/ jueves 12 de abril de 2018

Moderadores y debates

¿Los moderadores cuestionando e interpelando a los candidatos, con un espacio para que éstos se confronten directamente (EL SOL DE MÉXICO, NACIONAL, 5-IV-018)? ¿Y eso de que los moderadores podrán ser incisivos? Es lo que aprobó la Comisión de Debates del Instituto Nacional Electoral (INE) con la votación a favor mayoritaria del Consejo General del Instituto. A mi juicio se trata de algo absolutamente antidemocrático y paso a explicar por qué. ¿Quiénes son los moderadores, qué representan? Para que la medida operara en el sentido democrático tendría que ser otro el esquema.

En primer lugar ésta se da dentro de un sistema presidencialista, es decir, donde el Presidente de la República es también el Jefe de Gobierno sin depender de la confianza de las cámaras. Lo que significa que los moderadores del caso no van a cuestionar e interpelar a los candidatos como representantes de distintos partidos con ideologías diversas, lo cual sería democrático, sino como ciudadanos cuya representación es nula a nivel de voto.

Por lo tanto cuestionar e interpelar en tales términos conlleva el riesgo de caer en la diatriba o en la ironía, que serían en rigor un desahogo y nada más, aunque un desahogo que puede dejar huella fuerte en algunos electores. De hecho moderadores así serán perjudiciales para los debates y sólo aportarán confusión cuando no dudas. Mejor que no los hubiera, dejando correr la fluidez verbal de los candidatos.

Lo evidente, a mi juicio, es que debatir es una prueba de capacidad oratoria y si el moderador no es prudente, atinado, inteligente, cortará el hilo del debate. La oratoria es un arte que en muy contados casos admite interrupciones, que si se dan convenientemente ayudan al desarrollo del discurso, impulsándolo. En resumen, el planteamiento del tema y su avance han de hallar terreno libre de obstáculos.

Ahora bien, los electores nos debemos aprestar a medir las aptitudes y el talento político, y a mi juicio obviamente jurídico (por lo menos de información jurídica), de los aspirantes a la presidencia de la República. Quien domina la palabra domina el pensamiento. No me refiero tanto a la elocuencia (deleitar, conmover o persuadir con viveza) que aunque necesaria en la oratoria se suele manejar a veces con abuso, sino a la capacidad de razonar, a la ensambladura lógica de ideas con ideas, de frases con frases, construyendo un andamiaje que lleve a una conclusión eficaz y convincente.

Es probar de manera racional que hay que votar por algo y por alguien. Ese es el objeto de los debates, que ojalá no se obstaculice o debilite porque la responsabilidad y obligación del Instituto Nacional Electoral es impulsar y robustecer la democracia. En los debates se verá si hay demagogia, insuficiencia de pensamiento y mera palabrería sin el sustento de pruebas y proyectos sólidos. En ellos se medirá la veracidad de los candidatos y allí los conoceremos a fondo.

Lo cierto es que el juez será el pueblo sin necesidad de moderador alguno. ¿Para qué queremos, suponiendo que la hubiera, pedantería en aquél, sofistería lucidora? En suma, yo creo firmemente que lo de los moderadores es un error. Que haya reglas en el debate, eso sí: por ejemplo, tiempo del mismo y prohibición de interrumpirse entre los candidatos. Pero que los dejen solos y sin una especie de intermediadores entre el pueblo y ellos. Queremos y necesitamos una democracia clara, directa. Una presentación abierta de los candidatos. Queremos juzgar y calificar sin obstáculos.

Sígueme en Twitter:@RaulCarranca

Y Facebook: www.facebook.com/despacho.raulcarranca

¿Los moderadores cuestionando e interpelando a los candidatos, con un espacio para que éstos se confronten directamente (EL SOL DE MÉXICO, NACIONAL, 5-IV-018)? ¿Y eso de que los moderadores podrán ser incisivos? Es lo que aprobó la Comisión de Debates del Instituto Nacional Electoral (INE) con la votación a favor mayoritaria del Consejo General del Instituto. A mi juicio se trata de algo absolutamente antidemocrático y paso a explicar por qué. ¿Quiénes son los moderadores, qué representan? Para que la medida operara en el sentido democrático tendría que ser otro el esquema.

En primer lugar ésta se da dentro de un sistema presidencialista, es decir, donde el Presidente de la República es también el Jefe de Gobierno sin depender de la confianza de las cámaras. Lo que significa que los moderadores del caso no van a cuestionar e interpelar a los candidatos como representantes de distintos partidos con ideologías diversas, lo cual sería democrático, sino como ciudadanos cuya representación es nula a nivel de voto.

Por lo tanto cuestionar e interpelar en tales términos conlleva el riesgo de caer en la diatriba o en la ironía, que serían en rigor un desahogo y nada más, aunque un desahogo que puede dejar huella fuerte en algunos electores. De hecho moderadores así serán perjudiciales para los debates y sólo aportarán confusión cuando no dudas. Mejor que no los hubiera, dejando correr la fluidez verbal de los candidatos.

Lo evidente, a mi juicio, es que debatir es una prueba de capacidad oratoria y si el moderador no es prudente, atinado, inteligente, cortará el hilo del debate. La oratoria es un arte que en muy contados casos admite interrupciones, que si se dan convenientemente ayudan al desarrollo del discurso, impulsándolo. En resumen, el planteamiento del tema y su avance han de hallar terreno libre de obstáculos.

Ahora bien, los electores nos debemos aprestar a medir las aptitudes y el talento político, y a mi juicio obviamente jurídico (por lo menos de información jurídica), de los aspirantes a la presidencia de la República. Quien domina la palabra domina el pensamiento. No me refiero tanto a la elocuencia (deleitar, conmover o persuadir con viveza) que aunque necesaria en la oratoria se suele manejar a veces con abuso, sino a la capacidad de razonar, a la ensambladura lógica de ideas con ideas, de frases con frases, construyendo un andamiaje que lleve a una conclusión eficaz y convincente.

Es probar de manera racional que hay que votar por algo y por alguien. Ese es el objeto de los debates, que ojalá no se obstaculice o debilite porque la responsabilidad y obligación del Instituto Nacional Electoral es impulsar y robustecer la democracia. En los debates se verá si hay demagogia, insuficiencia de pensamiento y mera palabrería sin el sustento de pruebas y proyectos sólidos. En ellos se medirá la veracidad de los candidatos y allí los conoceremos a fondo.

Lo cierto es que el juez será el pueblo sin necesidad de moderador alguno. ¿Para qué queremos, suponiendo que la hubiera, pedantería en aquél, sofistería lucidora? En suma, yo creo firmemente que lo de los moderadores es un error. Que haya reglas en el debate, eso sí: por ejemplo, tiempo del mismo y prohibición de interrumpirse entre los candidatos. Pero que los dejen solos y sin una especie de intermediadores entre el pueblo y ellos. Queremos y necesitamos una democracia clara, directa. Una presentación abierta de los candidatos. Queremos juzgar y calificar sin obstáculos.

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