/ lunes 24 de junio de 2019

Sin Gafete | Los "fifís" de Francisco Garduño…

La primera pregunta es si todavía existe la llamada “Policía Federal”. Porque en todo momento se nos ha dicho que estarán en la Guardia Nacional. Sin embargo, siguen usando uniforme y vehículos que los identifican como tales.

Después se informó que quienes no cumplieran con equis número de requisitos para convertirse en miembros de la Guardia, irían a colaborar en la crisis migratoria que vivimos. No hemos entendido, plural, bien a bien en qué calidad. Ni de qué forma se termina con su calidad de “policías federales” para pasar a otra asignación.

Lo cierto es que, en cualquier etapa de estos procesos, que van desde la renuncia con validez inmediata, todo es voluntario. Por lo que resulta incoherente su rosario de lamentos. La puerta es muy grande.

Un grupo de policías federales que fueron enviados a la frontera para “ayudar” a los temas migratorios envió vídeos que fueron promocionados en noticieros de televisión, el que fue su jefe, Manelich Castilla, se apuró a defenderlos. Porque los pobrecitos exhibieron el excusado, literalmente, lleno de mierda y los improvisados tablones donde comen, o los muy precarios espacios para dormir.

Exhibieron, sin querer, las condiciones que padecen los soldados. Porque a los policías se les envió a los mismos, improvisados, cuarteles.

Ante sus quejas, Francisco Garduño Yáñez, director del Instituto Nacional de Migración, afirmó que son “fifís”, y que estaban acostumbrados al “Holiday Inn” y a comer en “bufés”. Lo que es cierto. Porque los policías federales eran enviados a provincia a pernoctar en hoteles de lujo, a pasarse el día encerrados ahí, comiendo en sus restaurantes con cargo al erario.

Además de recibir viáticos por hacerlo. Y como bien dijo Garduño, eso ya se acabó.

La discusión no se limita a si son o no fifís, sino a los ingresos, legales e ilegales, que recibían los policías federales. Todavía hoy. Porque el sábado en Cancún comían cuatro de ellos, uniformados, en el restaurante Oasis, un popular lugar especializado en mariscos. Y no creo que con sus sueldos, sin cobrar horas extras, les alcance para pagar esas cuentas.

Francisco Garduño ejemplifica el funcionario público que quiere López Obrador. Con una historia de permeabilidad social, de trabajo en el sector público dentro de una posición de Izquierda, con posgrado en Derechos Humanos, sin ningún esqueleto en su ropero, personificación de la digna medianía tan ponderada.

Garduño es, también, una persona que suele comprometerse y preocuparse por los que lo rodean, por sus colaboradores y por todas las personas a las puede ayudar. Su expresión contra los policías federales es totalmente congruente.

Lo que nos resta es preguntarnos qué sucede realmente con esta policía. Si ya no existe porque nos la encontramos en la calle uniformada, en patrullas con sus siglas. ¿Cuánto ganan realmente? ¿Cuáles son sus obligaciones? Y, sobre todo, si estamos dispuestos a premiar tantos años de omisión, flojera e ineficiencia que nos dieron.

Por su parte, los soldados, los marinos, siempre están dispuestos a dormir en el suelo…

@isabelarvide / EstadoMayor.mx / isabelarvide.com

La primera pregunta es si todavía existe la llamada “Policía Federal”. Porque en todo momento se nos ha dicho que estarán en la Guardia Nacional. Sin embargo, siguen usando uniforme y vehículos que los identifican como tales.

Después se informó que quienes no cumplieran con equis número de requisitos para convertirse en miembros de la Guardia, irían a colaborar en la crisis migratoria que vivimos. No hemos entendido, plural, bien a bien en qué calidad. Ni de qué forma se termina con su calidad de “policías federales” para pasar a otra asignación.

Lo cierto es que, en cualquier etapa de estos procesos, que van desde la renuncia con validez inmediata, todo es voluntario. Por lo que resulta incoherente su rosario de lamentos. La puerta es muy grande.

Un grupo de policías federales que fueron enviados a la frontera para “ayudar” a los temas migratorios envió vídeos que fueron promocionados en noticieros de televisión, el que fue su jefe, Manelich Castilla, se apuró a defenderlos. Porque los pobrecitos exhibieron el excusado, literalmente, lleno de mierda y los improvisados tablones donde comen, o los muy precarios espacios para dormir.

Exhibieron, sin querer, las condiciones que padecen los soldados. Porque a los policías se les envió a los mismos, improvisados, cuarteles.

Ante sus quejas, Francisco Garduño Yáñez, director del Instituto Nacional de Migración, afirmó que son “fifís”, y que estaban acostumbrados al “Holiday Inn” y a comer en “bufés”. Lo que es cierto. Porque los policías federales eran enviados a provincia a pernoctar en hoteles de lujo, a pasarse el día encerrados ahí, comiendo en sus restaurantes con cargo al erario.

Además de recibir viáticos por hacerlo. Y como bien dijo Garduño, eso ya se acabó.

La discusión no se limita a si son o no fifís, sino a los ingresos, legales e ilegales, que recibían los policías federales. Todavía hoy. Porque el sábado en Cancún comían cuatro de ellos, uniformados, en el restaurante Oasis, un popular lugar especializado en mariscos. Y no creo que con sus sueldos, sin cobrar horas extras, les alcance para pagar esas cuentas.

Francisco Garduño ejemplifica el funcionario público que quiere López Obrador. Con una historia de permeabilidad social, de trabajo en el sector público dentro de una posición de Izquierda, con posgrado en Derechos Humanos, sin ningún esqueleto en su ropero, personificación de la digna medianía tan ponderada.

Garduño es, también, una persona que suele comprometerse y preocuparse por los que lo rodean, por sus colaboradores y por todas las personas a las puede ayudar. Su expresión contra los policías federales es totalmente congruente.

Lo que nos resta es preguntarnos qué sucede realmente con esta policía. Si ya no existe porque nos la encontramos en la calle uniformada, en patrullas con sus siglas. ¿Cuánto ganan realmente? ¿Cuáles son sus obligaciones? Y, sobre todo, si estamos dispuestos a premiar tantos años de omisión, flojera e ineficiencia que nos dieron.

Por su parte, los soldados, los marinos, siempre están dispuestos a dormir en el suelo…

@isabelarvide / EstadoMayor.mx / isabelarvide.com