/ miércoles 21 de julio de 2021

¡Nos achicharramos!

Frente a las narices de desgobernantes que siguen sin aceptar, o son negligentes, al cambio climático. Los científicos del mundo ponen el grito en el cielo y defensores del medio ambiente hacen lo imposible por conmover a quienes tienen la obligación de cuidar al planeta, pero ni los ven ni los oyen.

Este año ha sido particularmente grave. En Canadá, en la Columbia Británica, fallecieron cientos de personas a causa de las temperaturas, que llegaron a casi 50 grados. Lo nunca visto.

En Estados Unidos, en los estados de Washington y Oregón, sucedió otro tanto. Las tormentas veraniegas, por otra parte, se sucedieron con mucha más furia que la acostumbrada y en Maryland, cercano a la capital, así como en el mismo Washington D.C., hubieron varios tornados, fenómeno inaudito en esa zona.

La respuesta de la madre naturaleza, a las agresiones del ser humano, ataca a la especie, inmisericorde y, para muchos especialistas, esto apenas empieza. Se vivió una grave sequía, que asoló cultivos y provocó una pérdida de producción de productos alimentarios, importante, lo que aunado a la pandemia del coronavirus ha provocado escasez de algunos y subida de los precios.

En un interesante reportaje de El Universal, científicos estadounidenses respondieron a los cuestionamientos. Sostienen que el alza en las temperaturas habría ocurrido sin el cambio climático, pero con estas alteraciones se vuelve peor.

Una de las graves consecuencias son los incendios, los que asolan hectáreas devorando casas de familias que pierden su patrimonio. A pesar de la avanzada tecnología para contenerlos, son imparables.

Los mencionados expertos denominan este fenómeno como “cúpula de calor”, pues el aire caliente queda atrapado por frentes de alta presión y al caer empujado hacia el suelo se calienta aún más.

La sequía es una manifestación del cambio climático y, como es lógico, incrementa el calor. Pero se talan bosques enteros, se desmontan selvas, como árboles y plantas fueran solo un producto comercial y se reprodujeran a corto plazo. Hay quien tala para sobrevivir. Para otros es negocio redituable.

El Papa Francisco dedicó una encíclica completa, a la defensa del medio ambiente y ha puesto especial interés en la Amazonia, pulmón para el planeta entero. Sin embargo, el mandatario brasileño, Bolsonaro, permite la explotación de la madera en forma ilimitada, provocando un gravísimo deterioro de esta privilegiada zona.

En México, “Sembrando Vida”, ha sido un auténtico desastre. Se supone que se les da un salario a quienes viven en áreas en las que se han cortado árboles en exceso, para que planten nuevos. La realidad es que muchos de estos “beneficiados” depredan hectáreas, “cortando vida”, para luego sembrar especies que difícilmente se adaptarán a la localidad. Circulan videos de habitantes conscientes del daño, quienes muestran cómo se han convertido zonas de gruesa vegetación en eriales.

Con la llegada de Biden a la Casa Blanca, se espera un resurgimiento de la lucha por salvar a la tierra. A diferencia de Trump se vuelve a adherir al Acuerdo de París y busca disminuir lo más posible, las emisiones de gas invernadero.

La batalla es difícil, porque implica la afectación de fuertes intereses creados y de cambios drásticos en la forma de vivir. Sin embargo, si se quiere dejar un mundo mejor, a las generaciones jóvenes, todos tendríamos que contribuir, con lo poco o mucho que nos toca.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

Frente a las narices de desgobernantes que siguen sin aceptar, o son negligentes, al cambio climático. Los científicos del mundo ponen el grito en el cielo y defensores del medio ambiente hacen lo imposible por conmover a quienes tienen la obligación de cuidar al planeta, pero ni los ven ni los oyen.

Este año ha sido particularmente grave. En Canadá, en la Columbia Británica, fallecieron cientos de personas a causa de las temperaturas, que llegaron a casi 50 grados. Lo nunca visto.

En Estados Unidos, en los estados de Washington y Oregón, sucedió otro tanto. Las tormentas veraniegas, por otra parte, se sucedieron con mucha más furia que la acostumbrada y en Maryland, cercano a la capital, así como en el mismo Washington D.C., hubieron varios tornados, fenómeno inaudito en esa zona.

La respuesta de la madre naturaleza, a las agresiones del ser humano, ataca a la especie, inmisericorde y, para muchos especialistas, esto apenas empieza. Se vivió una grave sequía, que asoló cultivos y provocó una pérdida de producción de productos alimentarios, importante, lo que aunado a la pandemia del coronavirus ha provocado escasez de algunos y subida de los precios.

En un interesante reportaje de El Universal, científicos estadounidenses respondieron a los cuestionamientos. Sostienen que el alza en las temperaturas habría ocurrido sin el cambio climático, pero con estas alteraciones se vuelve peor.

Una de las graves consecuencias son los incendios, los que asolan hectáreas devorando casas de familias que pierden su patrimonio. A pesar de la avanzada tecnología para contenerlos, son imparables.

Los mencionados expertos denominan este fenómeno como “cúpula de calor”, pues el aire caliente queda atrapado por frentes de alta presión y al caer empujado hacia el suelo se calienta aún más.

La sequía es una manifestación del cambio climático y, como es lógico, incrementa el calor. Pero se talan bosques enteros, se desmontan selvas, como árboles y plantas fueran solo un producto comercial y se reprodujeran a corto plazo. Hay quien tala para sobrevivir. Para otros es negocio redituable.

El Papa Francisco dedicó una encíclica completa, a la defensa del medio ambiente y ha puesto especial interés en la Amazonia, pulmón para el planeta entero. Sin embargo, el mandatario brasileño, Bolsonaro, permite la explotación de la madera en forma ilimitada, provocando un gravísimo deterioro de esta privilegiada zona.

En México, “Sembrando Vida”, ha sido un auténtico desastre. Se supone que se les da un salario a quienes viven en áreas en las que se han cortado árboles en exceso, para que planten nuevos. La realidad es que muchos de estos “beneficiados” depredan hectáreas, “cortando vida”, para luego sembrar especies que difícilmente se adaptarán a la localidad. Circulan videos de habitantes conscientes del daño, quienes muestran cómo se han convertido zonas de gruesa vegetación en eriales.

Con la llegada de Biden a la Casa Blanca, se espera un resurgimiento de la lucha por salvar a la tierra. A diferencia de Trump se vuelve a adherir al Acuerdo de París y busca disminuir lo más posible, las emisiones de gas invernadero.

La batalla es difícil, porque implica la afectación de fuertes intereses creados y de cambios drásticos en la forma de vivir. Sin embargo, si se quiere dejar un mundo mejor, a las generaciones jóvenes, todos tendríamos que contribuir, con lo poco o mucho que nos toca.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq