/ miércoles 15 de mayo de 2019

Los fifís al rescate

La ocasión lo ameritaba. Por primera vez desde que comenzaron las conferencias de prensa matutinas, del presidente Andrés Manuel López Obrador, no se escuchó desde el púlpito moral y bíblico del salón de la Tesorería de Palacio Nacional alusión alguna a los conservadores, los neoliberales, los corruptos del pasado, culpables de todos los males del país.

Es que en el recinto se encontraban tres señorones de la banca internacional a quienes se debía dar las gracias por la sindicación de créditos y la creación de fondos para aliviar las obligaciones de pago de intereses y deudas perentorias de Petróleos Mexicanos a corto plazo. El director de la empresa productiva del Estado, Octavio Romero, abandonó esta vez el atuendo petrolero y las botas de trabajo adoptadas para significar la diferencia con los funcionarios de la administración anterior. En la conferencia todo fue armonía y reconocimiento al salvamento momentáneo concedido a Pemex ante el apremio frente a la enorme deuda internacional de la empresa que asciende, según expertos financieros, a cien mil millones de dólares.

Hubo otras novedades la mañana del lunes en Palacio Nacional. Fue el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y no el de Hacienda Carlos Urzúa quien inició la explicación del anuncio de la renegociación de ocho mil millones de dólares de la deuda total de Pemex. Aunque no se dijo, el anuncio constituye un mensaje al extranjero en busca de tranquilizar a los organismos financieros internacionales y a las calificadoras de deuda soberana de los países frente al escepticismo, y las reservas con los que se ha visto los planes del gobierno federal para llevar adelante proyectos como el de la refinería de Dos Bocas, Tabasco, y la disposición del fondo de contingencia, así como de treinta mil millones de pesos de los impuestos que Pemex cubre al fisco.

En la operación de renegociación de una parte mínima de la deuda de Pemex participan los bancos J.P. Morgan, estadounidense, Mizuho, japonés, y marcadamente HSBC con matriz en Londres y gran presencia en México. Coincidencia o factor determinante para esa operación, el excandidato presidencial José Antonio Meade, es uno de los once consejeros internacionales de ese banco cuya opinión es determinante en negociaciones de ese nivel.

Se entiende que en esta ocasión el presidente y los funcionarios que lo acompañaban no se hayan referido, como lo han hecho a diario, a la clase fifí, a los adversarios y a los comunicadores a quienes llama críticos pagados por los resentidos de la corrupción. Es que en ese momento, quiéralo o no, el presidente estaba dialogando con interlocutores a quienes, sin esa circunstancia identificaría precisamente como responsables de los graves problemas que enfrenta el país. Lejos de financiar, como lo asegura López Obrador, a sus detractores de la prensa y el mundo de las finanzas internacionales, los banqueros ahí presentes manifestaban sin lugar a dudas su disposición a apoyar al gobierno en un momento de gran tensión e incertidumbre en materia financiera, que pone en riesgo la viabilidad de sus planes y proyectos.

La solución dada a conocer en la tranquila conferencia de prensa de Palacio Nacional no es, según expertos y analistas financieros, definitiva ni elimina las reservas con las que dentro y fuera del país se contemplan las decisiones de la política económica de la actual administración. El gobierno sale del apuro con el oxígeno de una renegociación de corto plazo. Falta hacer creíble un plan de negocios de Petróleos Mexicanos y la aplicación de medidas económicas para hacer frente a la desaceleración que se muestra en la mayor parte de los indicadores en el registro desde el comienzo de la presente administración.

Srio28@prodigy.net.mx

La ocasión lo ameritaba. Por primera vez desde que comenzaron las conferencias de prensa matutinas, del presidente Andrés Manuel López Obrador, no se escuchó desde el púlpito moral y bíblico del salón de la Tesorería de Palacio Nacional alusión alguna a los conservadores, los neoliberales, los corruptos del pasado, culpables de todos los males del país.

Es que en el recinto se encontraban tres señorones de la banca internacional a quienes se debía dar las gracias por la sindicación de créditos y la creación de fondos para aliviar las obligaciones de pago de intereses y deudas perentorias de Petróleos Mexicanos a corto plazo. El director de la empresa productiva del Estado, Octavio Romero, abandonó esta vez el atuendo petrolero y las botas de trabajo adoptadas para significar la diferencia con los funcionarios de la administración anterior. En la conferencia todo fue armonía y reconocimiento al salvamento momentáneo concedido a Pemex ante el apremio frente a la enorme deuda internacional de la empresa que asciende, según expertos financieros, a cien mil millones de dólares.

Hubo otras novedades la mañana del lunes en Palacio Nacional. Fue el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y no el de Hacienda Carlos Urzúa quien inició la explicación del anuncio de la renegociación de ocho mil millones de dólares de la deuda total de Pemex. Aunque no se dijo, el anuncio constituye un mensaje al extranjero en busca de tranquilizar a los organismos financieros internacionales y a las calificadoras de deuda soberana de los países frente al escepticismo, y las reservas con los que se ha visto los planes del gobierno federal para llevar adelante proyectos como el de la refinería de Dos Bocas, Tabasco, y la disposición del fondo de contingencia, así como de treinta mil millones de pesos de los impuestos que Pemex cubre al fisco.

En la operación de renegociación de una parte mínima de la deuda de Pemex participan los bancos J.P. Morgan, estadounidense, Mizuho, japonés, y marcadamente HSBC con matriz en Londres y gran presencia en México. Coincidencia o factor determinante para esa operación, el excandidato presidencial José Antonio Meade, es uno de los once consejeros internacionales de ese banco cuya opinión es determinante en negociaciones de ese nivel.

Se entiende que en esta ocasión el presidente y los funcionarios que lo acompañaban no se hayan referido, como lo han hecho a diario, a la clase fifí, a los adversarios y a los comunicadores a quienes llama críticos pagados por los resentidos de la corrupción. Es que en ese momento, quiéralo o no, el presidente estaba dialogando con interlocutores a quienes, sin esa circunstancia identificaría precisamente como responsables de los graves problemas que enfrenta el país. Lejos de financiar, como lo asegura López Obrador, a sus detractores de la prensa y el mundo de las finanzas internacionales, los banqueros ahí presentes manifestaban sin lugar a dudas su disposición a apoyar al gobierno en un momento de gran tensión e incertidumbre en materia financiera, que pone en riesgo la viabilidad de sus planes y proyectos.

La solución dada a conocer en la tranquila conferencia de prensa de Palacio Nacional no es, según expertos y analistas financieros, definitiva ni elimina las reservas con las que dentro y fuera del país se contemplan las decisiones de la política económica de la actual administración. El gobierno sale del apuro con el oxígeno de una renegociación de corto plazo. Falta hacer creíble un plan de negocios de Petróleos Mexicanos y la aplicación de medidas económicas para hacer frente a la desaceleración que se muestra en la mayor parte de los indicadores en el registro desde el comienzo de la presente administración.

Srio28@prodigy.net.mx