/ miércoles 6 de octubre de 2021

Otra forma regresiva

Sigue el empeño por llevarnos al siglo pasado y cortar de cuajo con el desarrollo nacional. La Iniciativa de Reforma Eléctrica, que llega al Congreso, supone uno de los peores retrocesos sin otro beneficio que la nacionalización del litio.

Apenas se dio a conocer y ya logró que se les levantaran las cejas a la Iniciativa Privada, a las empresas que participan en la producción de energía, a cualquiera con dos dedos de frente para vislumbrar un negro futuro.

La Iniciativa de Marras convertiría a la Comisión Federal de Electricidad, en propiamente, la Industria Eléctrica. Se trata de una estatización, sin la mínima conciencia de sus consecuencias.

La CFE, en manos del exPrinosaurio, Manuel Bartlett, está endeuda hasta las cachas y ha perdido los avances de los últimos años. A partir de su llegada se repiten los apagones, de tal magnitud, que han dejado sin luz a millones de personas. Siempre se encuentra pretexto -y culpable-, ajeno a la realidad de la falta de eficiencia y conocimientos.

Con la Reforma de Peña Nieto, a pesar de que se hayan dado algunos abusos, empezó un proceso de modernización que logró calificarla a nivel internacional. Se piensa dar al traste con todo.

Se empezaría por cancelar todos los permisos de producción de energía, lo que supone el destierro de la inversión privada. Podrá controlar sus tarifas, lo que implica que las aplicaría al capricho del tlatoani. A una entidad o una región se le cobraría un precio y a otra, otro, de acuerdo, como ya se ha hecho con la condonación de adeudos de la población (Tabasco), al objetivo político -siempre electorero-, del máximo gurú.

Acabarían con el auto abasto, gracias al cual muchas compañías han resuelto su problema energético, con mejor eficiencia y ahorro. Habría que comprarle todo el consumo a la CFE, como distribuidora única.

Viola, cuando menos, 7 artículos del Tratado de Libre Comercio, así como la normativa de la Comunidad Económica Europea, lo que redundaría en demandas costosas para las finanzas nacionales, además del desprestigio internacional.

Ni ganaríamos los usuarios ni México y el meollo de la cuestión está en un Congreso, del que no sabemos qué podemos esperar.

El líder de la fracción panista del Senado, Julen Rementería, declaró que, bajo ningún motivo va a pasar semejante aberración. Al haber cambios constitucionales, necesitan mayoría absoluta.

El peligro está en los priístas, que sabemos cómo se las gastan. La de diputados, encabezada por Rubén Moreira, a quien, con un poquito que le rasquen le sacarían a relucir toda la podredumbre de su gubernatura de Coahuila.

Qué decir de Alejandro Moreno, mandamás tricolor, que dejó cuentas gruesas en Campeche.

La cola de un buen porcentaje de diputados del Tricolor es tan larga como la del intocable señor Bartlett. La espada de Damocles pende sobre sus cabezas y no es difícil que conformen la mancuerna con Morena, como ya lo había advertido López Obrador.

El PRD poco pinta y además podría envolverse en un discurso demagógico.

Movimiento Ciudadano es un misterio, aunque se comenta que Dante Delgado -su propietario-, ya se reconcilió con el tabasqueño e irá de su mano.

Es la última oportunidad para que la oposición nos demuestre que puede dar cara ante la aberración por imponer leyes regresivas, que solo nos perjudicarán. De no hacerlo se perderá la esperanza de que podamos dejar atrás la destrucción del país, a cargo de la 4T.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq


Sigue el empeño por llevarnos al siglo pasado y cortar de cuajo con el desarrollo nacional. La Iniciativa de Reforma Eléctrica, que llega al Congreso, supone uno de los peores retrocesos sin otro beneficio que la nacionalización del litio.

Apenas se dio a conocer y ya logró que se les levantaran las cejas a la Iniciativa Privada, a las empresas que participan en la producción de energía, a cualquiera con dos dedos de frente para vislumbrar un negro futuro.

La Iniciativa de Marras convertiría a la Comisión Federal de Electricidad, en propiamente, la Industria Eléctrica. Se trata de una estatización, sin la mínima conciencia de sus consecuencias.

La CFE, en manos del exPrinosaurio, Manuel Bartlett, está endeuda hasta las cachas y ha perdido los avances de los últimos años. A partir de su llegada se repiten los apagones, de tal magnitud, que han dejado sin luz a millones de personas. Siempre se encuentra pretexto -y culpable-, ajeno a la realidad de la falta de eficiencia y conocimientos.

Con la Reforma de Peña Nieto, a pesar de que se hayan dado algunos abusos, empezó un proceso de modernización que logró calificarla a nivel internacional. Se piensa dar al traste con todo.

Se empezaría por cancelar todos los permisos de producción de energía, lo que supone el destierro de la inversión privada. Podrá controlar sus tarifas, lo que implica que las aplicaría al capricho del tlatoani. A una entidad o una región se le cobraría un precio y a otra, otro, de acuerdo, como ya se ha hecho con la condonación de adeudos de la población (Tabasco), al objetivo político -siempre electorero-, del máximo gurú.

Acabarían con el auto abasto, gracias al cual muchas compañías han resuelto su problema energético, con mejor eficiencia y ahorro. Habría que comprarle todo el consumo a la CFE, como distribuidora única.

Viola, cuando menos, 7 artículos del Tratado de Libre Comercio, así como la normativa de la Comunidad Económica Europea, lo que redundaría en demandas costosas para las finanzas nacionales, además del desprestigio internacional.

Ni ganaríamos los usuarios ni México y el meollo de la cuestión está en un Congreso, del que no sabemos qué podemos esperar.

El líder de la fracción panista del Senado, Julen Rementería, declaró que, bajo ningún motivo va a pasar semejante aberración. Al haber cambios constitucionales, necesitan mayoría absoluta.

El peligro está en los priístas, que sabemos cómo se las gastan. La de diputados, encabezada por Rubén Moreira, a quien, con un poquito que le rasquen le sacarían a relucir toda la podredumbre de su gubernatura de Coahuila.

Qué decir de Alejandro Moreno, mandamás tricolor, que dejó cuentas gruesas en Campeche.

La cola de un buen porcentaje de diputados del Tricolor es tan larga como la del intocable señor Bartlett. La espada de Damocles pende sobre sus cabezas y no es difícil que conformen la mancuerna con Morena, como ya lo había advertido López Obrador.

El PRD poco pinta y además podría envolverse en un discurso demagógico.

Movimiento Ciudadano es un misterio, aunque se comenta que Dante Delgado -su propietario-, ya se reconcilió con el tabasqueño e irá de su mano.

Es la última oportunidad para que la oposición nos demuestre que puede dar cara ante la aberración por imponer leyes regresivas, que solo nos perjudicarán. De no hacerlo se perderá la esperanza de que podamos dejar atrás la destrucción del país, a cargo de la 4T.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq