/ viernes 24 de febrero de 2023

Las claves del conflicto  

Fernando Octavio Hernández Sánchez


La guerra entre Rusia y Ucrania cumple hoy un año, la cual no sólo ha provocado miles de muertos y el éxodo de siete millones de ucranianos, sino que también ha agravado el encarecimiento de combustibles, alimentos y fertilizantes. Además, la guerra ha incrementado la tensión entre Rusia y Occidente por el respaldo brindado por Estados Unidos y sus aliados a Ucrania, mientras la imagen de Rusia se ha deteriorado gravemente una vez que se ha presentado a dicha nación como la encarnación de las autocracias que amenazan a la democracia y a Occidente.

Los líderes de ambos bandos están atrincherados en sus respectivas posiciones y nadie quiere ceder: Joe Biden afirma que Washington seguirá apoyando a Ucrania y ha advertido a Putin que “jamás ganará” la guerra; a su vez, Putin sostiene que “es imposible derrotar a Rusia en el campo de batalla”. Por tanto, no hay perspectivas de solución e incluso la situación podría empeorar conforme hay quienes preconizan una probable escalada con implicaciones nucleares.

Sin embargo, antes de caer ante el alarmismo debemos considerar los antecedentes del conflicto. En principio, destacamos las implicaciones de la expansión de la OTAN hacia Europa oriental: Ya desde 2007, Vladimir Putin manifestó la molestia de Rusia hacia la incorporación de países de Europa oriental a dicha organización militar, calificándola como una “provocación” hacia Rusia.

El líder ruso recordó que la OTAN prometió a Mikhail Gorbachev no desplazar sus fuerzas más allá de Alemania, señalando que tal oferta no sólo fue incumplida, sino que además la OTAN ha admitido a varios países de Europa oriental desde 1999, por lo cual se comprende la inquietud de Moscú. Además, Finlandia y Suecia también están en espera de ser admitidos en la OTAN, generando mayor recelo en Moscú.

Recordemos también que el gobierno ucraniano ha solicitado su incorporación a la OTAN, lo cual resulta inadmisible para Rusia pues no sólo representaría tener a dicha organización en su flanco suroccidental, sino que también le haría perder el control sobre Crimea y el acceso al Mar Negro. Por tanto, es comprensible que Putin se oponga con fuerza a la incorporación de Ucrania en la OTAN.

Más aún cuando Volodimir Zelensky, el presidente ucraniano, ha sugerido que Ucrania podría desvincularse del Memorandum de Budapest de 1994: tal acuerdo incorporó a Ucrania -junto con Bielorrusia y Kazajistán- al Tratado de No Proliferación Nuclear a cambio de recibir garantías sobre la inviolabilidad de su soberanía territorial una vez que esos tres países entregaran a Rusia las armas nucleares heredadas de la era soviética; hasta hace poco, tal acuerdo representó una garantía de que Ucrania jamás tendría armas nucleares pero las declaraciones hechas por Zelensky en febrero de 2022 fueron interpretadas en el Kremlin como una provocación directa al implicar que Kiev buscaría la protección de alguna potencia nuclear como Estados Unidos.

Por último, no olvidemos la influencia de la creación de la “Asociación Estratégica Estados Unidos-Ucrania” en noviembre de 2021 pues desde entonces el gobierno de Biden reafirmó el compromiso de apoyar a Ucrania ante “la agresión” perpetrada por Rusia en su contra, tal como lo ha hecho con el envío de armamento estadounidense a Ucrania.

Por supuesto, tampoco debemos olvidar que la actual guerra entre Rusia y Ucrania tiene sus orígenes incorporación de Crimea a Rusia en 2014, un acto contrario al derecho internacional. Desde entonces el gobierno ruso ha apoyado a las milicias separatistas que luchan contra el gobierno ucraniano con la intención de lograr la independencia para las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk, buscando emular el ejemplo secesionista establecido por la separación de Crimea de Ucrania.

Además, Rusia fue la nación que movilizó a miles de sus tropas alrededor de la frontera ruso-ucraniana desde fines de 2021, incrementando la tensión con Kiev. Ante tal situación, Putin ha señalado recientemente que Rusia no provocó la guerra, sino que tan sólo se adelantó a un ataque que el gobierno ucraniano pensaba lanzar sobre Crimea.

Sean cuáles hayan sido sus motivaciones, lo cierto es que fue Rusia quien comenzó la guerra hace un año al lanzar la ofensiva sobre varias regiones de Ucrania y es su ejército quien mantiene la ocupación sobre varios territorios ucranianos. No obstante, sería irresponsable acusar a Rusia como la única causante de la guerra, pues Moscú ya había advertido que no aceptaría la vinculación de Ucrania con la OTAN y mucho menos después de que Zelensky sugirió que Kiev podría desligarse del Tratado de No Proliferación Nuclear.

No se trata de justificar la agresión perpetrada por Rusia, pues toda guerra es indefendible por el sufrimiento y la devastación que provoca sobre la población. Sin embargo, es hora de reconocer la responsabilidad que ambas partes han tenido al propiciar y azuzar este conflicto, más aún cuando la guerra amenaza con escalar e involucrar a otras naciones, lo cual sería desastroso para el mundo entero.


* Fernando Octavio Hernández Sánchez es profesor universitario y coordinador de la Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Universidad Anáhuac México Sur.



