/ martes 2 de marzo de 2021

Sala de Espera | De apuestas y trucos

Los días recientes son ejemplo, ni los primeros ni los últimos, de la permanente y exitosa campaña electoral del presidente de la república, para la cual siempre ha sido un gran mago, basada en la descalificación, la confrontación y el victimismo.

Asumirse como víctima de los “poderosos”, la “mafia del poder” que ya no está en el poder y de medios de información siempre deja buenos réditos políticos, sobre todo de la población que recibe dádivas gubernamentales o mantiene el resentimiento social.

Sin embargo, pese a la popularidad y la fuerza de su repetición, a la magia presidencial se le comienzan a ver los trucos.

El victimismo también disfraza la ausencia de buenos resultados de gobierno y trata de cubrir su ineficacia. Pero, los “otros datos” (siempre desconocidos) han comenzado a fallar.

Muestras de ello son los escándalos sobre el reporte de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) de la Cuenta Pública del 2019; la publicitada denuncia contra el gobernador de Tamaulipas por presuntos delitos ligados al crimen organizado y su solicitud de desafuero; y la gran mascarada del supuesto retiro del candidato del partido oficial al gobierno de Guerrero.

En los tres casos el presidente de la república intentó repetir su repetitiva apuesta propagandística ganadora (“fijar la agenda”, dicen algunos), pero esta vez no lo ha conseguido a cabalidad.

El reporte de la ASF, muy severo y que muestra actos de presunta corrupción gubernamental, fue descalificado con “otros datos” por el costo de la cancelación del Aeropuerto de la Ciudad de México en Texcoco. Pero, el documento contiene otras muchas “observaciones” sobre la mala aplicación del gasto público. El titular de ASF, que depende de la Cámara de Diputados, un poder diferente, decidió doblegarse al regaño presidencial y se colocó en una situación insostenible para cualquier funcionario digno: o incompetente en su trabajo o cobarde ante las consecuencias de su buen trabajo. El daño contra la ASF está hecho, por los dos.

La denuncia de la Fiscalía General de República (FGR) contra el gobernador panista de Tamaulipas llega en el inicio de las campañas políticas y su punto máximo se alcanzará en los días cercanos a las elecciones. Si el Congreso del estado (con mayoría del mismo partido del gobernador) y el Tribunal Superior de Justicia local no lo enjuician, más allá de su inocencia o culpabilidad, ya se sabe lo que se oirá: “No somos iguales. Nosotros lo denunciamos y ellos lo protegieron”. Una apuesta muy obvia.

Cualquiera que sea el final del sainete en torno de la candidatura de Morena en Guerrero, se busca y se muestra desde ahora un final feliz en el púlpito mañanero: “Yo no intervengo en la vida interna del partido. Ellos decidieron”.

En tanto, la pandemia sigue descontrolada, los gasolinazos y la inflación crecen, el desempleo también, aumentan las irrecuperables pérdidas en Pemex, hay desabasto de medicinas, decrecen y se retiran las inversiones extranjeras y seguramente muy pronto las de capital nacional privado, entre muchos problemas que intentan ser apaciguados con “otros datos”.

La apuesta ganadora comienza a fallar. El lamentable (auténtico o montado) incidente dominical en el avión donde viajaba el presidente, es apenas un signo.

Los días recientes son ejemplo, ni los primeros ni los últimos, de la permanente y exitosa campaña electoral del presidente de la república, para la cual siempre ha sido un gran mago, basada en la descalificación, la confrontación y el victimismo.

Asumirse como víctima de los “poderosos”, la “mafia del poder” que ya no está en el poder y de medios de información siempre deja buenos réditos políticos, sobre todo de la población que recibe dádivas gubernamentales o mantiene el resentimiento social.

Sin embargo, pese a la popularidad y la fuerza de su repetición, a la magia presidencial se le comienzan a ver los trucos.

El victimismo también disfraza la ausencia de buenos resultados de gobierno y trata de cubrir su ineficacia. Pero, los “otros datos” (siempre desconocidos) han comenzado a fallar.

Muestras de ello son los escándalos sobre el reporte de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) de la Cuenta Pública del 2019; la publicitada denuncia contra el gobernador de Tamaulipas por presuntos delitos ligados al crimen organizado y su solicitud de desafuero; y la gran mascarada del supuesto retiro del candidato del partido oficial al gobierno de Guerrero.

En los tres casos el presidente de la república intentó repetir su repetitiva apuesta propagandística ganadora (“fijar la agenda”, dicen algunos), pero esta vez no lo ha conseguido a cabalidad.

El reporte de la ASF, muy severo y que muestra actos de presunta corrupción gubernamental, fue descalificado con “otros datos” por el costo de la cancelación del Aeropuerto de la Ciudad de México en Texcoco. Pero, el documento contiene otras muchas “observaciones” sobre la mala aplicación del gasto público. El titular de ASF, que depende de la Cámara de Diputados, un poder diferente, decidió doblegarse al regaño presidencial y se colocó en una situación insostenible para cualquier funcionario digno: o incompetente en su trabajo o cobarde ante las consecuencias de su buen trabajo. El daño contra la ASF está hecho, por los dos.

La denuncia de la Fiscalía General de República (FGR) contra el gobernador panista de Tamaulipas llega en el inicio de las campañas políticas y su punto máximo se alcanzará en los días cercanos a las elecciones. Si el Congreso del estado (con mayoría del mismo partido del gobernador) y el Tribunal Superior de Justicia local no lo enjuician, más allá de su inocencia o culpabilidad, ya se sabe lo que se oirá: “No somos iguales. Nosotros lo denunciamos y ellos lo protegieron”. Una apuesta muy obvia.

Cualquiera que sea el final del sainete en torno de la candidatura de Morena en Guerrero, se busca y se muestra desde ahora un final feliz en el púlpito mañanero: “Yo no intervengo en la vida interna del partido. Ellos decidieron”.

En tanto, la pandemia sigue descontrolada, los gasolinazos y la inflación crecen, el desempleo también, aumentan las irrecuperables pérdidas en Pemex, hay desabasto de medicinas, decrecen y se retiran las inversiones extranjeras y seguramente muy pronto las de capital nacional privado, entre muchos problemas que intentan ser apaciguados con “otros datos”.

La apuesta ganadora comienza a fallar. El lamentable (auténtico o montado) incidente dominical en el avión donde viajaba el presidente, es apenas un signo.