La tarea que se avecina para el nuevo Titular de la FGR es enorme. En el marco del Sistema de Justicia Penal Acusatorio, el Ministerio Público de la Federación debe cumplir estrictamente con el principio general del proceso penal acusatorio: esclarecer los hechos, proteger al inocente, procurar que el culpable no quede impune y lograr la reparación del daño.
Aunado a ello, el propio rediseño del Ministerio Público de la Federación respecto de los que venía siendo la Procuraduría General de la República y lo que debe ser la Fiscalía General de la República, es en sí mismo un enorme reto que no podrá ser logrado de la noche a la mañana.
Independientemente de la complejidad que ello implica, la nueva estructura orgánica, así como la ingeniería de procesos, es una oportunidad para revertir los vicios adquiridos por una institución que, hay que decirlo, había perdido la confianza ciudadana a pesar de todos los esfuerzos institucionales para lograrla.
El combate a la corrupción, eliminar los altos índices de impunidad, abatir el rezago de las averiguaciones previas (propias del sistema anterior) y de las carpetas de investigación (concernientes al sistema acusatorio), tener un auténtico servicio de carrera en procuración de justicia, tener controles internos sólidos y eficientes, así como una capacitación adecuada para los operadores del sistema, son retos que apenas se vislumbran para una organización naciente.
Otro de los aspectos importantes y en el que tendremos que poner mayor énfasis, es el referente a la atención a las víctimas. En un sistema garantista como el del Sistema Acusatorio, las víctimas juegan un papel central dentro del proceso penal. Particularmente, el nuevo Fiscal deberá centrarse en proteger a grupos vulnerables, por ejemplo, a mujeres y niñas que, después de convertirse en víctimas de algún delito, el propio sistema las revictimiza, obstaculizando su derecho de acceso a la justicia y, desde luego, la reparación del daño causado.
Senadora de la República.