Fernando Octavio Hernández Sánchez


La guerra entre Rusia y Ucrania cumple hoy un año, la cual no sólo ha provocado miles de muertos y el éxodo de siete millones de ucranianos, sino que también ha agravado el encarecimiento de combustibles, alimentos y fertilizantes. Además, la guerra ha incrementado la tensión entre Rusia y Occidente por el respaldo brindado por Estados Unidos y sus aliados a Ucrania, mientras la imagen de Rusia se ha deteriorado gravemente una vez que se ha presentado a dicha nación como la encarnación de las autocracias que amenazan a la democracia y a Occidente.

Los líderes de ambos bandos están atrincherados en sus respectivas posiciones y nadie quiere ceder: Joe Biden afirma que Washington seguirá apoyando a Ucrania y ha advertido a Putin que “jamás ganará” la guerra; a su vez, Putin sostiene que “es imposible derrotar a Rusia en el campo de batalla”. Por tanto, no hay perspectivas de solución e incluso la situación podría empeorar conforme hay quienes preconizan una probable escalada con implicaciones nucleares.

Sin embargo, antes de caer ante el alarmismo debemos considerar los antecedentes del conflicto. En principio, destacamos las implicaciones de la expansión de la OTAN hacia Europa oriental: Ya desde 2007, Vladimir Putin manifestó la molestia de Rusia hacia la incorporación de países de Europa oriental a dicha organización militar, calificándola como una “provocación” hacia Rusia.

El líder ruso recordó que la OTAN prometió a Mikhail Gorbachev no desplazar sus fuerzas más allá de Alemania, señalando que tal oferta no sólo fue incumplida, sino que además la OTAN ha admitido a varios países de Europa oriental desde 1999, por lo cual se comprende la inquietud de Moscú. Además, Finlandia y Suecia también están en espera de ser admitidos en la OTAN, generando mayor recelo en Moscú.

Recordemos también que el gobierno ucraniano ha solicitado su incorporación a la OTAN, lo cual resulta inadmisible para Rusia pues no sólo representaría tener a dicha organización en su flanco suroccidental, sino que también le haría perder el control sobre Crimea y el acceso al Mar Negro. Por tanto, es comprensible que Putin se oponga con fuerza a la incorporación de Ucrania en la OTAN.

Más aún cuando Volodimir Zelensky, el presidente ucraniano, ha sugerido que Ucrania podría desvincularse del Memorandum de Budapest de 1994: tal acuerdo incorporó a Ucrania -junto con Bielorrusia y Kazajistán- al Tratado de No Proliferación Nuclear a cambio de recibir garantías sobre la inviolabilidad de su soberanía territorial una vez que esos tres países entregaran a Rusia las armas nucleares heredadas de la era soviética; hasta hace poco, tal acuerdo representó una garantía de que Ucrania jamás tendría armas nucleares pero las declaraciones hechas por Zelensky en febrero de 2022 fueron interpretadas en el Kremlin como una provocación directa al implicar que Kiev buscaría la protección de alguna potencia nuclear como Estados Unidos.

Por último, no olvidemos la influencia de la creación de la “Asociación Estratégica Estados Unidos-Ucrania” en noviembre de 2021 pues desde entonces el gobierno de Biden reafirmó el compromiso de apoyar a Ucrania ante “la agresión” perpetrada por Rusia en su contra, tal como lo ha hecho con el envío de armamento estadounidense a Ucrania.

Por supuesto, tampoco debemos olvidar que la actual guerra entre Rusia y Ucrania tiene sus orígenes incorporación de Crimea a Rusia en 2014, un acto contrario al derecho internacional. Desde entonces el gobierno ruso ha apoyado a las milicias separatistas que luchan contra el gobierno ucraniano con la intención de lograr la independencia para las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk, buscando emular el ejemplo secesionista establecido por la separación de Crimea de Ucrania.

Además, Rusia fue la nación que movilizó a miles de sus tropas alrededor de la frontera ruso-ucraniana desde fines de 2021, incrementando la tensión con Kiev. Ante tal situación, Putin ha señalado recientemente que Rusia no provocó la guerra, sino que tan sólo se adelantó a un ataque que el gobierno ucraniano pensaba lanzar sobre Crimea.

Sean cuáles hayan sido sus motivaciones, lo cierto es que fue Rusia quien comenzó la guerra hace un año al lanzar la ofensiva sobre varias regiones de Ucrania y es su ejército quien mantiene la ocupación sobre varios territorios ucranianos. No obstante, sería irresponsable acusar a Rusia como la única causante de la guerra, pues Moscú ya había advertido que no aceptaría la vinculación de Ucrania con la OTAN y mucho menos después de que Zelensky sugirió que Kiev podría desligarse del Tratado de No Proliferación Nuclear.

No se trata de justificar la agresión perpetrada por Rusia, pues toda guerra es indefendible por el sufrimiento y la devastación que provoca sobre la población. Sin embargo, es hora de reconocer la responsabilidad que ambas partes han tenido al propiciar y azuzar este conflicto, más aún cuando la guerra amenaza con escalar e involucrar a otras naciones, lo cual sería desastroso para el mundo entero.


* Fernando Octavio Hernández Sánchez es profesor universitario y coordinador de la Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Universidad Anáhuac México Sur.