GUADALAJARA. Mariano está por cumplir 30 años. Sin aspiraciones aparentes pasa sus días revisando una tanda de películas diarias en casa de su madre, de donde no tiene planes de salir. Aunque da clases de guionismo a un grupo de adultos mayores, nunca ha escrito uno. Esta es la historia de Ok, está bien…, pero también la de Roberto Andrade Cerón.
Conocido en el mundo del stand up como el Tío Rober, el comediante debuta como actor y guionista en esta cinta que forma parte de la competencia oficial de la 35 edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara. Se trata de una cinta que resume la crisis existencial que el standupero vivió tras salir de la carrera de guionismo del CCC.
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“Cree el personaje a mi semejanza y lo rodeé de un conflicto y de otros personajes que pudieran potencializar lo que en ese momento estaba viviendo. Mariano está basado en un 70 por ciento en lo que era cuando yo tenía casi 30 años. La escritura del guion fue la cura del mal que yo estaba atravesando”, dice en entrevista.
Al igual que Mariano, el Tío Rober recibía de sus profesores y familiares la opinión de ser alguien muy talentoso “que iba a poder escribir grandes cosas; los maestros me vitoreaban todo lo que hacía. Y llegó un momento en el que me moría de miedo porque dije ‘¿y si no soy tan bueno como la gente piensa?’ Ese miedo y cuestionamiento hace que no haga lo que tenga que hacer”.
Escribir el 60 por ciento del guion le llevó al Tío Rober alrededor de una semana. Pero para tomar el valor de hacerlo tuvieron que pasar cuatro años: “Me gusta pensar que me tomó ese tiempo hacer el personaje. Escribirlo fue rápido, pero las vivencias, las horas con el psicólogo y todo este tipo de cosas son lo que realmente toma años para notarlo y vomitarlo sobre el papel”.
Nada de eso hubiera sido posible si el Tío Rober no se hubiera ido a encerrar a una casa en Querétaro, impulso que recibió de Gabriela Ivette Sandoval, quien terminó convirtiéndose en la directora de la cinta.
Filmada en blanco y negro, la cinta toma como locación un departamento en la tercera sección de Tlatelolco, lo cual fue una decisión que la directora tomó debido al ajustado presupuesto con el que se realizó el filme.
“La historia original se desarrollaba en Tacuba, que es donde creció Roberto, pero yo vivía en el edificio Chihuahua de Tlatelolco. Cambiamos porque la producimos con nuestros propios recursos. La verdad fue una película que hicimos con muy poquito dinero, de lo que junté y con muchos favores. Y quisimos aprovechar los espacios abiertos y la idea de cómo yo vi este lugar cuando llegué”, contó la realizadora.