/ jueves 3 de octubre de 2019

Sínodo panamazónico en marcha

VER

Del 6 al 27 de octubre, se llevará a cabo en Roma un Sínodo especial, dedicado a la Amazonía. Será en Roma porque el Papa quiere estar presente en sus sesiones, pues le interesa la pastoral en esa zona del planeta, para después decidir lo que se puede o se debe hacer. ¿De qué le viene tanta importancia a esta región? Algunos datos nos ayudarán a dimensionar su trascendencia no sólo para Brasil, Suriname, Guyana, Guyana Francesa, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, sino para toda la humanidad.

La Amazonía produce un tercio de las lluvias que alimentan la tierra, el 20% del agua dulce no congelada, el 20% del oxígeno del planeta, el 34% de los bosques primarios que alojan el 30% de la fauna y el 50% de la flora del mundo. Ocupa el 43% del territorio de toda la América del Sur. Tiene una extensión de 7.5 millones de kilómetros cuadrados, con casi 35 millones de habitantes. De éstos, casi dos millones y medio son indígenas pertenecientes a 390 pueblos, de los cuales 137 viven aislados; además, hay otros pueblos aún no contactados, desconocidos. Se hablan 240 lenguas, de 49 familias lingüísticas.

Pero quizá alguien siga pensando que no le interesa lo que suceda en esa amplia franja del planeta, porque se imagina que no le afecta. Nos afecta a todos; a unos, de forma inmediata y cercana, pues allí viven; a otros, en forma más distante en lo geográfico, pero su destrucción o conservación tiene que ver con la calidad de vida de este mundo, donde vivimos. Por ello, el Sínodo no tiene repercusiones sólo para esa región, sino que es un referente para otros lugares del planeta, donde se juegan destinos similares, y nuestra Iglesia siente la responsabilidad de llamar la atención de la humanidad sobre el urgente cuidado de la casa común. Nuestra tierra es obra de Dios, que él nos confió para cuidarla; si no lo hacemos, vamos en contra del plan de Dios, de sus mandatos, y por tanto caemos en pecado.

No faltan quienes acusan al Papa Francisco de meterse en lo que no le importa. Dicen que parece más un ecologista de moda, que un pastor evangelizador. No comprenden que sus motivaciones son profundamente pastorales, cristianas y evangélicas. Además, el tema no es una ocurrencia del Papa, sino que es una preocupación que expresamos desde Aparecida, en mayo de 2007, cuando los obispos de esa región elevaron su voz. El mismo Benedicto XVI habló de esto en su encuentro con los jóvenes.

Hay temas delicados que se tratarán en el Sínodo; de ellos, hablaremos en siguientes artículos.

PENSAR

En el Documento de Aparecida, dijimos:

“En las decisiones sobre las riquezas de la biodiversidad y de la naturaleza, las poblaciones tradicionales han sido prácticamente excluidas. La naturaleza ha sido y continúa siendo agredida. La tierra fue depredada. Las aguas están siendo tratadas como si fueran una mercancía negociable por las empresas, además de haber sido transformadas en un bien disputado por las grandes potencias. Un ejemplo muy importante en esta situación es la Amazonía” (84).

“En su discurso a los jóvenes, en el Estadio de Pacaembu, en Sau Paulo, el Papa Benedicto XVI llamó la atención sobre la ‘devastación ambiental de la Amazonía y las amenazas a la dignidad humana de sus pueblos’ y pidió a los jóvenes ‘un mayor compromiso en los más diversos espacios de acción’ ” (85).

ACTUAR

Pidamos al Espíritu Santo que ilumine a los participantes en este Sínodo, para que tomen buenas decisiones, y por nuestra parte, cuidemos, en lo que nos toca, a nuestra “hermana madre tierra”.

Obispo Emérito de SCLC

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Del 6 al 27 de octubre, se llevará a cabo en Roma un Sínodo especial, dedicado a la Amazonía. Será en Roma porque el Papa quiere estar presente en sus sesiones, pues le interesa la pastoral en esa zona del planeta, para después decidir lo que se puede o se debe hacer. ¿De qué le viene tanta importancia a esta región? Algunos datos nos ayudarán a dimensionar su trascendencia no sólo para Brasil, Suriname, Guyana, Guyana Francesa, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, sino para toda la humanidad.

La Amazonía produce un tercio de las lluvias que alimentan la tierra, el 20% del agua dulce no congelada, el 20% del oxígeno del planeta, el 34% de los bosques primarios que alojan el 30% de la fauna y el 50% de la flora del mundo. Ocupa el 43% del territorio de toda la América del Sur. Tiene una extensión de 7.5 millones de kilómetros cuadrados, con casi 35 millones de habitantes. De éstos, casi dos millones y medio son indígenas pertenecientes a 390 pueblos, de los cuales 137 viven aislados; además, hay otros pueblos aún no contactados, desconocidos. Se hablan 240 lenguas, de 49 familias lingüísticas.

Pero quizá alguien siga pensando que no le interesa lo que suceda en esa amplia franja del planeta, porque se imagina que no le afecta. Nos afecta a todos; a unos, de forma inmediata y cercana, pues allí viven; a otros, en forma más distante en lo geográfico, pero su destrucción o conservación tiene que ver con la calidad de vida de este mundo, donde vivimos. Por ello, el Sínodo no tiene repercusiones sólo para esa región, sino que es un referente para otros lugares del planeta, donde se juegan destinos similares, y nuestra Iglesia siente la responsabilidad de llamar la atención de la humanidad sobre el urgente cuidado de la casa común. Nuestra tierra es obra de Dios, que él nos confió para cuidarla; si no lo hacemos, vamos en contra del plan de Dios, de sus mandatos, y por tanto caemos en pecado.

No faltan quienes acusan al Papa Francisco de meterse en lo que no le importa. Dicen que parece más un ecologista de moda, que un pastor evangelizador. No comprenden que sus motivaciones son profundamente pastorales, cristianas y evangélicas. Además, el tema no es una ocurrencia del Papa, sino que es una preocupación que expresamos desde Aparecida, en mayo de 2007, cuando los obispos de esa región elevaron su voz. El mismo Benedicto XVI habló de esto en su encuentro con los jóvenes.

Hay temas delicados que se tratarán en el Sínodo; de ellos, hablaremos en siguientes artículos.

PENSAR

En el Documento de Aparecida, dijimos:

“En las decisiones sobre las riquezas de la biodiversidad y de la naturaleza, las poblaciones tradicionales han sido prácticamente excluidas. La naturaleza ha sido y continúa siendo agredida. La tierra fue depredada. Las aguas están siendo tratadas como si fueran una mercancía negociable por las empresas, además de haber sido transformadas en un bien disputado por las grandes potencias. Un ejemplo muy importante en esta situación es la Amazonía” (84).

“En su discurso a los jóvenes, en el Estadio de Pacaembu, en Sau Paulo, el Papa Benedicto XVI llamó la atención sobre la ‘devastación ambiental de la Amazonía y las amenazas a la dignidad humana de sus pueblos’ y pidió a los jóvenes ‘un mayor compromiso en los más diversos espacios de acción’ ” (85).

ACTUAR

Pidamos al Espíritu Santo que ilumine a los participantes en este Sínodo, para que tomen buenas decisiones, y por nuestra parte, cuidemos, en lo que nos toca, a nuestra “hermana madre tierra”.

Obispo Emérito de SCLC