/ lunes 8 de abril de 2019

Reconfiguración de las expectativas de crecimiento

Una de las formas de percibir con optimismo los aspectos económicos del el desarrollo es el nivel del crecimiento económico. Si la economía crece, las expectativas son moderadas, si la economía crece a largo plazo con tasas sostenidas las expectativas son favorables. Por supuesto, cuando el crecimiento es bajo o nulo, las expectativas son desfavorables. Cuando la economía se encuentra estancada o en recesión, las expectativas son nulas y los flujos de inversión se detienen, los proyectos se demoran o simplemente el capital migra a otros territorios de mayor certidumbre y rentabilidad.

La incertidumbre global ha sido persistente para presionar las expectativas de crecimiento global a la baja, entre otras razones, por los efectos de la guerra comercial, el complejo proceso del Brexit, la fragilidad de los sistemas financieros públicos y privados, así como la pronunciada desaceleración del crecimiento vertiginoso de China. Esto afecta los mercados financieros, de divisas y de las materias primas; bajos precios, volatilidad y más incertidumbre.

En México, los efectos externos se magnifican por la alta exposición de la moneda mexicana a la volatilidad del mercado, por ser una divisa de alta liquidez, así como los efectos en la incertidumbre derivados de la politización de aspectos económicos de la Casa Blanca, en materia de comercio, economía e inversión. America First se ha convertido en una amenaza para México que se ha materializado en varios frentes.

Primero en las exigencias de reducción del déficit con un acuerdo comercial diseñado para ello, así como las reglas de origen regional e incluso el salario mínimo del sector automotriz. Segundo por los efectos de la política neoproteccionista fincada en la seguridad nacional en las ramas del acero y el aluminio. Tercero, por la configuración de un escenario migratorio de emergencia que propicia medidas coercitivas por la vía de las tarifas comerciales de 25 por ciento a los automóviles fabricados en México o el cierre de la frontera sur. Cuarto, por la incertidumbre en el proceso de ratificación del T-MEC y el desconocimiento concreto de sus efectos potenciales de corto plazo en inversiones estratégicas y, quinto, por los efectos de la transición energética y el cambio climático en el mercado de los hidrocarburos que afectan el desempeño de Pemex y la calificación de su deuda, que a su vez, impacta en la calificación de la deuda soberana de México. En suma, como ya hemos comentado en este espacio, un escenario global adverso.

Desde luego, las expectativas para el país también se evalúan por factores internos determinantes como el adecuado manejo de la inflación, las finanzas públicas sanas, la estabilidad del tipo de cambio, un presupuesto responsable y políticas de fomento sectorial que faciliten la inversión pública y privada. La estabilidad política, el capital social y la confianza pública también son factores determinantes en la percepción de inversionistas.

Los analistas coinciden en reconsiderar a la baja la expectativa de crecimiento económico para México. Los optimistas consideraban una banda del 2 al 2.5 por ciento, los conservadores una banda de 1.5 a 1.9 por ciento y los pesimistas se colocaron en la banda de 1 a 1.4 por ciento. Sólo el presidente de México considera que se puede crecer arriba de dos por ciento, ya que incluso Banco de México y la propia Secretaria de Hacienda, han ajustado sus pronósticos hacia el escenario conservador debajo del 2 por ciento.

La falta de crédito, las altas tasas de interés, la sobre regulación, la corrupción y la inseguridad pública inhiben el crecimiento de la inversión en la industria nacional. Las PYMES subsisten con baja productividad y capacidad instalada ociosa, en un mercado que claramente ha bajado su ritmo, donde las grandes empresas tractoras esperan mejores señales, tanto internas como externas, para verificar que México si puede ser una plataforma global de exportación en un incierto T MEC, que además cambiará las reglas del juego productivo y presiona fuertemente para hacer más cambios estructurales en México, en particular, en materia laboral, comercio electrónico, propiedad industrial y administración aduanera.

La vecindad con EU se ha vuelto particularmente compleja, debido a que la presión migratoria es parte de la agenda política de la Casa Blanca, el tono de los mensajes del presidente Trump hacia su base electoral, a sus partidarios y hacia los demócratas que ponen a México en su radar de riesgos y amenazas, al grado de que se pretende considerar a los narcos mexicanos y sus estructuras como parte del terrorismo internacional, la declaratoria de emergencia nacional en la frontera con México facilita la construcción del muro y por último, las amenazas de cerrar la frontera, imponer tarifas o descarrilar el T MEC, nos muestran la verdadera vulnerabilidad del país, no sólo por el bajo crecimiento económico, sino por la enorme dependencia que hoy se tiene con EEUU en aspectos político ideológicos, pero sobre todo, en el aspecto económico.

