Á MSTERDAM, Holanda.- Podríamos decir que 22 óleos que forman parte de la Colección Real Británica llegaron a pasar sus vacaciones de otoño-invierno “a casa”. Obras creadas en los Países Bajos por algunos de los mejores artistas del Siglo de Oro, estarán hospedadas en el Mauritshuis (la “Casa de Maurits” sería la traducción literal) hasta el 8 de enero. Como me dijo Desmond Shawe-Taylor, curador de la colección de la reina Isabel II, cuando pasea por las calles de La Haya después de ver estas pinturas pequeñas, con escenas de la vida diaria,comprende perfectamente el ambiente en que fueron creadas, en el que se inspiraron los pintores. Es como caminar por cualquiera de estas obras.
Hace cuatro años surgió la idea de esta exhibición. Poco a poco se fue concretando: De entre las 7 mil obras que conforman la colección real británica sólo traerían pinturas de artistas neerlandeses; de entre las 300 que cumplieron ese requisito seleccionaron las que representan escenas de la vida diaria, lo que se conoce como “pintura de género”. Se trajeron de 13 palacios repartidos por toda la geografía del Reino Unido. Por eso pienso que es una oportunidad única. Además el Mauritshuis es el marco ideal para que luzcan.
Desde escenas en tiendas y tabernas, hasta otras con celebraciones o momentos en familia. La mayoría son divertidas, pero también las hay románticas. Algunas transmiten mensajes que la gente de esa época podía entender. Por ejemplo, ¿sabía usted que un zapato en el piso tenía una connotación sexual, lo mismo que unas ostras?, ¿o que la música implica amor, por lo que dos personas que tocan un instrumento o cantan juntas pueden estar enamoradas?, ¿o que una mujer con una mañanita roja con borde blanco pertenece a la clase alta?, ¿o que un búho representa la inteligencia que le falta a la humanidad?
Los curadores de la exhibición destacan dos de las pinturas:
“La lección de música” (ca 1660-62) por ser una de las apenas 36 obras conocidas de Johannes Vermeer. Ya eso la hace muy especial. Un detalle interesante es que las personas están al fondo de la composición y no en primer plano. Nuestra mirada viaja a través de todo el salón donde ha diferentes objetos: una mesa cubierta por un tapiz oriental, una jarra (sin copas), un chelo sobre el piso de mármol y una silla. Una mujer toca un virginal (parecido a un piano) y un hombre la mira. En el instrumento se puede leer: “Música, acompañante de la alegría y remedio contra la tristeza”. Podemos admirar el manejo de la luz que hace tan famoso a Vermeer.
“Una mujer preparándose para el baño”, (1663) de Jan Steen, nos abre la puerta a la habitación de una mujer rica (se nota por el tapiz que cubre la mesita lateral y el cofre lleno de alhajas, por su mañanita y el dosel de la cama). ¿Es virtuosa? Queda la duda dado el resto de los mensajes eróticos que nos llegan mediante los zapatos aventados en el suelo, el hecho de que está quitándose las medias (“kous” en neerlandés, como se referían en aquel tiempo también a los genitales femeninos) e incluso que tiene un seno muy a la vista. El mensaje, sin embargo, es muy claro y lo dan los objetos que tenemos en primer plano. En el marco de la puerta vemos un laúd con una cuerda rota, un libro de música abierto, un cráneo y unas hojas de parra. En otras palabras: los placeresterrenales son efímeros.
MI SELECCIÓN
Aunque me fue difícil elegir, le hablaré sobre las dos que me gustaron más:
“La tienda” (1672) de Gerrit Dou. A través de una ventana con marco de cantera vemos el interior de un local donde se venden huevos, sal, higos, pan de jengibre, limones y mucho más. La vendedora pesa lo que le pide una joven, seguramente ayudante de la cocinera de alguna familia rica, y que llevará a casa en la canasta de madera que trae. Al fondo vemos a otra dependienta, mayor, cortando pan para un cliente, mientras una mujer sale del local ya con sus compras en la mano. ¡Qué cantidad de detalles!
“Vecinos peleando frente a una taberna” (1673) de Jan Steen. Mi esposo y yo nos pasamos un buen rato mirando esta serie de escenas preguntándonos mutuamente si habíamos visto tal o cual detalle. Para empezar, el nombre del establecimiento: “El mal entendido” y un letrero que están colocando en la entrada del mismo: “Se alquila esta casa”, que en neerlandés es un juego de palabras entre “huer” alquiler y “hoer” que es prostituta. Unos vecinos que se pelean por una gallina, los niños que comen manzanas, el fraile con la jarra de vino, una mujer con una bandera roja que además lleva entre las piernas un palo de escoba como si fuera una bruja, el gato en el tejado persiguiendo unas palomas, el hombre con muletas que carga una canasta con huevos (símbolo de potencia sexual masculina)… Con paciencia podrá encontrar ejemplos de los distintos pecados capitales. En medio de esta locura, una figura está fuera de lugar: un hombre con armadura y una linterna que representa a Diógenes, el filósofo griego, símbolo de la vida sobria y virtuosa. Para reforzar este último mensaje se ve al fondo la torre de una iglesia.
A pregunta expresa, la directora del museo seleccionó como su favorita: “Joven picando cebolla“, 1646, de Gerrit Dou, por la delicadeza de la ejecución, mientras Desmond Shawe-Taylor se decantó por “El rey bebé”, 1661, de Jan Steen, por la manera de mostrar la alegría de una fiesta celebrada en familia.
LA PINTURA COSTUMBRISTA EN HOLANDA
El arte floreció durante el Siglo de Oro neerlandés, el XVII. Pero a diferencia de otras naciones donde el cliente más importante era la Iglesia, en los Países Bajos los pintores trabajaban principalmente para el mercado abierto. Es decir que quienes les compraban eran los ricos comerciantes y banqueros quienes necesitaban obras de pequeño formato para decorar sus residencias. Esto favoreció la diversidad de temas que tratan. Para muestra estas obras que le he mencionado aquí y que nos “visitan” desde Inglaterra.
Para mayor información sobre la exposición: “Holandeses en casa” que el 11 de octubre recibirá a Catherine Middleton, Duquesa de Cambridge:www.mauritshuis.nl. Se la recomiendo.
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