/ domingo 7 de agosto de 2016

Juntos por los siglos de los siglos, retratos por Rembrandt

Ámsterdam, Holanda.- Cuando Oopjen Coppit (1611-1689) y Marten Soolmans (1613-1641) se dieron el “sí quiero” en Ámsterdam en 1633, nunca pensaron que ni la muerte los podría separar. Esta pareja de jóvenes, pertenecientes a la clase alta neerlandesa, vivían uno de sus mejores momentos cuando en 1634 se dieron el lujo de mandarse hacer sendos retratos de cuerpo completo con el pintor de mayor prestigio (y el más caro) de la época: Rembrandt van Rijn. No solo les iba bien en lo económico, a la vista queda que esperaban a su primogénito.

Ya les contaré sobre sus vidas más adelante. Por el momento les hablaré sobre las pinturas, que siguen juntas 382 años después.

Al principio permanecieron con los descendientes de la pareja, pero a partir de 1798 fueron cambiando de propietarios: los holandeses Pieter van Winter y después su hija Anna Louisa, cuyos herederos las vendieron en 1878 al barón Gustave de Rothschild… y los cuadros llegaron a la residencia que éste tenía cerca a los Campos Elíseos en París. En ese entonces eso fue un escándalo en Holanda. ¡Cómo se había permitido la venta de unas obras, consideradas “tesoros nacionales”, a un extranjero!

El año pasado, los herederos del barón de Rothschild las pusieron a la venta. ¡Era el momento de “recuperarlos”! Pero el precio, 160 millones de euros (tres mil 354 millones de pesos), era demasiado para el Museo del Reino. Lo mismo le pasó al Museo del Louvre.

Sin embargo, se rumoró que un magnate asiático estaba interesado en las obras. ¿Qué hacer? ¿Permitir que se las llevaran tan lejos? A cada uno de los museos antes mencionados les alcanzaba para comprar solo uno de los cuadros.

¿Separar a la pareja aun quedándose ambas partes en Europa? ¡Impensable! A principio de este año la solución llegó de la mano de un acuerdo: el Museo del Reino y el Louvre serían propietarios al 50 por ciento del conjunto.

Dado que ya estaban en la capital francesa se exhibieron ahí durante tres meses y actualmente están a la vista en el Museo del Reino (Rijksmuseum). El 3 de octubre se van al taller. Una vez restaurados, tendrán durante cinco años su casa en Ámsterdam y los cinco años siguientes en París y así sucesivamente… siempre juntos.

La pareja del momento

Así se les considera en el Museo del Reino. Pero, ¿quiénes fueron? El catálogo de la muestra, muy bien escrito por Jonathan Bikker, se lee como una novela. Les cuento:

Jan Soolmans, el padre de Marten, de religión protestante y de ocupación comerciante, vivía en Amberes. Cuando los españoles tomaron la ciudad en 1585 él fue uno de los miles que buscaron refugio en los Países Bajos del Norte. Empezó un nuevo negocio importando pimienta, azúcar y otros productos. Un hombre con buen instinto comercial pero muy mal carácter, de lo que queda constancia en varias demandas presentadas contra él. En 1598 montó una refinadora de azúcar en Ámsterdam, “Fuegos del purgatorio”, en la que procesaba los panes de azúcar morena que recibía del Caribe. En 1608 se casó con Willemina Salen, con quien tuvo a Marten en 1613.

El negocio fue lucrativo y la familia adquirió una mansión en el Canal de los Emperadores (hoy número 231), una de las mejores zonas de la capital. Sin embargo se sabe que Jan era muy violento e incluso golpeaba a su mujer. Él falleció en 1626 y seguramente ella pensó: "Aquí yaces y haces bien. Tú descansas, yo también."

La viuda compró dos propiedades en Amersfoort y se mudó para allá, pero Marten, con apenas 13 años, se matriculó en la carrera de Derecho en la Universidad de Leiden, a donde llegó con su sirviente. Un par de años después su madre se instaló también en esa ciudad y ambos vivieron en una casona en el Rapenburg, el canal más bello de Europa al decir nacional de ese momento.

Si volvemos a los cuadros, tema del artículo, en el aire quedó la pregunta de por qué eligieron a Rembrandt entre otros tantos magníficos pintores (y menos caros). La respuesta podría ser que Marten y Rembrandt se conocían de su etapa en Leiden ya que ambos vivían a cinco minutos de distancia caminando y por lo que se sabe frecuentaban el mismo café.

Ahora les presentaré a Oopjen. Ella tuvo una infancia totalmente diferente a la de su marido. Nació en 1611 en una familia aristócrata cuya fortuna (forjada en el comercio de granos y pólvora) y cuyas raíces en Ámsterdam se remontaban varias generaciones atrás. Su padre tenía un doctorado en leyes de la Universidad de Orleans. Ella creció en una mansión en la calle Warmoesstraat (hoy número 70), la más costosa en aquellos días, y pasaba temporadas en la casa de campo de su abuelo.

Puede ser que Oopjen y Marten se hubieran conocido de niños ya que él frecuentaba mucho la casa de unos tíos que vivían en la misma calle que ella. El caso es que ambas familias estuvieron complacidas con el compromiso, aunque fueran tan jóvenes. La edad promedio para casarse era de 24 para mujeres y 26 para hombres; en este caso tenían 22 y 20 respectivamente cuando contrajeron matrimonio el 28 de junio de 1633 en la Iglesia Nueva de Ámsterdam. Eso sí, problemas de dinero no iban a tener. Ella llegó con una dote de 35 mil florines (unos 18.5 millones de pesos) y él aportó 12 mil (unos seis millones de pesos) al patrimonio familiar.

Cuando encargaron las pinturas vivían un momento muy dulce. Sus fortunas les permitieron darse el gran lujo de hacerse retratar de cuerpo completo, lo que solo se acostumbraba entre la realeza y los nobles. Además, cada detalle de las obras transmite prosperidad. En el caso de Oopjen el vestido es de seda con cuello de encaje de Brujas, tiene un collar y una pulsera de cuatro hilos de perlas, además de un anillo con un gran diamante. El abanico de pluma de avestruz y la cadena de oro completan su atuendo.  Marten no se queda atrás. Está a la última moda: traje de seda negra con cuello de encaje y aplicaciones de plata, liga “a la francesa” con encajes y unos adornos enormes en los zapatos.

Esta es una buena manera de recordarlos. La vida les trajo alegrías, entre ellas tres hijos en total, pero también momentos difíciles, como la muerte de su primogénito antes de que cumpliera un año. Marten falleció pronto. Oopjen se volvió a casar y volvió a enviudar. Estas pinturas la acompañaron toda su vida.

Estos son los únicos retratos de pareja de cuerpo entero que hizo Rembrandt en toda su vida. Es parte de lo que los hace únicos y valiosos. Además, el hecho de que se mantengan juntos y en buen estado casi cuatro siglos después.

Para conocerlos: https://youtu.be/ZIcQQUD30s4 Para mayor información sobre la exhibición, que estará abierta hasta el 2 de octubre: www.rijksmuseum.nl/en/marten-and-oopjen

Cualquier comentario relacionado con este artículo, favor de dirigirlo a mestrada@elsoldemexico.com.mx

Fotos por Ma. Esther estrada M.A. Cortesía del Rijksmuseum / Musée du Louvre

Ámsterdam, Holanda.- Cuando Oopjen Coppit (1611-1689) y Marten Soolmans (1613-1641) se dieron el “sí quiero” en Ámsterdam en 1633, nunca pensaron que ni la muerte los podría separar. Esta pareja de jóvenes, pertenecientes a la clase alta neerlandesa, vivían uno de sus mejores momentos cuando en 1634 se dieron el lujo de mandarse hacer sendos retratos de cuerpo completo con el pintor de mayor prestigio (y el más caro) de la época: Rembrandt van Rijn. No solo les iba bien en lo económico, a la vista queda que esperaban a su primogénito.

Ya les contaré sobre sus vidas más adelante. Por el momento les hablaré sobre las pinturas, que siguen juntas 382 años después.

Al principio permanecieron con los descendientes de la pareja, pero a partir de 1798 fueron cambiando de propietarios: los holandeses Pieter van Winter y después su hija Anna Louisa, cuyos herederos las vendieron en 1878 al barón Gustave de Rothschild… y los cuadros llegaron a la residencia que éste tenía cerca a los Campos Elíseos en París. En ese entonces eso fue un escándalo en Holanda. ¡Cómo se había permitido la venta de unas obras, consideradas “tesoros nacionales”, a un extranjero!

El año pasado, los herederos del barón de Rothschild las pusieron a la venta. ¡Era el momento de “recuperarlos”! Pero el precio, 160 millones de euros (tres mil 354 millones de pesos), era demasiado para el Museo del Reino. Lo mismo le pasó al Museo del Louvre.

Sin embargo, se rumoró que un magnate asiático estaba interesado en las obras. ¿Qué hacer? ¿Permitir que se las llevaran tan lejos? A cada uno de los museos antes mencionados les alcanzaba para comprar solo uno de los cuadros.

¿Separar a la pareja aun quedándose ambas partes en Europa? ¡Impensable! A principio de este año la solución llegó de la mano de un acuerdo: el Museo del Reino y el Louvre serían propietarios al 50 por ciento del conjunto.

Dado que ya estaban en la capital francesa se exhibieron ahí durante tres meses y actualmente están a la vista en el Museo del Reino (Rijksmuseum). El 3 de octubre se van al taller. Una vez restaurados, tendrán durante cinco años su casa en Ámsterdam y los cinco años siguientes en París y así sucesivamente… siempre juntos.

La pareja del momento

Así se les considera en el Museo del Reino. Pero, ¿quiénes fueron? El catálogo de la muestra, muy bien escrito por Jonathan Bikker, se lee como una novela. Les cuento:

Jan Soolmans, el padre de Marten, de religión protestante y de ocupación comerciante, vivía en Amberes. Cuando los españoles tomaron la ciudad en 1585 él fue uno de los miles que buscaron refugio en los Países Bajos del Norte. Empezó un nuevo negocio importando pimienta, azúcar y otros productos. Un hombre con buen instinto comercial pero muy mal carácter, de lo que queda constancia en varias demandas presentadas contra él. En 1598 montó una refinadora de azúcar en Ámsterdam, “Fuegos del purgatorio”, en la que procesaba los panes de azúcar morena que recibía del Caribe. En 1608 se casó con Willemina Salen, con quien tuvo a Marten en 1613.

El negocio fue lucrativo y la familia adquirió una mansión en el Canal de los Emperadores (hoy número 231), una de las mejores zonas de la capital. Sin embargo se sabe que Jan era muy violento e incluso golpeaba a su mujer. Él falleció en 1626 y seguramente ella pensó: "Aquí yaces y haces bien. Tú descansas, yo también."

La viuda compró dos propiedades en Amersfoort y se mudó para allá, pero Marten, con apenas 13 años, se matriculó en la carrera de Derecho en la Universidad de Leiden, a donde llegó con su sirviente. Un par de años después su madre se instaló también en esa ciudad y ambos vivieron en una casona en el Rapenburg, el canal más bello de Europa al decir nacional de ese momento.

Si volvemos a los cuadros, tema del artículo, en el aire quedó la pregunta de por qué eligieron a Rembrandt entre otros tantos magníficos pintores (y menos caros). La respuesta podría ser que Marten y Rembrandt se conocían de su etapa en Leiden ya que ambos vivían a cinco minutos de distancia caminando y por lo que se sabe frecuentaban el mismo café.

Ahora les presentaré a Oopjen. Ella tuvo una infancia totalmente diferente a la de su marido. Nació en 1611 en una familia aristócrata cuya fortuna (forjada en el comercio de granos y pólvora) y cuyas raíces en Ámsterdam se remontaban varias generaciones atrás. Su padre tenía un doctorado en leyes de la Universidad de Orleans. Ella creció en una mansión en la calle Warmoesstraat (hoy número 70), la más costosa en aquellos días, y pasaba temporadas en la casa de campo de su abuelo.

Puede ser que Oopjen y Marten se hubieran conocido de niños ya que él frecuentaba mucho la casa de unos tíos que vivían en la misma calle que ella. El caso es que ambas familias estuvieron complacidas con el compromiso, aunque fueran tan jóvenes. La edad promedio para casarse era de 24 para mujeres y 26 para hombres; en este caso tenían 22 y 20 respectivamente cuando contrajeron matrimonio el 28 de junio de 1633 en la Iglesia Nueva de Ámsterdam. Eso sí, problemas de dinero no iban a tener. Ella llegó con una dote de 35 mil florines (unos 18.5 millones de pesos) y él aportó 12 mil (unos seis millones de pesos) al patrimonio familiar.

Cuando encargaron las pinturas vivían un momento muy dulce. Sus fortunas les permitieron darse el gran lujo de hacerse retratar de cuerpo completo, lo que solo se acostumbraba entre la realeza y los nobles. Además, cada detalle de las obras transmite prosperidad. En el caso de Oopjen el vestido es de seda con cuello de encaje de Brujas, tiene un collar y una pulsera de cuatro hilos de perlas, además de un anillo con un gran diamante. El abanico de pluma de avestruz y la cadena de oro completan su atuendo.  Marten no se queda atrás. Está a la última moda: traje de seda negra con cuello de encaje y aplicaciones de plata, liga “a la francesa” con encajes y unos adornos enormes en los zapatos.

Esta es una buena manera de recordarlos. La vida les trajo alegrías, entre ellas tres hijos en total, pero también momentos difíciles, como la muerte de su primogénito antes de que cumpliera un año. Marten falleció pronto. Oopjen se volvió a casar y volvió a enviudar. Estas pinturas la acompañaron toda su vida.

Estos son los únicos retratos de pareja de cuerpo entero que hizo Rembrandt en toda su vida. Es parte de lo que los hace únicos y valiosos. Además, el hecho de que se mantengan juntos y en buen estado casi cuatro siglos después.

Para conocerlos: https://youtu.be/ZIcQQUD30s4 Para mayor información sobre la exhibición, que estará abierta hasta el 2 de octubre: www.rijksmuseum.nl/en/marten-and-oopjen

Cualquier comentario relacionado con este artículo, favor de dirigirlo a mestrada@elsoldemexico.com.mx

Fotos por Ma. Esther estrada M.A. Cortesía del Rijksmuseum / Musée du Louvre

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