/ miércoles 17 de abril de 2019

Por motivos personales

La primera baja en el equipo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador se da con la misma opacidad que su administración atribuye al pasado neoliberal, conservador y fifi de los gobiernos del PRI y el PAN de la etapa que comenzó en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.

Los motivos personales invocados por Simón Levy en su comunicado a través de su twitter en el que anunció su renuncia a la subsecretaría de Turismo, sin el complemento de una explicación oficial de su aceptación, deja abierto el camino a la especulación y la interpretación como ha ocurrido en casos similares en los tiempos recientes. Los motivos de la dimisión de un funcionario del segundo nivel en el gabinete presidencial pueden ir desde el desacuerdo con la política en materia de turismo que ha impuesto el presidente de la República hasta el puro y simple despido del cargo decidido por el titular de la dependencia, Miguel Torruco, por lo que podría considerar una desobediencia a los lineamientos trazados por el propio jefe del Ejecutivo.

Cualesquiera que sean las verdaderas causas de la renuncia de Simón Levy a la subsecretaría de Turismo, el anuncio sin una explicación clara revela, a escasos meses de iniciado el gobierno de López Obrador, una falta evidente de transparencia en el ejercicio de una administración que ha prometido cambios fundamentales en el manejo de la cosa pública, innovaciones que obligarían a una claridad frente a la opinión diáfana, sobre todo si se tiene en cuenta que en materia de turismo los primeros resultados de su política arrojan una disminución en las cifras del registro del flujo de visitantes al país.

En los gabinetes presidenciales han ocurrido desde siempre cambios en el equipo originalmente nombrado. Directa o indirectamente, la opinión pública ha conocido los motivos de las renuncias, obligadas o por decisión personal de funcionarios públicos, cuya designación o remoción es facultad del presidente de la República, depositario único y personal del Poder Ejecutivo. Sin embargo, en el ejercicio de esa libertad, políticamente el presidente está obligado a dar cuenta en forma transparente de las circunstancias y los motivos que determinan los movimientos en su administración. En el gobierno de López Obrador, aun antes de la temprana renuncia del subsecretario de Turismo, se advierten signos de contradicciones, rectificaciones y tendencias opuestas en el equipo. Habrá otras renuncias en un ambiente enrarecido por la falta de claridad en los motivos que las determinan. El presidente de la República desautoriza en dos ocasiones declaraciones públicas de un subsecretario de Hacienda relativas a aspectos importantes de la política fiscal. Sorpresivamente, el presidente atribuye al secretario de Relaciones Exteriores una independencia en su actuación contraria a la facultad que la Constitución deposita en el jefe del Ejecutivo como responsable de la política exterior del país, con la vigilancia y el control del Senado de la República para el cumplimiento de los principios que la definen.

La renuncia de un subsecretario del gabinete puede obedecer lo mismo al rechazo personal de un sistema de trabajo con horarios absurdamente excesivos, recortes presupuestales al mínimo razonable, renuncia a la vida familiar, que a un cese fulminante por parte de la autoridad. Transparencia obliga. En éste como en otros casos del ejercicio de la administración pública, el gobierno debería dar una explicación clara y precisa que cierre la puerta a la especulación.

srio28@prodigy.net.mx

La primera baja en el equipo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador se da con la misma opacidad que su administración atribuye al pasado neoliberal, conservador y fifi de los gobiernos del PRI y el PAN de la etapa que comenzó en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.

Los motivos personales invocados por Simón Levy en su comunicado a través de su twitter en el que anunció su renuncia a la subsecretaría de Turismo, sin el complemento de una explicación oficial de su aceptación, deja abierto el camino a la especulación y la interpretación como ha ocurrido en casos similares en los tiempos recientes. Los motivos de la dimisión de un funcionario del segundo nivel en el gabinete presidencial pueden ir desde el desacuerdo con la política en materia de turismo que ha impuesto el presidente de la República hasta el puro y simple despido del cargo decidido por el titular de la dependencia, Miguel Torruco, por lo que podría considerar una desobediencia a los lineamientos trazados por el propio jefe del Ejecutivo.

Cualesquiera que sean las verdaderas causas de la renuncia de Simón Levy a la subsecretaría de Turismo, el anuncio sin una explicación clara revela, a escasos meses de iniciado el gobierno de López Obrador, una falta evidente de transparencia en el ejercicio de una administración que ha prometido cambios fundamentales en el manejo de la cosa pública, innovaciones que obligarían a una claridad frente a la opinión diáfana, sobre todo si se tiene en cuenta que en materia de turismo los primeros resultados de su política arrojan una disminución en las cifras del registro del flujo de visitantes al país.

En los gabinetes presidenciales han ocurrido desde siempre cambios en el equipo originalmente nombrado. Directa o indirectamente, la opinión pública ha conocido los motivos de las renuncias, obligadas o por decisión personal de funcionarios públicos, cuya designación o remoción es facultad del presidente de la República, depositario único y personal del Poder Ejecutivo. Sin embargo, en el ejercicio de esa libertad, políticamente el presidente está obligado a dar cuenta en forma transparente de las circunstancias y los motivos que determinan los movimientos en su administración. En el gobierno de López Obrador, aun antes de la temprana renuncia del subsecretario de Turismo, se advierten signos de contradicciones, rectificaciones y tendencias opuestas en el equipo. Habrá otras renuncias en un ambiente enrarecido por la falta de claridad en los motivos que las determinan. El presidente de la República desautoriza en dos ocasiones declaraciones públicas de un subsecretario de Hacienda relativas a aspectos importantes de la política fiscal. Sorpresivamente, el presidente atribuye al secretario de Relaciones Exteriores una independencia en su actuación contraria a la facultad que la Constitución deposita en el jefe del Ejecutivo como responsable de la política exterior del país, con la vigilancia y el control del Senado de la República para el cumplimiento de los principios que la definen.

La renuncia de un subsecretario del gabinete puede obedecer lo mismo al rechazo personal de un sistema de trabajo con horarios absurdamente excesivos, recortes presupuestales al mínimo razonable, renuncia a la vida familiar, que a un cese fulminante por parte de la autoridad. Transparencia obliga. En éste como en otros casos del ejercicio de la administración pública, el gobierno debería dar una explicación clara y precisa que cierre la puerta a la especulación.

srio28@prodigy.net.mx