/ domingo 27 de septiembre de 2020

Otras pandemias

¡Cuántas pandemias, además del SARS-CoV 2! Por ejemplo, hay grupos armados que extorsionan a pequeños comerciantes, a taxistas y gasolineras; no se puede comprar pollo, maíz, cerdos y otras cosas sino a quienes ellos indican, porque en ello tienen su negocio. Cuando había fiestas de los pueblos, exigían ser los únicos en vender bebidas embriagantes, porque en de eso sacaban buenos ingresos. Se ha dado parte a las autoridades, pero parece que los consienten, o les tienen miedo. En la autopista Ixtapan de la Sal-Tenango del Valle, ha habido varios asaltos en días recientes, y la pandemia por el COVID-19 les tiene sin cuidado.

Por este coronavirus, mucha gente se ha quedado sin trabajo. Muchos han sido despedidos, porque no había forma de pagarles su salario. Incluso trabajadores de algunas parroquias o diócesis han quedado desempleados, por la única razón de no haber ingresos. Otros, que vivían con empleos informales, se han quedado en la calle. Algunos reciben apoyos del gobierno y de organizaciones caritativas, pero muchos están desesperados, expuestos al suicidio o a actividades ilícitas y criminales.

Nuestro gobierno ha hecho un esfuerzo notable para implementar la educación escolar con ayuda de la televisión y de otros medios digitales, ahora que no son posibles las clases presenciales. Las universidades han recurrido a actividades en línea. Sin embargo, muchísimos alumnos han quedado marginados, pues sus padres no pueden adquirir una computadora, una tableta o un celular. Otros no pueden acceder a estos medios porque en sus poblaciones marginadas no llegan esos recursos tecnológicos. Su pobreza endémica se ha agudizado.

Muchos enfermos y ancianos están expuestos a morir sin atención médica, porque no tienen forma de ser debidamente atendidos en instancias públicas o privadas, por falta de recursos, o por deficiencias en instituciones oficiales.

Son numerosos quienes, de una forma egoísta e irresponsable, no asumen las medidas sanitarias que se nos han recomendado, y contagian a su misma familia, pues siguen pensando que a ellos nada les puede pasar.

En algunas familias, se ha evidenciado la falta de diálogo y de comunicación. Cada quien anda en su mundo. Por el encerramiento, padres e hijos se aburren y su único refugio es la esclavitud del celular, donde ven de todo. Otros se refugian en el alcohol, o caen en la violencia familiar.

PENSAR

El Papa Francisco ha dicho: “La pandemia sigue causando heridas profundas, desenmascarando nuestras vulnerabilidades. Sin embargo, el coronavirus no es la única enfermedad que hay que combatir, sino que la pandemia ha sacado a la luz patologías sociales más amplias. Como discípulos del Señor Jesús, que es médico de las almas y de los cuerpos, estamos llamados a continuar su obra de curación y de salvación en sentido físico, social y espiritual” (12-VIII-2020).

ACTUAR

Cada quien hagamos lo poquito o lo mucho que podamos para sanarnos y para sanar nuestro entorno de egoísmos, de violencia, de abusos y faltas de respeto a nuestros prójimos y a la obra de la creación.

Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas

¡Cuántas pandemias, además del SARS-CoV 2! Por ejemplo, hay grupos armados que extorsionan a pequeños comerciantes, a taxistas y gasolineras; no se puede comprar pollo, maíz, cerdos y otras cosas sino a quienes ellos indican, porque en ello tienen su negocio. Cuando había fiestas de los pueblos, exigían ser los únicos en vender bebidas embriagantes, porque en de eso sacaban buenos ingresos. Se ha dado parte a las autoridades, pero parece que los consienten, o les tienen miedo. En la autopista Ixtapan de la Sal-Tenango del Valle, ha habido varios asaltos en días recientes, y la pandemia por el COVID-19 les tiene sin cuidado.

Por este coronavirus, mucha gente se ha quedado sin trabajo. Muchos han sido despedidos, porque no había forma de pagarles su salario. Incluso trabajadores de algunas parroquias o diócesis han quedado desempleados, por la única razón de no haber ingresos. Otros, que vivían con empleos informales, se han quedado en la calle. Algunos reciben apoyos del gobierno y de organizaciones caritativas, pero muchos están desesperados, expuestos al suicidio o a actividades ilícitas y criminales.

Nuestro gobierno ha hecho un esfuerzo notable para implementar la educación escolar con ayuda de la televisión y de otros medios digitales, ahora que no son posibles las clases presenciales. Las universidades han recurrido a actividades en línea. Sin embargo, muchísimos alumnos han quedado marginados, pues sus padres no pueden adquirir una computadora, una tableta o un celular. Otros no pueden acceder a estos medios porque en sus poblaciones marginadas no llegan esos recursos tecnológicos. Su pobreza endémica se ha agudizado.

Muchos enfermos y ancianos están expuestos a morir sin atención médica, porque no tienen forma de ser debidamente atendidos en instancias públicas o privadas, por falta de recursos, o por deficiencias en instituciones oficiales.

Son numerosos quienes, de una forma egoísta e irresponsable, no asumen las medidas sanitarias que se nos han recomendado, y contagian a su misma familia, pues siguen pensando que a ellos nada les puede pasar.

En algunas familias, se ha evidenciado la falta de diálogo y de comunicación. Cada quien anda en su mundo. Por el encerramiento, padres e hijos se aburren y su único refugio es la esclavitud del celular, donde ven de todo. Otros se refugian en el alcohol, o caen en la violencia familiar.

PENSAR

El Papa Francisco ha dicho: “La pandemia sigue causando heridas profundas, desenmascarando nuestras vulnerabilidades. Sin embargo, el coronavirus no es la única enfermedad que hay que combatir, sino que la pandemia ha sacado a la luz patologías sociales más amplias. Como discípulos del Señor Jesús, que es médico de las almas y de los cuerpos, estamos llamados a continuar su obra de curación y de salvación en sentido físico, social y espiritual” (12-VIII-2020).

ACTUAR

Cada quien hagamos lo poquito o lo mucho que podamos para sanarnos y para sanar nuestro entorno de egoísmos, de violencia, de abusos y faltas de respeto a nuestros prójimos y a la obra de la creación.

Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas