nuestra evolución en el tema ha sido desfavorable, y se ha visto que incluso, los jóvenes están dejando de hacer ejercicio, al reducir en un 42%, su actividad física después de la pandemia.
Esta enfermedad tiene un impacto importante en la vida de los pacientes, en las finanzas públicas y en el bienestar general del país, pues más de 7 de cada 10 personas padecen obesidad.
Tanto el sobrepeso como la obesidad siguen siendo un problema para el sector público. La Secretaría de Salud estima que el costo total de la obesidad en el país fue de más de 270 millones de pesos el año pasado.[1] Además, según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), se pierden 40 millones de horas laborales gracias a la obesidad, lo que equivale a más de 85 mil millones de pesos por año.
El sector público ha hecho esfuerzos desde 2014 por reducir el consumo de azúcar y alimentos ultra procesados con acciones que van desde impuestos hasta sellos de advertencia sobre el exceso de calorías y azúcares fáciles de entender para la población. Es posible ver campañas que promueven la activación física y se han ampliado y mejorado los espacios para realizar estas actividades tanto en el sector público, como en el privado.
Por otro lado, las personas que padecen obesidad, en general, están interesadas en mejorar su salud, reducir su peso y tener una mejor calidad de vida a futuro. Muchas de ellas buscan apoyo por cuestiones estéticas, pero es cada vez más frecuente encontrar gente que sabe las consecuencias que tiene la obesidad en su salud general.
Desde el sector salud y los profesionales de esta rama se ha hecho un esfuerzo por concientizar que la obesidad es una enfermedad que va más allá de lo estético y del estigma social. En promedio, los mexicanos vivimos 4.2 años menos debido a la obesidad, según datos de la OCDE.[2] Hemos mencionado en múltiples ocasiones que este padecimiento tiene consecuencia a nivel psicológico, hepático, cardiovascular, gastro y pancreático, entre otros.
Por ello, es también un tema de gran interés para el sector médico. Existen anualmente decenas de estudios sobre obesidad y sus múltiples causas y, cada vez, se destinan más recursos a entender este padecimiento, prevenirlo y atenderlo de forma eficaz.
Hoy sabemos que la obesidad es una enfermedad que necesita atención integral e interdisciplinaria para lograr resultados que efectivamente signifiquen una mejora en el estado general de salud de los pacientes. Además, es un padecimiento que requiere que el paciente se comprometa diariamente durante la duración de su tratamiento.
Los profesionales de la salud debemos abordar la obesidad desde sus diferentes aristas, ofreciendo un tratamiento integral, personalizado y sostenible a largo plazo que incluya desde dietas personalizadas, métodos de actividad física y programas de atención emocional individual, hasta tratamientos farmacológicos, bajo supervisión.
Es importante que los pacientes no se auto mediquen y no receten a otros, pues lo que sirve a unas personas, puede no ser útil para otras.
La obesidad es una pandemia en México y la única forma de combatirla es que todos, cada uno desde nuestra trinchera, participemos en su prevención y atención integral.
Médico especialista en medicina interna y nutrición clínica y, vocera autorizada por Medix.