Empresario

Una de las formas de percibir con optimismo los aspectos económicos del el desarrollo es el nivel del crecimiento económico. Si la economía crece, las expectativas son moderadas, si la economía crece a largo plazo con tasas sostenidas las expectativas son favorables. Por supuesto, cuando el crecimiento es bajo o nulo, las expectativas son desfavorables. Cuando la economía se encuentra estancada o en recesión, las expectativas son nulas y los flujos de inversión se detienen, los proyectos se demoran o simplemente el capital migra a otros territorios de mayor certidumbre y rentabilidad.

La incertidumbre global ha sido persistente para presionar las expectativas de crecimiento global a la baja, entre otras razones, por los efectos de la guerra comercial, el complejo proceso del Brexit, la fragilidad de los sistemas financieros públicos y privados, así como la pronunciada desaceleración del crecimiento vertiginoso de China. Esto afecta los mercados financieros, de divisas y de las materias primas; bajos precios, volatilidad y más incertidumbre.

En México, los efectos externos se magnifican por la alta exposición de la moneda mexicana a la volatilidad del mercado, por ser una divisa de alta liquidez, así como los efectos en la incertidumbre derivados de la politización de aspectos económicos de la Casa Blanca, en materia de comercio, economía e inversión. America First se ha convertido en una amenaza para México que se ha materializado en varios frentes.

Primero en las exigencias de reducción del déficit con un acuerdo comercial diseñado para ello, así como las reglas de origen regional e incluso el salario mínimo del sector automotriz. Segundo por los efectos de la política neoproteccionista fincada en la seguridad nacional en las ramas del acero y el aluminio. Tercero, por la configuración de un escenario migratorio de emergencia que propicia medidas coercitivas por la vía de las tarifas comerciales de 25 por ciento a los automóviles fabricados en México o el cierre de la frontera sur. Cuarto, por la incertidumbre en el proceso de ratificación del T-MEC y el desconocimiento concreto de sus efectos potenciales de corto plazo en inversiones estratégicas y, quinto, por los efectos de la transición energética y el cambio climático en el mercado de los hidrocarburos que afectan el desempeño de Pemex y la calificación de su deuda, que a su vez, impacta en la calificación de la deuda soberana de México. En suma, como ya hemos comentado en este espacio, un escenario global adverso.

Desde luego, las expectativas para el país también se evalúan por factores internos determinantes como el adecuado manejo de la inflación, las finanzas públicas sanas, la estabilidad del tipo de cambio, un presupuesto responsable y políticas de fomento sectorial que faciliten la inversión pública y privada. La estabilidad política, el capital social y la confianza pública también son factores determinantes en la percepción de inversionistas.

Los analistas coinciden en reconsiderar a la baja la expectativa de crecimiento económico para México. Los optimistas consideraban una banda del 2 al 2.5 por ciento, los conservadores una banda de 1.5 a 1.9 por ciento y los pesimistas se colocaron en la banda de 1 a 1.4 por ciento. Sólo el presidente de México considera que se puede crecer arriba de dos por ciento, ya que incluso Banco de México y la propia Secretaria de Hacienda, han ajustado sus pronósticos hacia el escenario conservador debajo del 2 por ciento.

La falta de crédito, las altas tasas de interés, la sobre regulación, la corrupción y la inseguridad pública inhiben el crecimiento de la inversión en la industria nacional. Las PYMES subsisten con baja productividad y capacidad instalada ociosa, en un mercado que claramente ha bajado su ritmo, donde las grandes empresas tractoras esperan mejores señales, tanto internas como externas, para verificar que México si puede ser una plataforma global de exportación en un incierto T MEC, que además cambiará las reglas del juego productivo y presiona fuertemente para hacer más cambios estructurales en México, en particular, en materia laboral, comercio electrónico, propiedad industrial y administración aduanera.

La vecindad con EU se ha vuelto particularmente compleja, debido a que la presión migratoria es parte de la agenda política de la Casa Blanca, el tono de los mensajes del presidente Trump hacia su base electoral, a sus partidarios y hacia los demócratas que ponen a México en su radar de riesgos y amenazas, al grado de que se pretende considerar a los narcos mexicanos y sus estructuras como parte del terrorismo internacional, la declaratoria de emergencia nacional en la frontera con México facilita la construcción del muro y por último, las amenazas de cerrar la frontera, imponer tarifas o descarrilar el T MEC, nos muestran la verdadera vulnerabilidad del país, no sólo por el bajo crecimiento económico, sino por la enorme dependencia que hoy se tiene con EEUU en aspectos político ideológicos, pero sobre todo, en el aspecto económico.

Empresario