/ lunes 29 de enero de 2024

Seguridad; la cuarta transformación y su mala reputación

La principal función de un Gobierno, es dar certeza y seguridad a las personas, por eso, le confiamos la protección y garantía de nuestros derechos, libertades, integridad física y patrimonio.

Algo similar ocurre en el ámbito personal, pues emociones, bienes o información que valoramos, no la confiamos en cualquier persona.

Mientras elijamos bien a la persona de confianza, no pasa nada; de lo contrario, nos sentimos defraudados al ver que no pudieron, supieron o quisieron valorar y cuidar lo que depositamos en ellos, tal como lo prometieron.

Si evidenciamos al responsable, es muy seguro que, de forma ruin y cobarde oculte la verdad con otros datos, descalifique la información, mienta una y otra vez, o todo al mismo tiempo.

¿Suena conocido? En efecto, se repite en el Gobierno, donde el Comandante Supremo de las fuerzas armadas nos prometió no mentir y no traicionar, pero además de incumplir su promesa, ha fracasado en su tarea más importante: brindar y garantizar seguridad.

Ante resultados evidentes, siempre tiene una artificiosa respuesta a contentillo: la corrupción (que no ha abatido y pretende sepultar con un “segundo piso de transformación”), mientras descalifica la percepción del pueblo.

Desde su púlpito mañanero en un Palacio, desestima a casi el 60% de las y los mexicanos que señalamos altos niveles de inseguridad.

Por ejemplo: datos oficiales de otros años, señalaban inseguridad en horarios nocturnos o para los transportistas al viajar en carreteras, autopistas o caminos federales.

Hoy, cualquier horario y para cualquier persona, puede ser una lamentable realidad manejar en medio de un ataque entre grupos delictivos, ser asaltada y despojada de sus bienes, secuestrada, o perder la vida.

Ya no es exclusivo en vehículos de carga con seguridad y escolta, esta semana vimos la desgarradora imagen de una niña que, a pesar de estar herida, pedía ayuda en la carretera, al lado del auto en que viajaba minutos antes y, al ser atacados, perdieron la vida sus familiares.

La reacción desde el púlpito mañanero, minimizó lo ocurrido, y decidió informar la labor de la Secretaría de la Defensa en apoyo a los Programas del Bienestar y Obras públicas, señalando “eso es importante para el desarrollo de México y beneficio de nuestro pueblo”. ¿Y la seguridad no lo es?

Estoy convencida que no pueden, ni deben destinarse los recursos de seguridad en otras labores si no está cubierto y garantizado su fin original.

El candidato que hace 12 años pedía regresar el ejército a los cuarteles, hoy es el presidente y Comandante Supremo que encomendó a ese mismo ejército 12 aeropuertos, 13 estaciones de combustible, 6 hoteles, el Tren Maya, 3 parques y una aerolínea.

No es honesto un Gobierno que parte del engaño, sin embargo la 4T sí lo ha hecho, incluso contra su propia credibilidad.


La principal función de un Gobierno, es dar certeza y seguridad a las personas, por eso, le confiamos la protección y garantía de nuestros derechos, libertades, integridad física y patrimonio.

Algo similar ocurre en el ámbito personal, pues emociones, bienes o información que valoramos, no la confiamos en cualquier persona.

Mientras elijamos bien a la persona de confianza, no pasa nada; de lo contrario, nos sentimos defraudados al ver que no pudieron, supieron o quisieron valorar y cuidar lo que depositamos en ellos, tal como lo prometieron.

Si evidenciamos al responsable, es muy seguro que, de forma ruin y cobarde oculte la verdad con otros datos, descalifique la información, mienta una y otra vez, o todo al mismo tiempo.

¿Suena conocido? En efecto, se repite en el Gobierno, donde el Comandante Supremo de las fuerzas armadas nos prometió no mentir y no traicionar, pero además de incumplir su promesa, ha fracasado en su tarea más importante: brindar y garantizar seguridad.

Ante resultados evidentes, siempre tiene una artificiosa respuesta a contentillo: la corrupción (que no ha abatido y pretende sepultar con un “segundo piso de transformación”), mientras descalifica la percepción del pueblo.

Desde su púlpito mañanero en un Palacio, desestima a casi el 60% de las y los mexicanos que señalamos altos niveles de inseguridad.

Por ejemplo: datos oficiales de otros años, señalaban inseguridad en horarios nocturnos o para los transportistas al viajar en carreteras, autopistas o caminos federales.

Hoy, cualquier horario y para cualquier persona, puede ser una lamentable realidad manejar en medio de un ataque entre grupos delictivos, ser asaltada y despojada de sus bienes, secuestrada, o perder la vida.

Ya no es exclusivo en vehículos de carga con seguridad y escolta, esta semana vimos la desgarradora imagen de una niña que, a pesar de estar herida, pedía ayuda en la carretera, al lado del auto en que viajaba minutos antes y, al ser atacados, perdieron la vida sus familiares.

La reacción desde el púlpito mañanero, minimizó lo ocurrido, y decidió informar la labor de la Secretaría de la Defensa en apoyo a los Programas del Bienestar y Obras públicas, señalando “eso es importante para el desarrollo de México y beneficio de nuestro pueblo”. ¿Y la seguridad no lo es?

Estoy convencida que no pueden, ni deben destinarse los recursos de seguridad en otras labores si no está cubierto y garantizado su fin original.

El candidato que hace 12 años pedía regresar el ejército a los cuarteles, hoy es el presidente y Comandante Supremo que encomendó a ese mismo ejército 12 aeropuertos, 13 estaciones de combustible, 6 hoteles, el Tren Maya, 3 parques y una aerolínea.

No es honesto un Gobierno que parte del engaño, sin embargo la 4T sí lo ha hecho, incluso contra su propia credibilidad.