/ jueves 30 de mayo de 2019

Pueblos Mágicos, la otra cara de nuestro turismo

Cuando se piensa en turistear por México, independientemente de que se provenga del extranjero o de territorio nacional, la primera opción que viene a la mente son nuestras playas, algo que finalmente tiene gran razón de ser, considerando que nuestros miles de kilómetros de litorales, tienen una gran variedad de tesoros por ofrecer, mismos que van mucho más allá de la Riviera Maya y el tradicional Acapulco, pues tenemos la paradisiaca bahía de Banderas entre Jalisco y Nayarit; está Guaymas, Sonora, con su espléndida Tetacahui adornando la bahía de San Carlos; está además Mazatlán, Sinaloa, con los mejores mariscos de nuestro país y ni qué decir de mil sorpresas que nos depara la península de Baja California, desde Los Cabos, hasta Ensenada. ¡Puro paraíso!

El punto es que nuestro país va mucho más allá de las más hermosas playas y ciudades subtropicales como Cuernavaca o Malinalco, para tomar felizmente el sol y gozar de ríos, lagos e incluso albercas. Tenemos destinos de gran riqueza cultural, como nuestras zonas arqueológicas, zonas indígenas y grandes urbes, como la Ciudad de México, en la que tenemos acceso a gran cantidad de museos, teatros y foros del más alto nivel, como el Palacio de Bellas Artes y el Auditorio Nacional, entre muchos otros.

Pero más allá de todo lo mencionado, está uno de los más grandes tesoros de nuestro país, que son sus Pueblos Mágicos, lo que escribo con mayúsculas, pues es todo un nombre propio que se ha dado a estas pequeñas ciudades de calles empedradas, construcciones coloniales, bellas plazas y jardines públicos, centros culturales y exquisita gastronomía.

Pueblo Mágico, es una denominación turística que se le ha dado a pequeñas (y no tanto) urbes que reúnen una serie de requisitos, como tener una unidad administrativa que se encargue del turismo en la región, directorio de servicios turísticos, inventario de recursos y atractivos turísticos y los que pueden ser declarados monumentos históricos, información sobre comunicación y conectividad con una ciudad principal, plan municipal de desarrollo turístico, entre otros requisitos, incluso no oficiales, como el tener una buena parte del centro histórico empedrada o adoquinada.

Cuando se piensa en turistear por México, independientemente de que se provenga del extranjero o de territorio nacional, la primera opción que viene a la mente son nuestras playas, algo que finalmente tiene gran razón de ser, considerando que nuestros miles de kilómetros de litorales, tienen una gran variedad de tesoros por ofrecer, mismos que van mucho más allá de la Riviera Maya y el tradicional Acapulco, pues tenemos la paradisiaca bahía de Banderas entre Jalisco y Nayarit; está Guaymas, Sonora, con su espléndida Tetacahui adornando la bahía de San Carlos; está además Mazatlán, Sinaloa, con los mejores mariscos de nuestro país y ni qué decir de mil sorpresas que nos depara la península de Baja California, desde Los Cabos, hasta Ensenada. ¡Puro paraíso!

El punto es que nuestro país va mucho más allá de las más hermosas playas y ciudades subtropicales como Cuernavaca o Malinalco, para tomar felizmente el sol y gozar de ríos, lagos e incluso albercas. Tenemos destinos de gran riqueza cultural, como nuestras zonas arqueológicas, zonas indígenas y grandes urbes, como la Ciudad de México, en la que tenemos acceso a gran cantidad de museos, teatros y foros del más alto nivel, como el Palacio de Bellas Artes y el Auditorio Nacional, entre muchos otros.

Pero más allá de todo lo mencionado, está uno de los más grandes tesoros de nuestro país, que son sus Pueblos Mágicos, lo que escribo con mayúsculas, pues es todo un nombre propio que se ha dado a estas pequeñas ciudades de calles empedradas, construcciones coloniales, bellas plazas y jardines públicos, centros culturales y exquisita gastronomía.

Pueblo Mágico, es una denominación turística que se le ha dado a pequeñas (y no tanto) urbes que reúnen una serie de requisitos, como tener una unidad administrativa que se encargue del turismo en la región, directorio de servicios turísticos, inventario de recursos y atractivos turísticos y los que pueden ser declarados monumentos históricos, información sobre comunicación y conectividad con una ciudad principal, plan municipal de desarrollo turístico, entre otros requisitos, incluso no oficiales, como el tener una buena parte del centro histórico empedrada o adoquinada.