La cantante estadounidense Ariana Grande transformó el tránsito de emociones, reflexiones y hasta comentarios públicos tras una ruptura sentimental en el que es su primer disco en cuatro años, aunque lejos de recrearse en la melancolía más densa, usa el baile como catalizador.
El séptimo disco de su carrera, que lleva el título de Eternal sunshine, fue publicado el viernes pasado en todo el mundo y propone desde su portada, en la que la artista parece apoyarse sobre su propio hombro, cuál es otro bálsamo necesario en estos casos, y así lo canta: "Sé tu jodido mejor amigo".
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Desde que hace menos de dos meses anunciara su salida, la también compositora restringió al máximo la información en torno a este trabajo, por ejemplo con el lanzamiento de un único sencillo, “Yes, and?”, que repite la jugada de Taylor Swift con “Midnights”.
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De acuerdo con su compañía discográfica, ella quería enfatizar la escucha en formato de álbum de sus nuevas canciones, que adquieren todo su sentido juntas y en un orden concreto
"Son todas piezas diferentes y elevadas de la misma historia, de la misma experiencia", dijo ella en una entrevista sobre este "álbum conceptual".
El disco comienza con una pregunta: "¿Cómo saber si estoy en la relación correcta?" Y, tras trece cortes y poco más de media hora, es su propia abuela quien le da la respuesta: "No te vayas a la cama sin dar un beso de buenas noches. Es lo peor que puedes hacer. Y si eso te incomoda, entonces estás en el lugar equivocado. Sal de ahí".
Con dos Grammys y unas ventas estimadas de más 90 millones de discos, para Ariana Grande es difícil escapar del escrutinio público, sobre todo en momentos como tras su divorcio a finales de 2023 del agente inmobiliario Dalton Gomez.
Ella misma contó que este álbum es fruto de un rapidísimo proceso creativo (comenzó su confección el pasado septiembre, en paralelo con su debacle sentimental) y que en Eternal sunshine es la artista quien asume la batuta del relato de su vida frente a la prensa sensacionalista.
Ese fue el mensaje que apareció en el videoclip de “Yes, and?”, en el que se burla de los comentarios gratuitos tanto de seguidores acérrimos como de críticos, cuando uno de ellos esboza: "¿A quién le importa si ella es feliz? No quiero felicidad, quiero arte".
En algunos de los cortes me muestro realmente vulnerable, pero otros son como interpretar el papel que la gente espera que haga a veces
Así lo dijo sobre estas nuevas canciones, confirmando una vez más, como en este sencillo, que bebe de la cultura del "voguing" y de lo que Madonna hizo con ella, que a veces la pista de baile es el mejor catalizador para evacuar penas.
Al contrario de Positions (2020), su anterior álbum, aquí hay más cortes rítmicos y bailables, como “Bye” o “We Can't Be Friends (Wait For Love)”, siempre desde una óptica elegante y con ecos a la música Motown y al R&B noventero.
Otra de las figuras que se asoma como referente en estos temas es el de Mariah Carey, con quien las comparaciones vocales fueron inevitables desde sus inicios. Y Grande decidió materializarlo con una regrabación a dúo de “Yes, and?” que publicó hace unas semanas, pero que no aparece como parte de la edición final del disco.
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Aunque si hay una reunión importante tras el paréntesis que supuso su anterior álbum, es la que establece en la gran mayoría de los cortes con el sueco Max Martin, responsable de un sinfín de los éxitos pop mundiales de las últimas tres décadas y también colaborador como coautor y coproductor en cinco de sus álbumes, con éxitos como “Problem”, “Break Free”, “Dangerous Woman” o “No Tears Left To Cry”.
De su mano, y de la de otros colaboradores habituales como Ilya Salmanzadeh o Shintaro Yashuda, la artista teje un colchón agradable de canciones, a veces susurros amigos para apaciguar la mente sin necesidad de extirpar los recuerdos, como sucedía en la película Eternal Sunshine Of The Spotless Mind, a la que Grande rinde homenaje en el título del disco.
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